27-S: Qué se vota en Cataluña

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Hoy están llamados a las urnas 5.5 millones de catalanes que elegirán, con su voto, el nuevo Parlament del que saldrá el nuevo Gobierno catalán, el encargado de negociar la hoja de ruta acordada por los partidos independentistas  -a la espera de que las urnas certifiquen o no una mayoría absoluta de escaños y/o votos- o de una salida a la crisis del modelo de Estado que cristalizó durante la celebración de la Diada en 2012 y que puso de manifiesto, al menos, el malestar de buena parte del pueblo catalán respecto al statu quo.

Estos comicios, que se adelantan un año respecto a la fecha prevista, llegan tras una legislatura en la que se han evidenciado la fractura causada por una crisis económica que, en el caso de Cataluña, se ha traducido en la puesta en marcha de un proceso alternativo al del conjunto del país. Estamos ante la constantación de que el suflé se ha convertido en un bizcocho.

Tras la masiva manifestación de 2012, el Gobierno central actuó sin creerse que el desafío iba en serio. El silencio de Mariano Rajoy y su gobierno denotaba que estaban convencidos de que todo se reconduciría tras el no reiterado a plantear un diálogo sobre el presente y el futuro de Cataluña. Los hechos muestran el error de diagnóstico: durante cuatro años consecutivos se ha certificado que hay en marcha un proyecto alternativo a España, un proyecto ilusionante para las generaciones más jóvenes (sobre todo entre los menores de 50 años), y que el hecho de que Artur Mas sea la cara visible del proyecto no parece restar legitimidad al convencimiento de que la incertidumbre del futuro es mejor que la realidad del presente.

El pasado 11 de septiembre, 1.4 millones de catalanes volvieron a manifestarse con motivo de la Diada. En esta ocasión, ocuparon la Meridiana de Barcelona para gritar «independencia» en una muestra de celebración cívica que, por cuarto año consecutivo, se volvió a hacer escuchar en Madrid. Como viene siendo habitual, no se escucharon insultos contra España o los españoles, lo que supone la mejor constatación de que se entiende que el proyecto se da por agotado y que el objetivo es desconectarse pacíficamente.

En esta ocasión, la celebración de la Diada coincidió con el arranque de la campaña electoral para renovar el Parlament, una convocatoria que ha atravesado la campaña por las quejas de los partidos constitucionalistas a la cobertura de TV3, que emitió el discurso de Artur Mas (número 4 de la lista Junts pel sí) y en la que el presidente de la Generalitat dio algunas claves en torno al proyecto que lidera la lista soberanista.

Durante la última semana, la campaña ha estado jalonada de amenazas más o menos veladas del establishment, con mención especial a la posición de la banca, que ha roto su neutralidad habitual para posicionarse públicamente contra el proceso independentista, o de antiguos referentes en Cataluña como Felipe González, uno de los grandes beneficiados de los resultados del PSC en Cataluña durante sus gobiernos.

Un escenario de partidos novedoso

Las elecciones se celebran tras los ecos del caso Pujol y del famoso 3% que CiU habría cobrado durante años en forma de mordidas por adjudicación de obra pública y bajo la premisa de la voladura del sistema de partidos catalán instaurado desde la Transición:

  • Por un lado, son las primeras elecciones en las que la marca CiU no se presenta como tal: Convergència ha pasado a formar parte de la lista unitaria, mientras que Unió Democrática de Catalanya se presenta en solitario, con opciones de quedar sin representación parlamentaria, según los sondeos sobre intención de voto
  • Por otro lado, el proceso ha puesto en evidencia las dificultades del PSC, que ha evidenciado dos problemas: Sus dificultades para conjugar lo que se conocía como las dos almas del PSC (la socialista y la catalanista) y el efecto arrastre de la marca PSOE tras el último gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. A los intereses del PSC no parecen ayudar, por cierto, las exposiciones de viejas glorias como González, que enarbola posicionamientos que rayan la paranoia, como por ejemplo al comparar el derecho de autodeterminación con el estalinismo.

