La presentación de la resolución que insta al Parlament catalán a iniciar el proceso de independencia de Cataluña respecto al resto del país ha tenido el efecto esperado: Cataluña se ha convertido en el asunto principal de campaña de los partidos con opciones a conseguir un buen resultado el próximo 20 de diciembre. Así lo quiso Mariano Rajoy, que tras años de silencio y de aparente inmovilismo, ha decidido usar el impulso electoral para responder a los movimientos que proceden del Parlament por dos vías: La vía judicial, con el anuncio de que instarán al TC a que anulen la resolución cuando sea aprobada, y con una escenificación política en pro de la defensa de la unidad de España.
Hace unos días ya dimos cuenta de la ronda de contactos iniciada por el presidente del Gobierno en La Moncloa, unos encuentros que han servido para trasladar dos mensajes: El más importante es que las cosas han cambiado tanto, a la espera de que las elecciones del 20 de diciembre certifiquen la representación de las nuevas fuerzas políticas, a las que se invita a participar en la solución del problema; y para constatar las muchas semejanzas, en torno a este asunto, de los principales partidos con opciones a gobernar a partir del 20 de diciembre.
Sánchez se queda compuesto y sin rueda de prensa
Primero fue el turno del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que acudió al palacio de la Moncloa para mantener un encuentro discreto con Rajoy en el que, según ambas partes, coincidieron en el diagnóstico: defensa de la unidad de España ante el reto del Parlament catalán. La coincidencia fue tal que tanto Moncloa como el PSOE emitieron un comunicado idéntico que se acompañó con una fotografía de ambos líderes en los jardines del Palacio de la Moncloa.
Este encuentro no fue puesto en conocimiento de la prensa hasta después de haberse producido, algo que no tendría más reparo si no se hubieran precipitado otros acontecimientos en torno a la apertura de contactos con los partidos emergentes, que sí aprovecharon la cita para intentar revestir a sus líderes en candiatos presidenciables.
Tras ver el rédito político que, sobre todo, Rivera extrajo del encuentro, es más que probable que tanto Sánchez como su equipo estén lamentando el momento en el que preguntaron a Moncloa por la conveniencia de filtrar la reunión con Rajoy.
Moncloa reconoce a Iglesias y Rivera como actores
Desde la presentación de la resolución en el Parlament, PP, PSOE y C’s mostraron una postura casi idéntica en torno a la reacción ante lo que en Madrid se entiende como un desafío a la unidad de España. De ahí que no sonara muy raro que, tras el encuentro de Rajoy con Sánchez se supiera de Albert Rivera, líder de C’s, había sido convocado en La Moncloa.
La cita fue difundida por C’s, lo que obligó a su vez a Moncloa a reaccionar: la citación se transformó en algo oficial, por lo que ya se daba por descontado que Rivera acudiría a la sala de prensa de Presidencia para dar cuenta de su encuentro con el presidente del Gobierno.
La diferencia de tratamiento respecto al PSOE ya estaba clara, como quedaban claras las implicaciones de invitar sólo a Rivera a esta ronda de contactos: Se reconocía el papel de C’s como actor fundamental no sólo en relación a la política catalana (no en vano en el principal partido de la oposición), sino en la adopción de una estrategia común para responder al desafío del Parlament catalán. Es decir, se reconocía que la partida se abría y que ya no servía sólo con exhibir unión entre las dos fuerzas políticas políticas tradicionales, PP y PSOE, sino que era necesario mostrar que las cosas han cambiado y que se reconoce el avance de otros partidos, aunque no tengan hoy representación en el Congreso de los diputados. De ahí que se hiciera extensible la cita a Pablo Iglesias, líder de Podemos.
Rivera fue convocado a las 13.30 horas e Iglesias a las 17.30 horas. La elección horaria tampoco fue casualidad: El encuentro entre Rajoy y el líder de C’s entraría en los informativos del mediodía mientras que las conclusiones de la cita entre el presidente del Gobierno y el líder de Podemos quedaría relegado a los informativos nocturnos. Si tenemos en cuenta que para el ciudadano medio la atención por la política decrece con la llegada del fin de semana y que se entiende que éste comienza a las 16 horas, el efecto es claro: La posición de Rivera, a priori, sería más seguida que la de Iglesias.
