Una de las característica de impacto de la crisis en nuestro sistema político ha sido la tendencia creciente a una fragmentación del voto y de la representación. Antes de la crisis, había ya parlamentos autonómicos y consistorios, sobre todo en el arco mediterráneo, en el que esa tendencia ya existía. Las pasadas elecciones municipales y autonómicas vinieron a confirmar ese escenario que, salvo sorpresa mayúscula, volverá a repetirse en las dos próximas citas electorales que ya tenemos fijadas en el calendario: las autonómicas en Cataluña y las generales.
Por este motivo, es llamativo que, en los últimos meses, en Cataluña comience a cristalizar un trabajo dirigido, precisamente, a revertir esa fragmentación creciente que, por ejemplo, plantea escenarios con un Parlament formado por hasta nueve fuerzas políticas con posibilidades de tener representación: los partidos escindidos de CIU (Convergència y Unió); ERC; C’s; PSC; Podemos; ICV; PP; y las CUP.
El 27 de septiembre, por lo tanto, podemos ver en la práctica los intentos de las distintas formaciones de utilizar el factor unidad para conseguir sus objetivos, algo que ya se vio en las plataformas cívicas en los comicios municipales (con buenos resultados en las capitales más grandes). Y lo curioso es que en esos objetivos se atraviesa, de manera clara, el proceso soberanista que cristalizó en la celebración de la Diada de 2012 y que, desde entonces, se ha mantenido como una propuesta alternativa al Estado autonómico actual, en un proceso que ha tenido consecuencias:
- Se ha llevado por delante a partidos históricos como la federación CiU o el PSC, convertido en un partido irrelevante. Los problemas por los que atravesaba ICV en los últimos meses también se leen en esta clave, que se mezcla con la irrupción de Podemos en Cataluña.
- Ha puesto en evidencia el poder del PP en Cataluña, que ha visto cómo su espacio era ocupado por C’s, y de ERC, que ha pasado de ser la fuerza de recambio natural a CiU a quedar como cuarta opción parlamentaria en los últimos sondeos sobre intención de voto.
- Ha visto aparecer plataformas como Podemos, aunque su poder no llega a los niveles que se dan en CCAA como Madrid o Andalucía, en buena medida por la existencia previa de CUP, mucho más curtida en el trabajo con los barrios (es decir, en el caladero en el que Podemos trata de pescar votos)
La política catalana, por lo tanto, evidencia una dinámica especial que, a su vez, puede aventurar lo que pueda pasar en escenarios como la Comunidad Valenciana o Baleares en el futuro, sobre todo si logra algún cambio en su relación con el conjunto del Estado español, bien a través de la independencia (algo que parece poco probable a estas alturas del partido) o bien a través de una nueva relación que pase por la reforma de la Constitución y /o con un cambio en el modelo de financiación autonómica.
Lista soberanista: Eje nacional
Tras la consulta del pasado 9 de noviembre, los líderes de CiU, Artur Mas, y de ERC, Oriol Junqueras, acordaron una hoja de ruta para que Cataluña pueda conseguir su independencia a corto plazo. Desde entonces, hemos visto cómo CiU dejó de existir para convertirse en Convergència democràtica de Catalunya (CDC) y en Unió, el partido que lidera Josep Antoni Duran i Lleida, a quienes muchos veían como el freno de CIU para abrazar del todo el proceso soberanista.
Hace una semana, las tensiones en torno a la posibilidad de las elecciones del 27S (en el aire por la presión de Artur Mas por ir a las urnas con una lista única formada por las formaciones que están a favor del proceso soberanista y las plataformas de la sociedad civil que lo ha alimentado) derivaron en un acuerdo sobre la lista única que simplifica las cosas: ERC, CDC y las plataformas cívicas Òmnium Cultural y ANC acordaron que el 27S irán en una sola lista que, además, aleja de los primeros puestos a los políticos profesionales. Se presentará con el nombre de Junts pel Sí y, a falta de conocer más nombres, ya se sabe que Pep Guardiola cerrará la lista de forma simbólica.
