Discurso de proclamación de Pedro Sánchez como el cabeza de lista del PSOE a las elecciones generales del próximo otoño después de ser el único candidato a las primarias que reunió los avales necesarios. Ante la plana mayor del PSOE del presente y del pasado, Sánchez ocupó el escenario del Teatro Circo Price y, ante 2000 personas, trasladó eso que en las series estadounidenses se denomina «voz presidencial».
Aunque la exhibición del fondo con la bandera constitucional ocupó los análisis del acto, seguramente ante la extrañeza de que un partido de centroizquierda muestre sin pudor la enseña nacional, el domingo vimos el intento del cabeza de cartel electoral del PSOE de proyectar la idea de un hombre de Estado. Un gesto que convendría leer en dos claves:
- Ante el intento de Génova de destacar que el líder socialista es un extremista y radical por haber permitido gobiernos alternativos al PP en aquellos municipios en los que los populares fueron la lista más votada [el mismo Sánchez, recordemos, que firmó el único pacto de legislatura entre las dos fuerzas mayoritarias]. La estrategia de Génova, que seguramente aporta más rasgos positivos que negativos a la proyección de Sánchez, quedó sepultada por las referencias a la España de 1978 y a los españoles, en una suerte de patriotismo cívico revisitado.
- Ante el terremoto de la escisión de CiU, un terremoto cuyo efecto parece no tenerse en cuenta en Madrid y que da la impresión de que las fuerzas soberanistas están por la lista unitaria plebiscitarias en las elecciones del próximo mes de septiembre: «No es aceptable que dos gobiernos democráticos hayan vivido durante casi cuatro años de espaldas uno de otro, calculando los réditos del conflicto, sin comprender la ruina colectiva a la que nos llevan sus cálculos. Nos une una historia que hemos hecho juntos durante siglos».
De ahí, quizás, el lema del acto, «El cambio que une», y que sirvió de hilo argumentario para reivindicar la Transición y el sistema que salió de él y para proyectarse como el partido adecuado para encabezar la regeneración política y social que los resultados en las urnas parecen presagiar en los próximos comicios a las Cortes Generales.
Sánchez comenzó su intervención entre gritos de «presidente, presidente», ya con la bandera de España detrás de él (se mantuvo ahí durante unos seis minutos). A continuación, planteó un relato de futuro, cuando él, como antes hicieron Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, llegue al Palacio de la Moncloa, basado en un «buen gobierno», entendiendo como tal un ejecutivo ejemplar y que plantee una «alternativa constructiva». Y fijó su atención en dos tareas de país: el paro [más de 350 palabras de las más de 4100 que componían el discurso] y la corrupción [casi 300 palabras]:
Llegó la hora de que todos comprendamos que lo que hay son personas que se corrompen y personas que las corrompen; y que son esas personas, y solo ellas, las corruptas. Aunque no nos afecte por igual, aunque no reaccionemos del mismo modo uno y otro partido, la democracia tiene un enemigo común, y ese enemigo es la corrupción.
En este relato del proyecto futuro, no faltó el gesto como hombre familiar (dio las gracias a sus padres, hermano, su esposa y sus hijas) para luego centrarse en el partido que representa: recordó el pasado del PSOE (sobre todo en la «causa de la igualdad y de la libertad») y habló de libertades y de «crecimiento justo» (un marco creado por Ferraz para intentar trasladar la idea de un combate contra la desigualdad que no deje a nadie detrás en la recuperación económica) en un país que desconfía de la política.
Vivimos en una sociedad crispada. Crispada por la angustia y la incertidumbre de quienes ven en peligro sus trabajos, de quienes ven en riesgo jamás poder encontrarlo o en riesgo sus proyectos empresariales. Crispada por los casos de corrupción y la falta de ejemplaridad. Crispada por la desigualdad y la impunidad de unas élites que necesitan, también ser revisadas. Crispada por quienes confunden patria con su patrimonio. Crispada con gobernantes que esconden su incapacidad de garantizar un futuro mejor tras el discurso del miedo.
Mencionó claramente quién ha sido y es su electorado potencia (un electorado que, tal vez, se sintieron sorprendidos ante la exhibición de patriotismo en el discurso del secretario general del PSOE)
Quienes nos precedieron en el PSOE mantuvieron celosamente la autonomía de nuestro proyecto, nunca lo subordinaron a otra fuerza que a la voluntad de nuestro pueblo, ni a otro interés que al interés de la clase media y trabajadora.
Y situó al PSOE como el protagonista del ‘cambio seguro’
Vamos a liderar un cambio seguro y valiente, coherente con nuestros valores socialdemócratas, un cambio que una y en el que se reconozcan la mayoría de españoles.
