Rajoy, único guardián del legado de Aznar

Mariano Rajoy pasa por ser el presidente del Gobierno que más poder acumula en todo el territorio, un poder que también se traslada al partido, donde, según las malas lenguas, tiene poder pero no autoridad. Y eso lo ha conseguido gracias a la ejecución de un perfil político ínfimo, con tendencia a la falta de decisión que suple con el mantra de la tecnocracia y el sentido común, que se traduce en una ausencia de un relato político creíble y en la exageración constante de los datos positivos.

El presidente del Gobierno con menos liderazgo de nuestra historia reciente (con permiso de Calvo-Sotelo) se encontró con un mapa azul que con total probabilidad será irrepetible en las próximas décadas, y ahora afronta el curso político como la cabeza visible del partido más votado a nivel nacional, según todos los sondeos. Y eso a pesar de los casos de corrupción y de comportamientos poco ejemplares que atesora el partido que hizo gala de la lucha contra la corrupción y que Rajoy preside desde 2004.

Poco a poco, Rajoy se ha ido desprendiendo de sus enemigos directos y contrincantes haciendo suya la frase de Churchill de que los enemigos está en las filas del partido. Lo más notorio es que Rajoy lo ha hecho sin explicitar una decisión firme de expulsión o de alejamiento, lo que llevó a José Antonio Zarzalejos a calificarle de «killer político», «un superviviente, un corcho, un maratoniano de la política», que se ha rodeado de una generación de políticos con escasos vínculos con el pasado glorioso de Aznar que es precisamente lo que se está cuestionando desde hace meses.

Este lunes, Rodrigo Rato solicitó la baja temporal de su militancia en el PP «en interés» del partido «hasta que todos los hechos queden esclarecidos», en referencia al tema de las tarjetas Caja Madrid-Bankia. El referente económico del milagro español de Aznar anunciaba su alejamiento del partido que le hubiera respaldado como candidato a la presidencia del Gobierno, previa designación, y lo hacía pocas horas después de su caso hubiera sido objeto de discusión en el comité ejecutivo reunido en la sede de Génova. Génova, en compensación, frenó el expediente informativo abierto contra el ex presidente de Bankia en el comité de derechos y garantías del partido con el argumento de que Rato ya no es militante de la formación.

Antes del anuncio de Rato, dirigentes regionales del PP habían mostrado su disposición a echar a Rato para frenar el escándalo del uso fraudulento de las tarjetas opacas de la entidad, un caso que este lunes se completó con la investigación de Anticorrupción por el ingreso de seis millones de euros recibido por Lazard, el banco de inversión en el que trabajó antes de ser nombrado presidente de Caja Madrid-Bankia y por la posible vulneración de la Ley de cajas por parte de Rato al trabajar como asesor internacional de Akbank, banco turno para el que trabajó desde 2010.

Se aleja del PP Rato, «esa persona a la que usted se refiere«, según palabras de Mariano Rajoy, y su marcha se suma al abandono de Alberto Ruiz-Gallardón por la gestión de la reforma de la Ley del aborto que Mariano Rajoy parece haber metido en el cajón de las ocurrencias. Y eso que la marcha de Gallardón, uno de los «patas negras» del PP del que fue fundador, por obra y gracia del arriolismo no ha sido tan idílica como da a entender el silencio del protagonista, que renunció a todos los cargos en la estructura ‘popular’ para de un militante raso. Esto es lo que contaba hace unas semanas el jefe de Nacional de Servimedia :

En el PP hay numerosos altos cargos que se preguntan cada día qué oscuro secreto conoce el supuesto gurú para que Rajoy obedezca siempre sus consejos hasta el punto de claudicar en una de sus promesas electorales más importantes para el electorado conservador. Un presidente del Gobierno no puede ser tan veleta como su consejero, por muy de cabecera que sea. Pero aún menos puede hacer el ridículo de los últimos días. Tuvo dos semanas para planificar el relevo de Gallardón pero fue incapaz, hasta el punto de anunciar el nombre del sustituto poco antes de subirse a un avión y marcharse a China de viaje oficial.

