El último barómetro del CIS, que recogía intención de voto de cara a las próximas elecciones generales, arrojó datos interesantes en relación al grado de penetración de los nuevos partidos en el espectro político español. Tal y como apuntábamos en el análisis del sondeo, parece tanto Podemos como Ciudadanos son los principales damnificados de un retraso en la convocatoria de las elecciones, previstas para el mes de noviembre o diciembre. Si durante los próximos meses se sigue la misma tendencia que se registra desde las pasadas elecciones municipales y autonómicas, todo hace pensar que las expectativas de voto para C’s y Podemos crecen exponencialmente cuando más pronto se celebren las elecciones y viceversa.
Sin embargo, antes de las generales tenemos una cita en Cataluña. Será interesante comprobar si estas dos formaciones mantienen su fuerza en las elecciones autonómicas, a las que ambos partidos se presentan con distintos intereses: En el caso de C’s, con la posibilidad de convertirse en la primera fuerza constitucionalista del Parlament tras el desplome del PSC y del PP; y en el caso de Podemos, que está integrado en la lista Catalunya sí que es pot, porque sus resultados se leerán en función de su fuerza para modificar la agenda soberanista y colocar en el discurso una agenda eminentemente social y de reforma. Si quedara como segunda fuerza, tanto PSOE como IU tendrán un problema, y serio, en las generales.
Las elecciones catalanas pueden dar pistas sobre la fortaleza de estos partidos, una vez descontado el éxito relativo en los comicios del pasado 24 de mayo, donde Podemos no logró emerger como la fuerza de la izquierda de referencia (a pesar del éxito de las marcas ciudadanas en las grandes ciudades) y en las C’s no logró el resultado que auguraba un estado de opinión que abundaba en un desplome aun mayor del poder ‘popular’. La cita del próximo 27 de septiembre, por lo tanto, servirá para aportar pistas pero no como antesala directa de lo que pueda ocurrir en las generales.
De ahí que nos parezca aconsejable bucear en los resultados del último barómetro del CIS y establecer una comparativa sobre la evolución en las expectativas del voto a Podemos atendiendo a varios criterios: El voto declarado, la simpatía que despierta cada sigla y la suma de voto y simpatía teniendo en cuenta la variable edad de los últimos barómetros del CIS con intención de voto publicados. ¿ El motivo? No fue hasta julio de 2014 cuando el CIS comenzó a incluir a Podemos en sus estudios.
A lo largo del último año, los distintos estudios demoscópicos nos han aportado dos tendencias: C’s y, sobre todo, Podemos se habían convertido en referentes en electores más jóvenes mientras que PP y PSOE se hacían fuertes en los grupos de más edad (particularmente el PP). Algo ha comenzado a cambiar en los últimos estudios, quién sabe si por la cercanía de las elecciones generales o por el giro al centro que ha explicitado Podemos, lo que, a su vez, ha devuelto el debate al tradicional eje izquierda/derecha que la formación de Iglesias ha tratado de evitar.
Sea como fuere, Podemos sigue siendo la opción favorita entre los votantes más jóvenes, aunque los últimos estudios confirman un avance del PSOE en este segmento de edad (+8.3 puntos de voto declarado en comparación con el barómetro correspondiente a julio de 2014). Así, la ventaja de los socialistas en este sentido es que sus siglas tienen capacidad de penetración en todas las franjas de edad, sobre todo entre los votantes más mayores, que son los que también manifiesta una mayor disposición a la participación electoral: +7.7 puntos en voto directo de los ubicados entre 45-54 años; +4.7% entre los que tienen 55-64 años; y +7.4 entre los mayores de 65 años.
Primeras señales de alarma para Podemos
Como vimos en nuestro análisis del último barómetro del CIS, Podemos vive un desplome considerable en todos los grupos de edad en voto directo (salvo en la Prkfranja de 45 a 54 años (+3.7 puntos), una bajada preocupante en el grupo de edad que había sido su caladero de votos: Los menores de 25 años. En sólo tres meses, ha pasado de un voto declarado del 27% a un 16.7%, una bajada de nada menos que 10.7 puntos, que se suman a los 8.4 puntos acumulados que pierde entre los menores de 65 años (con la salvedad realizada). Si lo miramos en perspectiva, Podemos sólo avanza 2 puntos en intención de voto entre los situados entre 18-24 años desde julio de 2014, cuando el voto declarado se situaba en 11.9 puntos.
Los datos de Podemos van en paralelo a los que obtiene el PSOE en esta faceta, con un incremento paulatino de la intención de voto desde julio de 2014. Si observamos las diferencias respecto al barómetro de abril de este año, comprobamos que las expectativas socialistas avanzan en todas las franjas de edad excepto en dos grupos: los situados entre 25-34 años que, por edad, forman parte del grupo que pudo haber votado a Rodríguez Zapatero en 2004, con aquel grito del «No nos falles», y en 2008, antes del giro económico de 2010; y los que tienen entre 55-64 años, que podría pasar por el votante tradicional del PSOE.