Esta decisión, de la que se desvinculó la CUP, tiene un truco: Artur Mas irá como número cuatro de la lista y Oriol Junqueras, quinto. Ellos serán los presidentes y vicepresidentes de la Generalitat si su lista gana las elecciones, a pesar de que aparecen en la cabecera Raül Romeva, Carme Forcadell y Muriel Casals, tres nombres que pasan por ser sociedad civil pero que hicieron toda su carrera al calor de partidos políticos (como eurodiputado de ICV en el caso del primero, como concejal de ERC en el caso de Forcadell y como miembro del PSUC Casals).
El acuerdo incluye que, en el caso de ganar las elecciones con mayoría para legislar, CDC y ERC se plantean aplicar una «ley de transitoriedad jurídica» para superar el marco legal español, de manera en que seis o nueve meses se pueda llegar a una ‘declaración nominal’ de la independencia. El plan prevé lanzar una declaración parlamentaria que anunciará el inicio del proceso, de esta forma «se explicará al mundo» esta voluntad junto a una explicación de las estructuras de Estado.
El conseller de Presidencia, Francesc Homs, confirmó el viernes que CDC y ERC estudian repetir la misma estrategia e ir juntos en una misma lista en las elecciones generales, asumiendo así la idea que está cristalizando en Galicia en relación a una candidatura galleguista que sea capaz de defender los intereses de esta CCAA en las próximas Cortes.
En el aire queda dirimir cuál será la mayoría mínima que pueda conseguir la lista para iniciar el proceso. Hay quien señalar que sería suficiente con la mayoría absoluta de diputados (para lo que no se tendría en cuenta la distribución territorial de los escaños según al población) y otros apuntan que será necesario una mayoría absoluta de diputados y porcentaje de voto.
Podem e ICV potencian el eje ideológico
Hace una semana también cristalizó una propuesta que se aceleró tras los resultados de las elecciones municipales en Cataluña (sobre todo por la victoria de Barcelona en Comú en el consistorio de la Ciudad Condal):Podem e ICV acordaron ir a las elecciones del 27S bajo las siglas de Catalunya, sí que es pot, que defenderá la elaboración de una constitución que dé como resultado una República catalana
Según el borrador del manifiesto, se propugna el inicio de un proceso constituyente en Cataluña y defiende una letra ya escuchada con anterioridad: un plan de rescate ciudadano que aborde el problema del paro, la renta garantizada, los desahucios, la pobreza energética y la infantil. Como defendía Podemos hasta hace no mucho, se incluye también la necesidad de una auditoria ciudadana de la deuda, revertir la política de privatizaciones de servicios públicos y acabar con la precariedad laboral.
Como en el caso de la lista unitaria soberanita el acuerdo entre Podemos e ICV, que fue ratificado por el 91% de la militancia de ICV, tampoco se frenará el próximo 27 de septiembre. Ambas formaciones irán juntas a las generales y formarán grupo propio en el Congreso, lo que puede ser la última estocada de muerte para IU y su Izquierda Plural.
El PP busca colaboración constitucionalista con Unió, PSC y C’s
La presidenta del PP catalán, Alícia Sánchez-Camacho, fuertemente cuestionada a nivel interno por su labor al frente de la formación, se ha sacado su propio conejo de la chistera. Ante los movimientos operados por sus rivales, ofreció al PSC y a C’s formar un gobierno de «concentración»: «Es una responsabilidad histórica que los partidos constitucionalistas dejemos de pensar en nuestras siglas y pensemos en los catalanes, en la unidad y en la convivencia», dijo.
Sánchez-Camacho apuesta así por un pacto de perdedores: En su caso y en el del PSC porque, a tenor de los sondeos, se convertirán en fuerzas irrelevantes en el futuro Parlament catalán; y en el caso de C’s porque su pujanza de los meses anteriores se ha frenado con la marcha de Albert Rivera a la política nacional. Hace unos días, el sondeo de Feedback para La Vanguardia confirmaba que su sucesora, Inés Arrimadas, sólo es conocida por 3 de cada 10 votantes, lo que en un partido tan personalista como C’s puede ser un problema. En cualquier caso, la aparición de la lista de izquierda y la lista soberanista acaba con sus aspiraciones de acceso al poder en la Generalitat.
Esta opción, por cierto, tiene un problema de raíz: está en terreno de nadie entre la apelación a eje nacional y el eje ideológico al que apelarán el resto de sus competidores, a la espera de la posición estratégica que adopten la CUP y Unió, que serán las otras fuerza que completen la competición electoral de cara al próximo 27 de septiembre.
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