Grecia habló y lo hizo masivamente a favor de un no a la propuesta que el Eurogrupo puso sobre la mesa y que motivó la convocatoria del referéndum por parte del Gobierno de Alexis Tsipras. Con una participación del 62.50%, un porcentaje similar a las de las últimas elecciones legislativa, el no ganó con el 61.31% de los votos frente al 38.69% de los partidarios de asumir los recortes que incluía en la propuesta de la Troika. Por regiones, el no fue la opción favorita en todas las provincias, aunque el no se sitúan muy por encima de la media nacional en sitios como Creta (70.82%).
A falta de conocer los datos al detalle, un sondeo de Public Issue confirmaba, de nuevo, que el proyecto europeo se enfrenta a un problema generacional: Los más mayores, los que vivieron el germen de construcción de ciudadanía y de una UE política, siguen más interesados en seguir vinculados a este proyecto, aunque eso suponga los sacrificios que Grecia (y otros países) viven desde 2010 al menos. Las generaciones más jóvenes, por su parte, son las más proclives a romper con esta dinámica, aunque eso no significa, en su mayoría, renunciar al proyecto europeo en su conjunto:
Los resultados del referéndum, que desde el cierre de los colegios electorales se celebró en la Plaza de Syntagma, volvieron a poner en duda los sondeos publicados, sobre todo la última situaba, sondeos que vaticinaban un resultado muy ajustado. Lo que ocurrió al final se parece mucho más al escenario que, tras convocarse el referéndum, dibujó Alco, que planteaba una victoria del no por el 57% de los votos. Vemos que, al final, este trabajo se quedó corto y que el no ha subido incluso cinco puntos, y todo ello en la semana en la que se había decretado el corralito por parte del Gobierno Tsipras.
Ha habido otras convocatorias en las que los ciudadanos han dicho no a la deriva de las instituciones comunitarias [basta recordar el no que los franceses y holandeses dieron en las urnas al tratado de constitución de la UE, resultados que hirieron de muerte el texto]. Sin embargo, estamos ante la primera vez en la que los ciudadanos acompañan a un Gobierno que se plantó y dijo no a un plan de la Troika, y que lo han hecho con las amenazas más o menos veladas de expulsión del euro, de vuelta a la moneda local y, en general, con un aviso de crisis económica prolongada durante décadas.
Hace unos días, alguien señalaba que el problema de la Troika es que no está acostumbrada a que nadie el diga no. En el caso griego, el no se ha acompañado con una partida de póker en la que Syriza ha incluido a la entelequia ‘pueblo griego’ como baza en la negociación. Y no sólo ha recibido el visto bueno de esa figura (que se habría conseguido con un apoyo del 51% al no, como vaticinaban los sondeos); Syriza ha visto reforzado su papel enormamente al conseguir que el no supere en 22.6 punos al sí.
Esto es lo que explica, precisamente, por qué el ex primer ministro, Antonis Samarás, presentó anoche su dimisión al frente de Nueva democracia, el principal partido de la oposición que, tras el referéndun, queda totalmente achicharrado en sus aspiraciones políticas, tal y como aventuraban los sondeos sobre intención de voto publicados antes del corralito. El PASOK ya no representa a nadie y To Potami, el otro partido que hizo campaña por el sí, queda en una situación interesante. KKE, que hizo campaña por el voto nulo, cumplió con sus expectativas: El 5.80% votó en blanco o nulo, un porcentaje atribuible a los electores del KKE, que también oscila en torno al 5% de intención de voto.
Esta mañana, uno de los artífices de la negociación y del último órdago con Bruselas, el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, anunció también que abandona el cargo para que su marcha ayude al Gobierno a alcanzar un acuerdo con las instituciones europeas. En el comunicado en el que anuncia su dimisión, aseguró que el referéndum «permanecerá como un momento único en el que una pequeña nación europea se levantó contra la servidumbre por las deudas».
Tras conocerse el resultado del referéndum, el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, que durante los últimos días hizo campaña pública por el sí, señaló que es un día difícil para Greci, y que Atenas debe plantear propuestas que convenzan al resto de países de la eurozona y a las instituciones europeas de volver a la mesa de negociaciones: «Espero que el gobierno griego haga en las próximas horas propuestas con sentido y constructivas que permitan hacer posible la renegociación. Si no, estaremos entrando en un momento muy difícil e incluso dramático».
Este martes, el Eurogrupo ha vuelto a convocar una reunión para hablar de la crisis griega, ya con el resultado del referéndum y con la cabeza de Samarás como herramientas de una negociación que no a ser sencilla. En el momento de elaboración de este post, la Bolsa de Atenas seguía cerrada y también seguía vigente el corralito, mientras que Atenas había solicitado al BCE que prolongara la ayuda financiera.
A nadie se le escapa que el desafío de Grecia, un país diminuto en términos de población y de PIB, va a tener un coste altísimo, sobre todo si las instituciones europeas, como se prevé, siguen enrocadas en la posición exhibida desde 2012 y que incluso el FMI ha venido a enmendar parcialmente. La institución que preside Christine Lagarde publicó la semana pasada un informe en el que se recogía, como inevitable, una reestructuración de la deuda griega (180% del PIB) y una mayor ayuda financiera al país heleno.
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