Quiroga abandona. Cospedal pierde la partida

Arantza Quiroga se va de la política. La presidenta del PP vasco arroja la toalla y dimite como presidenta del PP vasco tras ser desautorizada y obligada a retirar la iniciativa en el Parlamento de Vitoria con el fin de lograr un acuerdo político por la paz y la convivencia en Euskadi que incluyese a todos los partidos, incluida la izquierda abertzale. Una propuesta felicitada desde todos los partidos, excepto desde el suyo y la AVT, que emitió un comunicado en estos términos: «Profundo malestar por la moción presentada ayer en el Parlamento vasco por el PP en la que propone la constitución de una ponencia parlamentaria que estudie un acuerdo de mínimos sobre los principios y valores que deben regir la libertad y la convivencia»

Abandona Quiroga, una apuesta de María Dolores de Cospedal, que ganó el Congreso del PP vasco con el 73% de los votos, con polémicas que tuvieron como protagonistas a los que apoyaban los postulados de Alfonso Alonso, un hombre de la vicepresidenta del Gobierno que ya confirmó su poder en la elección del presidente del partido en Andalucía.

Este miércoles, explicó las razones de una dimisión que ya se daba por descontada y que se produce a dos meses de las elecciones generales y a un año de las autonómicas para renovar el Parlamento vasco. Tras permanecer seis días en silencio total, un plazo al que, según la secretaria general del PP, tenía derecho para descansar, la dirigente ‘popular’ dio una rueda de prensa en la que, a su manera, admitió que ha tomado el único camino posible tras la desautorización pública de la pasada semana.

Durante su intervención, Quiroga defendió la iniciativa del PP vasco, una iniciativa valiente y muy arriesgada si tenemos en cuenta la posición del partido en torno al proceso de paz y el fin de ETA: «Era una obligación presentarla, porque quiero que esta sociedad pueda convivir en paz y libertad, aunque puede ser discutible si era oportuno el momento».

A pesar de que Génova dio la orden de retirar la iniciativa, Quiroga aseguró que «la volvería a presentar una y mil veces» y defendió su gestión al frente del partido durante este periodo: «He tratado durante estos dos años de entender que el PP tenía que hacer una transición desde la resistencia hasta la influencia».

Y ante la evidencia de un partido fragmentado, en buena medida por las diferencias en torno a la posición que el PP debe jugar en este periodo y en el futuro, Quiroga admitió su derrota: «He tratado de hacerlo pero también les tengo que decir que he fracasado en tratar de aunar voluntades detrás de este objetivo. Ante esa realidad creo que lo más honesto es apartarse, echarse a un lado para que otros desde atrás puedan coger el relevo y llevar adelante este proyecto».

Esta dimisión, por el momento en el que se produce, reúne en sí algunos de los dramas en los que lleva atenazado el PP desde que entendió que la lucha contra el terrorismo debería formar parte de su agenda política y mediática, aunque eso supusiera acusar a un presidente del Gobierno de traicionar a las víctimas del terrorismo (también a las de su partido) o mantener cierta teatralización a pesar de la desaparición de la amenaza.

Freno al intento de tomar la iniciativa

Cuando está a punto de cumplirse cuatro años del comunicado de ETA en el que la banda terrorista anunciaba el cese definitivo de la violencia, Quiroga ha intentado tomar una delantera que obligara al partido de moverse para evitar un futuro de irrelevancia en Euskadi (parecido al que el partido sufre en Navarra y en Cataluña tras las pasadas elecciones).

A falta un año para que se celebren las elecciones autonómicas en Euskadi, los datos de las últimas citas en las urnas no invitan al optimismo. He aquí una recopilación con los resultados obtenidos por el PP vasco en las elecciones locales, autonómicas y al PE celebrados desde 1998, en mitad de la primera legislatura de José María Aznar, cuando la cuestión vasca se puso en el epicentro de la estrategia del partido a nivel nacional:

CapturaEuskadi

En 1998, Carlos Iturgaiz lideraba un partido que obtuvo 251.743 votos en las elecciones al Parlamento vasco, una cifra que en 2001 superó Mayor Oreja como cabeza de cartel: 326.933 votos y 19 diputados. Desde entonces, la caída de apoyo al PP vasco ha sido paulatino en las elecciones autonómicas y también en las locales: entre 2003 y 2015, los ‘populares’ vascos se han dejado 110.000 votos votos en las elecciones municipales, más de 150.000 si comparamos los resultados de las elecciones europeas de 1999 y de 2014.

Con su iniciativa parlamentaria, la presidenta del PP vasco trató de forzar un movimiento similar al que Alicia Sánchez-Camacho realizó hace dos años respecto a Cataluña: Reconocer que en Cataluña había un problema y forzar un movimiento en el partido con la filtración de un documento en el que hablaba de la necesidad de que Cataluña tuviera una financiación ad hoc dado su tamaño y su aportación a las cuentas del Estado. Sánchez-Camacho vio cómo su propuesta era enmendada en público por la dirección del partido, lo que, unido a su vinculación con el caso de espionaje de La Camarga, aceleró su final al frente del PP catalán.

De la misma manera que su compañera, Quiroga vio cómo Madrid no quiere ni oír hablar de traspasar lo que han sido las líneas rojas del partido durante los últimos lustros, conscientes de que cierta posición de fuerza respecto a los nacionalismos periféricos puede ayudar a ganar votos en otras zonas del país que castigaron con fuerza a los ‘populares’ en las elecciones de pasado mes de mayo: Igualdad de todos los españoles desde el punto de vista financiero (salvo que vivan en Navarra y Euskadi) y negar el pan y la sal a la izquierda abertzale a la espera de la escenificación de la entrega de armas por parte de ETA.