El Parlament catalán, uno de los más fragmentados del país, recogerá así los cambios partidistas que también se están produciendo en otras partes del país: La presencia de partidos nuevos, como Catalunya Sí que es Pot (en la que está integrada la marca Podemos), y el ascenso de dos formaciones con ADN catalán:

  • Las CUP, formación que podrían haber servido de modelo de funcionamiento para Podemos y que en Cataluña representa buena parte del ideario que la formación de Pablo Iglesias enarboló durante las elecciones al PE -propuestas que ha ido moderando según avanzó el ciclo político-.
  • Y C’s, el partido de centroderecha que ha conseguido desplazar al PP como la alternativa constitucionalista al proyecto que se identifica con Artur Mas, y eso a pesar de que el presidente de la Generalitat en funciones se sumara a la ola que cristalizó en septiembre de 2012. Albert Rivera podría usar el trampolín catalán para lograr una cuota de influencia en el próximo parlamento español, que también recogerá las tendencias que hemos podido ver durante este largo año electoral: Una fragmentación creciente y la posibilidad de formar gobiernos de coalición. En esta experiencia, por cierto, Cataluña ya tiene mucha práctica.

Las urnas también reflejará el éxito de la campaña del independentismo, que ha logrado colocar, por méritos propios y ayuda externa, el mensaje de que éstas son unas elecciones en las que los catalanes votan por su dignidad, convirtiendo la convocatoria en un plebiscito sobre el encaje de Cataluña en España.

El intento de los partidos constitucionalistas y de CSQEP de romper este discurso ha quedado roto por la propia evolución de la campaña, con hitos como el debate protagonizado por el número 5 de la lista de Junts pel Sí, Oriol Junqueras, y nada menos que el ministro de AAEE, José Manuel García Margallo, y la guerra sin cuartel en forma de amenazas sobre los males que sufrirá Cataluña si sus ciudadanos cometen la irresponsabilidad de votar sí a la independencia.

En un contexto en el que harían falta propuestas inclusivas o construir un proyecto atrayente para que los catalanes no sientan el deseo de desconectarse de España, sólo hemos tenido salidas de tono como las del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, comparando un proceso absolutamente pacífico con el terrorismo de ETA. Este tipo de declaraciones dan una muestra de cómo los argumentos e insultos han aumentado en decibelios durante la última semana de campaña. Imaginamos que a nadie le sorprenderá que este tipo de pronunciamientos tengan el efecto contrario al perseguido: Animar a los catalanes a decidir su futuro planteando una desconexión de la España que proyectan este tipo de personalidades.

El 28-S comenzará la partida en serio

Y esa partida dependerá de lo que ocurra en las urnas. Ninguno de los sondeos sobre intención que hemos analizado en este blog sitúa a Junts pel Sí por encima de la mayoría absoluta de escaños, por lo que dependerá de lo que finalmente consiga la CUP. Ya hemos visto que, en términos de porcentaje de voto, ni siquiera la suma de los apoyos recibidos por las dos fuerzas arroja una mayoría absoluta que revalide la mayoría de escaños. En función de la diferencia que haya respecto al 51% necesario, escucharemos argumentos a favor o en contra de la legitimidad de la puesta en marcha de la hoja de ruta.

Sin embargo, y a pesar de que las candidaturas a favor del proceso no lleguen al 51% de apoyos, sería un suicidio negar la dimensión del problema en una CCAA en la que más del 45% de sus ciudadanos muestran desafección al sistema actual  -con un porcentaje elevadísimo que preferiría comenzar la desconexión con España-. En este punto, será interesante comprobar la cintura política de Mariano Rajoy, uno de los protagonistas de esta historia por su negativa a hablar de todo lo que hable de reforma constitucional o de cambiar las relaciones entre Cataluña y el resto del país, aunque sólo sea desde el punto de vista fiscal.

El viernes, el ministro de AAEE, aseguró desde EEUU que, pase lo que pase en la noche electoral, «el 28 saldrá el sol y tendremos que volver a hablar, tendremos que tender puentes». Será muy interesante comprobar los movimientos de los actores protagonistas del proceso, movimientos que dependerán del apoyo que reciba cada candidatura en las urnas.

¿Un test para las generales?

