Documental ilustrativo de la situación política y social de Líbano en 2006 y que, en términos generales, es equiparable a la situación actual. Hoy ese «pequeño gran país», de acuerdo a la terminología de Violeta Martín, de apenas 4,5 millones de habitantes ha visto reducido su estatus de Estado tapón a cambio de ser una de las piezas claves de la guerra fría por la hegemonía en la zona que mantienen Irán (y quien ha sido su aliado natural hasta la actualidad, Siria) y Arabia Saudí, con un papel aún por aclarar en el impulso y la financiación del Estado islámico:

Una década despúes de la elaboración de este documental, que conocemos a través de Inés Castro, Líbano sigue intentando asentar la identidad que se puso de manifiesto tras el asesinato del primer ministro Hariri, una figura clave en la recuperación de Beirut tras el conflico civil que se prolongó durante quince años hasta 1990.

Hoy, las diferencias entre las comunidades religiosas siguem vivas, con especial mención a la rivalidad cada vez menos disimulada de la comunidad sunnita y chíi, un equilibrio que no impide el desarrollo económico, que tiene su reflejo más claro en una  burbuja inmobiliaria muy visible en Beirut, ni la connivencia pacífica entre comunidades cristianas y musulmanas tanto en la capital del país como en centros urbanos como Trípoli.

A pesar de la avalancha mediática en torno a la inestabilidad en la zona, recomendamos visitar Líbano en estos momentos para darse cuenta de la pulsión de cambio y de modernidad en una cultura que, interesadamente, se vende como un bloque homogéneo. Sirva este documental como aperitivo.