No cesan aquí las cascadas de noticias. Este martes, el ex ministro Ángel Acebes, uno de los tres miembros sobre los que pilotó la dirección del PP entre 2004 y 2008, resultó imputado por el juez de la AN Pablo Ruz por la compra de acciones de Libertad Digital con cargo presuntamente a la ‘caja B’ del PP. La imputación de Acebes se remonta a actuaciones de 2004, de sus tiempos al frente de la Secretaría General del PP, y Ruz le recuerda «ejercer una vigilancia y una cierta autoridad que le permitiera evitar» la actuación de los ex tesoreros Álvaro Lapuerta y Luis Bárcenas. El montante total: 410.000 euros destinados a un medio claramente afín a la doctrina de Génova durante la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero.

La instrucción del ‘caso Gürtel’ vuelve a la primera línea de nuevo, y lo hizo en el momento más inoportuno: Una  hora antes de iniciarse del turno de los portavoces parlamentarios durante el Debate sobre los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2015, las cuentas de la recuperación y de la esperanza, tal y como se desgañitó en repetir el titular de Hacienda, Cristóbal Montoro.

Lo cierto es que, a día de hoy, hemos visto cómo han ido cayendo todos los protagonistas de la refundación del principal partido de centroderecha español, equiparable a sus socios europeos. Primero fue Francisco Álvarez-Cascos, que, en 2011, abandonó el PP y fundó el FAC (segunda fuerza en el Principado de Asturias) por discrepancias con la política de designación de candidatos de la sede nacional del PP en Génova.

Luego, a raíz de la implosión de los sucesivos caso de corrupción que salpicaron a las sedes regionales ‘populares’, llegaron las bajas de otros históricos del PP periférico. Rajoy dejó caer a algunos de los que, tras la derrota electoral de 2008, le mantuvieron en la presidencia del PP a pesar de la campaña capitaneada por medios como COPE y el diario El Mundo con referentes como Esperanza Aguirre y un José María Aznar que jugaba a dos manos. Ahí se enmarcaron los procesos de alejamiento de Francisco Camps o Jaume Matas, ambos referentes de Mariano Rajoy durante sus años de oposición.

Llegó enero de 2013 y  la implosión del «caso Bárcenas» afectó  al núcleo duro de las finanzas del PP, que Génova pretendió circunscribir a la actuación de Luis Bárcenas, el tesorero de la formación mientras Mariano Rajoy presidía el partido, y de sus antecesores. No olvidemos que Álvaro Lapuerta está también imputado por los indicios de existencia de una contabilidad b que se habría nutrido de comisiones de grandes empresas y cuyo dinero se destinó a sustentar toda la maquinaria electoral del PP -con derivadas en empresas amigas, como las de Correa- y a pagar sobresueldos a la cúpula ‘popular’ -aún por determinar si convenientemente declarados-.

El agujero que dejó Bankia tuvo una consecuencia directa: el efecto del tsunami afectó a Rodrigo Rato, uno de los referentes históricos de la vida política del PP en los años 90, el vicepresidente económico de Aznar, amigo personal de su familia y que estuvo a punto de ser designado sucesor tras la legislatura 2000-2004. Rato formó parte de ese liderazgo colegiado que Aznar capitaneó tras la refundación de Alianza Popular, un ‘dream team’ en el que se figuraban Francisco Álvarez-Cascos, Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja, Javier Arenas y Mariano Rajoy, todos ellos presentes en la actuación de Kylie Minogue en un programa de Antena 3

Éste fue el equipo que, bajo el argumento de la lucha implacable contra la corrupción, realizó una oposición de pico y pala contra Felipe González, al que le ganaron las elecciones generales en 1996 con dos argumentos: la recuperación económica (que ya había comenzado a llegar a finales de 1995) y la regeneración democrática.

De ese equipo hoy sólo quedan en activo Javier Arenas, Ana Mato y el propio Mariano Rajoy, al que sólo le queda reescribir su trayectoria política  para alejarse del legado putrefacto que estos días se pone en evidencia.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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