También fijó quién es su principal rival: el PP. De esta manera, se reivindica como e partido hegemónico de la izquierda:
Llevamos demasiados años sufriendo un mal Gobierno que gobierna solo y contra todos. Un Gobierno que aprueba reformas educativas en contra de la comunidad educativa, que pone en riesgo la industria cultural subiendo su IVA, que devalúa los salarios y los derechos laborales en contra de los trabajadores, que recorta la justicia universal y las libertades de mujeres y ciudadanos con la oposición de la mayoría, que desprecia el desafío del cambio climático en contra de la comunidad científica. Un Gobierno que persigue fiscalmente al trabajador y amnistía al gran defraudador.
Sánchez, protagonista indiscutible también en la realización del acto, hizo un repaso por las medidas de recortes de libertades aprobadas en la legislatura, llamó a la participación ciudadana:
Desde hace 36 años, el PSOE ha venido siendo un inmenso cauce de participación política de las personas de todos los territorios, de todas las condiciones sociales y económicas, con la única condición de abrazar los ideales comunes de libertad, igualdad, solidaridad y justicia social que propugnamos los socialistas.
También reivindicó el legado de la Transición, aun reconociendo los errores y el resultado de sociedad en la que vivimos en la actualidad, con un aumento de la desigualdad:
No es justo el derrotismo que pretende hacer una enmienda a la totalidad de la democracia del 78. No estoy de acuerdo con quienes pretenden deshonrar a nuestros padres para honrar a nuestros abuelos
En general, el discurso recibió la cuota habitual de aplausos que suele despertar Sánchez entre los suyos, sobre todo ante momentos de, tal vez, excesiva dureza en el tono (de manera que parecía enfadado o que abroncaba al público). No obstante, el momento que más apoyos despertó fue cuando recordó a Pedro Zerolo, recientemente fallecido.
Pedro Sánchez entró solo en el plenario, vistió en tono oscuro y sólo una corbata roja añadía un poco de color a la sobriedad del atuendo. Al final el discurso, cuando su mujer subió al escenario para saludar, se pudo comprobar cómo ambos iban perfectamente conjuntados: Ella vestía de rojo, con mangas y escote, en un tono más vivo que la corbata de su marido. La imagen final, ambos agarrados de la mano sobre el escenario saludando a los asistentes, concentraba en sí misma el enfoque de presidencialismo americano que presidió todo el acto y su puesta en escena.
Es difícil pensar en un candidato a las generales en España que haya probado una estrategia tan arriesgada, tanto en relación a uno de los símbolos que más problemas suele causar -sobre todo en la izquierda, debido a la patrimonialización de la patria y la bandera que la derecha hizo, especialmente en los tiempos de José María Aznar- como a la puesta en escena, en la que el mensaje estaba claro: Los barones, ex presidentes y militantes acompañan pero el peso de la imagen y de la campaña recaerá en la figura de Sánchez. Así, comenzamos a ver el sesgo sumamente presidencialista (y masculino) de las próximas elecciones a las Cortes.
El secretario general del PSOE concentró para sí todas las portadas y las críticas de un PP que le exigieron que, antes de hablar de patriotismo y de enseñar la bandera de España, predique con el ejemplo y no pacte con quienes, según sus posiciones, son antiespañoles o buscan romper España. Sin embargo, las portadas de este lunes se concentraron en la exhibión de la bandera de España, un hito que fuentes del PSOE atribuyen al propio candidato pero que sorprende porque, hasta ahora, ningún sondeo había detectado que el votante del PSOE molesto hubiera decidido abstenerse o votar a otra formación por este motivo.
CODA. La maquinaria del PSOE se puso en marcha este fin de semana y ya no parará. Este lunes, con los ecos de la intervención de Sánchez, se supo que el secretario general tiene la intención de preparar un ‘gobierno en la sombra’ del que formarán parte independientes y caras importantes del PSOE en otros momentos. Ya se han filtrado los nombres de Jordi Sevilla, ex ministro de AAPP del Gobierno de Rodríguez Zapatero, y Rafael Bengoa, ex consejero de Sanidad vasco que ha asesorado durante estos años a Barak Obama en relación a la reforma sanitaria.
CODA 2. Habrá que estar pendientes del efecto que esta escenografía, que entendemos que forma parte de una estrategia que tendrá más duración temporal que la de la exhibición de la bandera española un día concreto, puede tener en el PSC. Conviene recordar que la próxima cita en las urnas, si todo transcurre según el guión establecido, serán las autonómicas catalanas, a la que el PSC concurre con opciones de convertirse en la quinta o sexta fuerza. En este sentido, es de recibo recordar el impacto electoral que tradicionalmente ha tenido, para los intereses del PSOE en las elecciones generales, un buen resultado del PSC en Cataluña, y viceversa.
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