Hablamos de posiciones sobre la que se ha construido cierto mantra en el PP desde que José María Aznar tomó las riendas del partido, unos principios y valores que parecen más difíciles de cambiar de lo que se piensa a tenor de lo ocurrido estas semanas. Y eso a pesar de los avisos de desconexión del partido respecto a la sociedad, mensajes que deberían obligar a tomar decisiones o, al menos, mostrar que se toma nota.

No parece de recibo que, ante la dimisión de Quiroga, el Gobierno reaccione atribuyéndole una «decisión personal«, sobre todo si quien pronuncia esas palabras es José Luis Ayllón, secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y uno de los hombres que más cerca están de Sáenz de Santamaría, virtual ganadora del pulso por el poder que mantiene con Cospedal, que parece estar ya en franca retirada.

Por ese motivo, y porque esta dimisión no sólo no frena la crisis en el PP vasco sino que la evidencia, la Junta Directiva regional del PP vasco se reunirá en los próximos días para designar al sustituto de Quiroga al frente del partido. Por si acaso,  Borja Sémper ya ha avisado de que no habrá tutelas de Génova para nombrar a esa persona. Su nombre suena entre los probables para ese cargo, junto al de Alonso, Iñaki Oyarzábal (un hombre cercano al ministro de Sanidad) o Javier de Andrés.

La crisis del PP vasco es el enésimo problema interno que se encuentra Rajoy en un partido que es disciplinado pero en el que comienzan a saltar las costuras orgánicas ante un evidente retroceso de poder territorial, un problema que se agudizará si, tras el 20-D, el PP no revalida su triunfo para ocupar La Moncloa. Es por esto por lo que la prudencia invita a guardar silencio en unos cuadros que comienzan a reflexionar en voz alta, como ocurrió este miércoles con la entrevista del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en El Mundo o la carta de Cayetana Álvarez de Toledo a Rajoy en ese mismo periódico.

A menudo se habla del PSOE como un partido que, próximamente, podría confirmar que tiene sólo músculo en la meseta sur del país. Algo similar puede terminar ocurriéndole al PP, cuya fortaleza se diluye en territorios clave como Euskadi, Navarra o Cataluña, CCAA que pasan por ser, junto con Madrid, los referentes económicos del país.

CODA. Nos limitamos a señalar algunos de los mensajes que Montoro trasladó a través de las páginas de El Mundo, mensajes dirigidos al PP presente y a Aznar:

  • «Lo malo no es la crítica del adversario, que estimula tu campo, sino la de los tuyos, que confunde al personal. Hay compañeros míos que se avergüenzan de lo que hemos hecho. Lo explican sin convicción porque en el fondo se avergüenzan de ser del PP. Pero yo creo que España necesita otro Gobierno del PP. Sin ninguna duda».
  • Mensaje al PP y a su intento de humanizar la comunicación: «¿Economía con alma? ¡Pero qué tontería es esa! Como si hubiera economía sin alma. Economía es el viaje de novios que se regalan hoy quienes no pudieron casarse en la crisis».
  • «Me acusan -¡incluso mis compañeros!- de que no conozco lo que pasa en la calle: ¡pero cómo se puede decir eso! ¡Si hay alguien que conoce lo que pasa en la calle soy yo! Igual que el médico que descifra un electrocardiograma sabe más de la salud del paciente que el enfermero que le echa una ojeada al color de la piel. Yo sé que el pago fraccionado de sociedades a proveedores ha subido un 16%, y que la recaudación por IVA de las pymes ha crecido un 11%; eso no es macro, eso es que la gente está facturando más, está ingresando más, está viviendo mejor. Que no me hablen de la diferencia entre macro y micro: la economía es una».
  • Mensaje a Aznar: «Yo estoy en política por él, pero no puedo admirar a alguien que ahora se dedica al ‘business’ y da lecciones desde fuera. Esto es como el quirófano. No moleste, estamos operando».
  • «Podrá pasar lo que sea en diciembre, pero mi gestión se puede medir. A otros que los midan por sus palabras. A veces me veo en un vídeo y percibo en mi forma de sonreír ese halo que parece arrogancia. ¡Pero sólo es seguridad! ¡Es que yo sabía que esta política era la correcta!»
  • A Margallo: «Margallo es un hombre muy inteligente, pero los demás no somos del todo estúpidos. Él lleva diciendo eso desde 1994, pero uno tiene que saber revisar sus ideas con el tiempo porque, si no, es rehén de su propia arrogancia intelectual».
  • A Rato, para quien trabajó en Economía durante los mandatos de Aznar: «Si todo es verdad, hay que preguntarle: ¿cómo alguien de tu nivel de renta puede usar una ‘black’ para ahorrarse unos miles de euros?»
  • «A mí no me ha puesto el Ibex. Ahora alguno de allí hasta me da las gracias en privado. Les tuve que pedir una contribución, pero ahora están ganando todos más que cuando llegué, menos alguno. Yo soy un ministro de derechas raro, porque el Ibex no me quiere. Claro, este Gobierno ha gravado las indemnizaciones millonarias para grandes directivos, que con Zapatero estaban libres de impuestos. A mí me ha puesto la gente: mi escaño en Sevilla logró el récord de voto popular en 2011. Y un señor de Pontevedra al que le desaconsejaron -me he enterado hace poco- mi nombre me propuso este puesto. Cuando le pregunté por qué, me respondió: ‘Porque eres un señor de Jaén que no tiene hipotecas»

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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