A pesar de sus particularidades, las elecciones autonómicas catalanas suponen el primer test de lo que puede suceder en la próxima convocatoria electoral para renovar las Cortes Generales. En este contexto, conviene tener en cuenta algunas apreciaciones que tienen que ver con los réditos que los partidos con proyección nacional puede obtener de cara a esos comicios y que pueden explicar por qué se han adoptado las estrategias que hemos visto.

  • C’s es el partido que mayor rédito directo puede obtener. Todos los sondeos sobre intención de voto le sitúa como la principal fuerza de la oposición, a más de 40 escaños de distancia de Junts pel Sí. C’s, como partido catalán que ha dado el salto a España, tiene en Cataluña el mejor escenario para medir su fuerza en la próxima cita electoral. Sin embargo, no habrá traslación directa de sus resultados con el apoyo que pudiera recibir en las urnas en las generales, ya que en esa cita competirá con el PP y, en menor medida, con el PSOE, dos formaciones que van concentrando y estabilizando sus expectativas de voto.
  • El principal motivo por el que no se puede producir esta extrapolación tiene que ver con el PP, un partido que puede convertirse en residual en Cataluña pero que, sin embargo, puede usar esta plataforma para ganar votos en el resto del país (sobre todo en feudos donde el pasado mes de mayo tuvieron malos resultados). Además de Cataluña, ayudará la evolución de los consistorios y gobiernos autonómicos formados para expulsar al PP del poder (sobre todo en lugares como Madrid, Valencia o las capitales gallegas). Así, es fácil percibir en esta campaña electoral cómo Génova comienza a calar mensajes dirigidos a sus potenciales votantes de diciembre. Como hemos señalado en otros instantes, la elección de Xavier García Albiol puede ayudar, y mucho, a sus intereses de país, aunque eso implique dar por perdida Cataluña.
  • El PSC acude a las urnas con una doble realidad: la de la pérdida de poder tras haber sido uno de los partidos centrales del sistema político catalán; y la propia existencia del PSC como partido separado del PSOE, lo que puede ayudar a Ferraz a maquillar el mal resultado que se producirá este domingo  [un resultado que será menos dramático de lo que se esperaba hace meses, cuando algunos sondeos situaban al PSC en torno al 10% de intención de voto]. Es muy posible que la posición que Miquel Iceta defiende cuando no está bailando sea la única factible y en positivo, aunque tiene un problema de base: llega muy tarde, con un problema muy enquistado, en un partido en el que se suceden las voces que dicen al mismo tiempio sí y no al nuevo sistema de financaicino, sí y no a la reforma d ela CE que reconozca la singularidad de Cataluña, y sí o no a buscar una fórmula que permita a los catalanes votar su futuro.
  • Podemos está inserto en la candidatura Catalunya sí que es Pot en una de las primeras pruebas de que es posible llegar a una confluencia de cara a las elecciones generales sin la marca Podemos. Sin embargo, este movimiento es engañoso y parte de una evidencia: la debilidad de Podemos en una CCAA en la que sus postulados han sido defendidos tradicionalmente por ICV y por la CUP, una de las formaciones que puede dar la campanada en estos comicios. Cataluña supone un escenario que dista mucho respecto a lo que ocurre en Madrid, la Comunidad Valenciana o Andalucía, de manera que esta primera vuelta de las generales deben ser tomadas con mucha precaución respecto a la proyección nacional de Podemos. En este sentido, llama la atención cómo se ha ido desinflando su candidatura a lo largo de las semanas, de manera que ningún sondeo plantea que pueda conseguir ser segunda fuerza parlamentaria. Esta conclusión tiene también una evidencia indirecta: su estrategia de romper el eje independentismo/no independentismo no ha servido, de manera que en la campaña no se habló finalmente de temas sociales o del proceso constituyente, sino de la independencia. Minipunto para Junts pel Sí.

Muchos, fuera de Cataluña, muestran su hartazgo por la insistencia en el tema catalán como argumento político. La mala noticia para ese porcentaje de población es que Cataluña seguirá siendo un tema recurrente hasta, al menos, las próximas elecciones generales, sobre todo en el argumentario de campaña del PP.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
Esta entrada fue publicada en C's, Cataluña, elecciones, Podemos, PP, PSOE. Guarda el enlace permanente.

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