Este miércoles, el presidente del Gobierno y cabeza de lista del PP a las elecciones generales del próximo 20 de diciembre, estará en el programa de entrevistas que presenta Bertín Osborne en TVE, En tu casa o en la mía. El programa con Rajoy se emite justo una semana después de la cita del presentador con el líder del PSOE, Pedro Sánchez, que fue seguida por 3.7 millones de espectadores, un 20.4% de audiencia, que pudieron disfrutar del perfil humano del candidato.
Hora y media de una larguísima y aburrida entrevista en la que se percibieron las dificultades del presentador para extraer algo interesante de un candidato tan encorsetado como Sánchez, que volvía a aparecer con su habitual camisa blanca y muy mal maquillado. En cuanto al contenido del encuentro, nos enteramos de que la vida del político es muy sacrificada, que apenas ve a su familia; que manifestaba estar profundamente enamorado de su esposa, a la que regala flores cada mes; que se enteró de lo atentados de París porque le telefoneó el primer ministro francés, Manuel Valls; que no se le da bien la cocina, como demostró al preparar un zumo en la cocina de Osborne; y que, sobre todo, fue muy ligón en su juventud.
El programa, emitido el día que se conmemora la lucha contra la violencia de género, pudimos ver testosterona en estado puro, con Sánchez admitiendo que ligaba más con su labia que con el baile y con Bertín Osborne señalando que había que trabajarse a las mujeres para conseguir sus favores, afirmacion que suscitó la carcajada de Sánchez. El candidato del PSOE recordó sus vacaciones en Mallorca durante su infancia (un destino prohibitivo para la mayoría de las familias trabajadoras y de clas media con la que le gusta compararse) y que en su juventud bailaba breakdance, mientras recordaba, de nuevo, que estuvo en el paro y que fue autónomo, mientras pasaba por encima de su trayectoria como concejal y diputado anónimo en el PSM.
Sánchez se arrogó haber sido el pionero en la política espectáculo a la que se han lanzado los números 1 de Podemos, C’s, PP y PSOE durante esta larguísima precampaña, con actuaciones estelares el programas que resaltan, sobre todo, el perfil humano de los políticos. Ahí tenemos el paso de políticos en campaña por los programas deportivos de la radio, por El Hormiguero, Qué tiempo tan feliz, Cine de barrio, Planeta Calleja, En tu casa o en la mía, amén de las intervenciones diarias en los espacios informativos de las cadenas de televisión.
Hay quien defiende esta manera de hacer política como propia de las sociedades espectáculo desarrolladas, con EEUU como modelo. Sin embargo, hay que establecer algunos matices:
- España llega a estas elecciones generales con una crisis de representación brutal, sólo paliada por la emergencia de Podemos y C’s. Estos partidos, que crecieron al calor de sus apariciones en las tertulias de televisión, han visto cómo, en este ciclo electoral, PP y PSOE han entrado en la competencia por su aparición en estos programas, a los que se han sumado otros de contenido más liviano. Incluso en Cazamariposas, en Divinity, el canal de contenido femenino de Mediaset, hace unos días se mencionó la aparición de Pablo Iglesias en el Programa de Ana Rosa, en Tele 5.
- La consecuencia directa es que toda la programación gira en torno a la campaña electoral y a la política, con una sobreexposición de perfiles que arrojan luz sobre la faceta más personal de los candidatos. En plena crisis de representación, el votante comienza a saber que Sánchez era un ligón en su juventud o que Rivera se fue de Erasmus a Finlandia, pero no conoce más que grandes líneas de los programas electorales con los que se presentan a las elecciones.
- La manera de afrontar esta campaña llega después de ver, durante buena parte de la legislatura, cómo los políticos evitaban dar explicaciones ante la ciudadanía sobre sus actuaciones y decisiones. Es sintomática la ausencia de miembros del Gobierno y del PP de los medios durante los tres primeros años de la legislatura, con hechos tan notables como la ausencia de ruedas de prensa protagonizadas en el país por el presidente del Ejecutivo. Esta actitud, como hemos visto, cambió tras las elecciones municipales y autonómicas, con un relevo en las caras de los portavoces del PP y con la emergencia de Soraya Sáenz de Santamaría como la voz autorizada de un gobierno plagado de dinosaurios.
- En otras entradas hemos mencionado el problema de base de esta forma de comunicación política: Existe la sospecha de que este cambio de actitud se debe, sobre todo, a las necesidades tácticas de cada partido y candidato y no por una creencia de que los medios son el plataforma para acercarse a la ciudadanía. Así, esta teórica cercanía queda impostada y la sobreexposición mediática satura, pues todos entendieron que contaban con un par de meses para darse a conocer.
- Esta carrera por figurar en las escaletas de todos los programas en todas las cadenas ha minusvalorado dos aspectos que pueden tener su relevancia el 20 de diciembre: El aumento del hastío ante esta forma de hacer política (de la que no se libran ni siquiera Podemos y C’s) y el factor de vergüenza ajena que implica ver a los políticos realizando este tipo de tareas.
- Durante la constitución de EEUU cobró fuerza un debate sobre el tipo de políticos que necesitaba el país: Políticos que se parecieran directamente a los ciudadanos, con sus virtudes y, sobre todo, con sus defectos; o políticos que elevaran el nivel moral de la nación, por lo que se priorizaba su trayectoria pública ejemplarizante. En estas elecciones, todo indica que vamos a ver políticos como nosotros, con las implicaciones que supone votar a alguien que puede parecerse al vecino del quinto que tanto nos molesta.
- En esta carrera, los medios de comunicación están jugando un papel esencial: Las cadenas han visto la oportunidad, en términos de audiencia, de aprovechar este filón. Eso explica el porqué de entrevistas tan flojas, en las que presentadores del mundo del espectáculo o periodistas evitan poner en aprietos a los políticos.
España no es EEUU, donde es habitual ver a los políticos en programas de tono desenfadado y donde los medios todavía no han renunciado a jugar su papel como vigilantes del poder político. De ahí que, además de entonar un réquiem por la deriva que ha adoptado la política ante el hecho de que vamos a acudir a las urnas el próximo 20D sin tener más que grandes ideas de lo que propone cada partido, no esté demás una reflexión de la profesión periodística. En tu casa o en la mía concluyó con Sánchez y Osborne hablando alrededor de una mesa de ping pong. Casualmente, el mismo plano que El Español ofreció de Sánchez (como antes de Rivera e Iglesias) durante su visita al medio de Pedro J. Ramírez.
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