Albert Rivera, presidenciable
Vestimenta inmaculada, traje sobrio, corbata a juego y lenguaje corporal que invita al diálogo y/o encuentro. Así pudimos ver a Rivera, al que se le vio con una postura cómoda pero no familiar. Tanto sus hombros como sus manos se volcaban hacia delante, en un gesto que suele invitar a hablar y a acordar. En la fotografía que destacamos, difundida por AFP, vemos cómo Rajoy elude la mirada de Rivera mientras habla, un Rajoy que no parece, precisamente, llevar la iniciativa.
Durante la rueda de prensa posterior señaló que había escuchado las ideas del Gobierno sobre la actuación ante la resolución; que había mostrado el apoyo a C’s al Gobierno en el cumplimiento de las leyes; y le ha trasladado la idea de un pacto por España, para que quede claro que «España no está en juego (ni) se rompe».
Y, de paso, anunció que se pondría en contacto con el líder del PSOE por la tarde, tomando la iniciativa también respecto al contacto con el que, según las encuestas, puede ser su rival más inmediato el próximo 20 de diciembre. Poco después se supo que Sánchez había enviado un mensaje a Iglesias el viernes por la tarde y que ambos quedaron en hablar de Cataluña este sábado.
Pablo Iglesias intenta marcar distancia
Éste era el primer encuentro oficial entre Iglesias y Rajoy y la cita dio los titulares esperados: El presidente del Gobierno fue fotografiado al recibir a Iglesias, que le regaló una edición en dos volúmenes del Juan de Mairena de Antonio Machado. Ya durante la reunión, pudimos ver mucho lenguaje no verbal en los protagonistas del encuentro: Postura excesivamente relajada del líder de Podemos, que mostraba así que no le imponía en absoluto acudir a un lugar tan simbólico como el Palacio de la Moncloa. De nuevo, Iglesias vestía muy informal, como constraste al estilo sobrio de Rivera, y se pudo ver el guiño de la libreta morada sobre la mesa.
Ya vimos algo de esta puesta en escena durante los primeros encuentros de Pablo Iglesias con Alberto Garzón, cuando la lista de confluencia aún estaba en juego. Entonces, la posición del líder de Podemos evidenciaba que estaba sobrado y que era su partido el qu tenía la sartén por el mango.
La posición de Iglesias, durante la reunión, podía intentar trasladar un mensaje parecido, aunque creemos que el resultado no es el mismo: Iglesias tiene 37 años y Rajoy casi le dobla en edad. Sólo esta circunstancia ya muestra que hablamos de personas que pertenecen a distintas generaciones; si añadimos, además, la manera de sentarse, bien podríamos concluir que estamos ante el encuentro de un padre (serio, con sentido común, como le gusta decir a Rajoy) frente a su hijo (algo rebelde, como implica no vestirse conforme a la norma en un encuentro tan importante como éste).
En la rueda de prensa posterior, habló de las diferencias que trasladó al presidente del Gobierno e insistió en la idea de la reforma constitucional, con mención expresa al reconocimiento de Cataluña como nación, para dar salida al conflicto. De paso, trazó una línea roja entre lo que antes se conocía como bipartidismo (ahora incluye también a C’s) y Podemos, partido del que habló como una opción alternativa a lo que ha representado el establishment, también respecto a la manera de abordar el reto catalán: «Frente al búnker, vamos a ofrecer responsabilidad de Estado», dijo.
CODA. La Moncloa confirmó que este martes lunes Rajoy mantendrá encuentros con Alberto Garzón, cabeza de cartel de Ahora Madrid, que acude como representante de IU (tercera fuerza parlamentaria a nivel estatal); con Josep Antoni Duran i Lleida (y eso a pesar de los nefastos resultados de Unió en las elecciones); y con Andrés Herzog, cabeza de lista de UPyD, sin opciones a conseguir ningún escaño en la próxima cita electoral.
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