El presidente de Portugal, Aníbal Cavaco Silva, cedió finalmente y encargó la formación del Gobierno a António Costa, el líder del Partido Socialista. La decisión llega dos semanas después de que los socialistas, apoyados por los comunistas, el BE y los Verdes, tumbaran el Gobierno del primer ministro, Pedro Passos Coelho, cabeza de lista de la coalición de partidos que ganó las elecciones legislativas del pasado mes de octubre. Una decisión inédita en un país que tenía como tradición no escrita que gobierne el partido más votado en las urnas.
Cávaco Silva, adscrito al partido partido conservador, tomó esta decisión después de que Costa le remitiera en un escrito no hecho público que habría puesto fin a las dudas de Cávaco Silva respecto a algunos de los puntos recogidos en el pacto firmado por los partidos de izquierda en las semanas posteriores a los comicios. Entre estos puntos figuran: el compromiso de cumplimiento de los objetivos déficit, la estabilidad del sistema financiero; que se darán las condiciones para la aprobación de los Presupuestos Generales de 2016, documento que hay que remitir a Bruselas; y un acuerdo que garantice el «respeto por los compromisos internacionales del país en el ámbito de las organizaciones de defensa colectiva» -en referencia a la OTAN-.
Está previsto que el nuevo Gabinete jure su cargo a finales de esta semana. Además, parece que el acuerdo suscrito no tendrá una traslación directa en la formaciónd de un gobierno de coalición entre los partidos firmantes como ya ocurrió en la legislatura 2011-2015 entre el partido del PSD de Passos Coelho y el PP-CDS de Porta. Todos los ministros del Ejecutivo procederán del PS o de independientes de destacada trayectoria.
Todo hace indicar que el giro político a la izquierda conllevará una relajación de las políticas de austeridad que han presidido en Portugal desde la petición del rescate como país en 2011. En este sentido, Carlos César, presidente de los socialistas, aseguró: «Nuestras prioridades son conocidas: la recuperación de las condiciones (económicas) de buena parte de la población, que vive con gran dificultad, y simultáneamente apoyar la economía empresarial para crear empleo y crecimiento». Y, de paso, defendió la puesta en marcha de los puntos recogidos en el acuerdo firmado con comunistas y el BE: la reposición de los recortes de los salarios de los funcionarios públicos durante 2016, descongelar las pensiones y frenar las privatizaciones en los transportes públicos.
Por su parte, Catarina Martins, del BE, confirmó cuál será el papel de su formación frente al Gobierno: «Seremos la garantía y el compromiso por los salarios y pensiones, en favor de la seguridad social, la educación y la sanidad. Tendremos un país un poco más justo. Este acuerdo y la derrota de la derecha es apenas un buen inicio». Mientras, el gran derrotado, el PSD, alertó de la «fragilidad e inconsistencia» y aseguró que asiste a estos primeros pasos en la formación del Gobierno con preocupación.
El cambio político que certificaron las urnas ya se ha notado. Esta semana, el Parlamento dio luz verde a cuatro certificados que legalizan la adopción para parejas del mismo sexo, cinco años después de que fuera aprobado en el país el matrimonio homosexual. La propuesta contó con el apoyo de todos los partidos de izquierda y del voto afirmativo de 19 diputados del PSD.
CODA. Cávaco Silva confirmó que las elecciones presidenciales se celebrarán el próximo 24 de enero. Ya se han postulado más de una quincena de candidatos, aunque el favorito, según las encuestas, es Marcelo Rebelo de Sousa, respaldado por los conservadores y muy conocido por su trayectoria como comentarista televisivo, que competirá contra António Sampaio de Novoa y Maria de Belém, ambos socialistas. Los comunistas ya apoyaron a Edgar Silva y el Bloque de Izquierda hizo lo propio con la eurodiputada Marisa Matías.
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