En cuanto a los porcentajes de simpatía, los dirigentes de Podemos pueden respirar aliviados. Su marca todavía goza del favor del electorado en, prácticamente, todas las franjas de edad, aunque los porcentajes recibidos en el último barómetro se alejan de los hitos alcanzados por Podemos en octubre y abril pero, sobre todo, en enero, cuando el CIS recogió la ola de apoyo que la formación despertaba con el arranque del nuevo año. La simpatía que despierta la formación ha caído 4.8 puntos entre los menores de 25 años en estos tres últimos meses, 11.2 puntos si comparamos el dato con el que obtenía en el barómetro de enero.
Como en el caso del voto declarado, encontramos algunas curiosidades: La simpatía por Podemos aumenta entre los votantes de entre 25-34 años (+1 punto), entre los situados entre los 45 y 54 años (+3 puntos) y entre los mayores de 65 años, un espectro de edad donde a Podemos le cuesta penetrar. En ese grupo de edad, sólo el PP disputa al PSOE su hegemonía en términos de comportamiento electoral.
También en el caso del PSOE se aprecia cómo ha mejorado el grado de simpatía hacia las siglas desde 2014 en todas las franjas de edad, aunque con oscilaciones menos pronunciadas que en el caso del voto declarado. Es posible que buena parte de los que comienzan a ver con mejores ojos al PSOE que en, por ejemplo, en 2011 ya estén dispuestos a devolver su confianza -aunque las estimaciones de voto que maneja el CIS arrojen porcentajes de voto inferiores a las conseguidas por la lista que lideró Alfredo Pérez Rubalcaba en 2011-.
Por último, si sumamos Voto y simpatía, vemos que Podemos apenas avanza 5 puntos en los datos recogidos en julio de 2014, con dos retrocesos importantes en dos franjas de edad: En los ubicados entre los 35-44 años y entre los mayores de 65 años.
En el caso del PSOE, hallamos avances de casi 7 puntos (6.7) en dos franjas concretas: los situados entre los 35-44 años y los mayores de 65. No es casualidad que sea en estos grupos donde bajan las expectativas electorales de Podemos, sobre todo si tenemos en cuenta el propio recorrido generacional de estos grupos: Por un lado, hallamos a los protagonistas del baby boom, los que accedieron a la sanidad y educación pública gratuita y a la universidad, y los que han sufrido en primera persona la depauperización de las condiciones laborales, sobre todo en la última legislatura; y los jubilados y pensionistas, a los que el PP ha comenzado a cortejar con las pensiones pero que han visto cómo esa subida no compensa los aumentos registrados, por ejemplo, gracias al repago farmacéutico.
Los datos, por lo tanto, parecen indicar que, en voto declarado, el PSOE avanza posiciones y que ese avance se nutre de la bajada de las expectativas de Podemos. Sin embargo, conviene tener en cuenta el que más del 30% de los ciudadanos aún no tiene decidido su voto o prefiere no declararlo. Esa circunstancia obliga, por lo tanto, a revisar con mayor atención los datos en torno a la simpatía y al recuerdo del voto para entrever cómo será el comportamiento del electorado en la próxima cita electoral
Posibles causas de la caída de Podemos
Entre las razones que puedan explicar este descenso en las expectativas de voto, que podrían convertir a Podemos en un partido sostén del PSOE y no en el actor principal del cambio de régimen, encontramos tres factores que pueden a su vez ser complementarios entre sí:
- El proceso de institucionalización del partido, que ha conllevado una renuncia a la oferta electoral con la que se presentó a las elecciones al PE de mayo de 2014 y que le ha hecho acercarse a una suerte de socialdemocracia escorada a la izquierda del PSOE. Como a menudo se suele afirmar, los votantes prefieren el original a la copia, y la posición centrada de Podemos en asuntos como la deuda o su incomodidad ante el debate soberanista no hace sino hacer que el PSOE gane puntos (algo que, seguramente, irá en aumento cuando comience la campaña electoral catalana).
- A los problemas internos, tanto en relación con la salida de referentes como Juan Carlos Monedero de la primera línea como en la gestión de la discrepancia interna en relación, por ejemplo, a la concluencia con formaciones como IU. La negativa de Podemos a acudir en una lista conjunta con IU y con las mareas (salvo que ambas opciones renuncien a sus siglas para insertarse en Podemos) ha puesto en evidencia un liderazgo que se puede entender como arrogante, sobre todo ante la constatación de que, por sí solo, Podemos no puede desbancar al PSOE como la fuerza de referencia en el centroizquierda. Será interesante ver cómo se redirige el proceso y, sobre todo, si Podemos se muestra dispuesto a renunciar a su marca por un bien mayor.
- A los acuerdos alcanzados por la formación tras el 24M con formaciones como el PSOE en CCAA como la Comunidad Valenciana, Aragón, Extremadura o CLM. Puede haber potenciales electores de Podemos que entiendan que para este camino no hacían falta alforjas ya que, en la práctica, el PSOE está ejecutando la política que llevaba en su programa electoral. Por raro que parezca, los socialistas, pese a su pérdida de poder en forma de votos el 24 de mayo, ha salido reforzado como un partido ganador, lo que le aporta un ímpetu que podría ser fundamental en la próxima cita electoral
Habrá que permanecer atentos a la vuelva al ruedo de Pablo Iglesias. Por ahora, ha quedado claro que, sin su exposición mediática, el protagonismo de Podemos se resiente.