La hora de la verdad para Pedro Sánchez

Como se preveía, la semana posterior a las elecciones generales está resultando todo menos tranquila por diferentes motivos y en distintas bandas que, en la práctica, pasan por la misma persona: Pedro Sánchez y la lectura que todos están haciendo de los datos que arrojaron las urnas el pasado domingo.

Tal y como apuntamos este lunes, queda confirmado que todos los caminos respecto al futuro del país pasan por el PSOE, que está registrando movimientos hacia fuera pero también, y de qué manera, hacia dentro. El domingo se puso a prueba la solvencia de la marca PSOE y, a pesar de su candidato, que hace habitualmente campaña ignorando las siglas, socialistas aguantaron como segunda fuerza política a pesar de perder 1.6 millones de votos y 20 diputados de los 110 que obtuvo en 2011.

Este resultado, que el secretario genreal del PSOE y sus hombres fuerte celebraron como si fuera una victoria sin precedentes, está sirviendo para que todos los focos fuera del partido se vuelvan a poner sobre los socialistas, convertidos en la estrella de los pactos postelectorales y en los que tienen la llave para ir a unas nuevas elecciones.

Presión sobre Sánchez en torno a la gran coalición 

Fuera del partido, se está pidiendo con más o menos claridad que Ferraz tenga sentido de Estado y responsabilidad, dos conceptos que confluyen en una misma idea: Sánchez debería facilitar el Gobierno del PP mediante un pacto a la alemana o a tres (junto con C’s) o mediante la abstención en la investidura del candidato que los ‘populares’ decidan finalmente aceptar.

Éste fue el mensaje que escuchó Pedro Sánchez del presidente del Gobierno en el primer encuentro que ambos mantuvieron en el Palacio de la Moncloa este miércoles. Según aseguró Sánchez después, le había trasladado a Rajoy la intención de votar no a su posible investidura, y eso a pesar de los mensajes que llegaron desde las empresas del IBEX y, sobre todo, desde C’s.

Poco antes de la reunión entre Sánchez y Rajoy, Albert Rivera ofreció un pacto entre PP, PSOE y C’s con el fin de frenar «los populismos»: «No podemos sentarnos a negociar y garantizar la unión de los españoles con los que quieren romper España». La propuesta de Rivera, por cierto, choca con todo lo que el partido defendió durante la larguísima precampaña y la campaña electoral, en la que puso como líneas rojas no pactar con PP y PSOE (a pesar de que con ambos partidos llegó a acuerdos en Andalucía, Murcia, La Rioja, Madrid o Castilla y León).

Estos movimientos, por cierto, se produjeron mientras el líder de Podemos, Pablo Iglesias,  insistía en las líneas rojas de su partido para negociar con el PSOE y, de paso, escribía una carta abierta en la que, directamente, cuestionaba en liderazgo de Pedro al frente de su partido con referencias de este tipo:

«Si a Pedro Sánchez no le dejan intentar ser presidente, porque quizá no esté siquiera en condiciones de ser el líder de su partido, tal vez sea el momento de que una figura independiente de prestigio, asuma dar los pasos necesarios para intentar que en España deje de gobernar el Partido Popular y pongamos fin al tiempo de la corrupción y la desigualdad. Nosotros no permitiremos, ni por activa ni por pasiva, que el PP (con o sin Rajoy) siga gobernando y nos parecería una estafa democrática que el PSOE (con o sin Sánchez) lo permitiera o actuara pensando en su geopolítica interna de lugares y nombres»

Es decir, tal y como venía ocurriendo desde las europeas, el PSOE se encuentra inmerso en un sandwiche político que ocurre, además, en el momento de mayor debilidad del partido, que ha visto cómo las elecciones confirmaron, de nuevo, que tras el hundimiento de 2011 sigue sin ser una opción clara alternativa para el electorado que ha huido del PP.

El PSOE, una olla a presión

Este entorno de presión sobre Sánchez se completa con lo que está pasando en el interior del partido, donde se están produciendo dos movimientos que evidencian, una vez más, la debilidad interna que tiene el secretario general y su Ejecutiva que sugire la posibilidad de desbancar al PP de La Moncloa con un acuerdo con otras fuerzas de izquierda. Los socialistas, así, sumarían a sus 90 escaños los 69 de Podemos (que ha puesto como una línea roja el derecho de Cataluña a decidir su futuro) y, por carambola, a ERC e IU (170 diputados), un resultado bastante más complicado de que arrojan los números en frío. 

Los primeros mensajes de descontento llegaron este miércoles, mensajes que serían de otro tipo si Sánchez hubiera podido maquillar su soledad orgánica con un buen resultado el pasado 20 de diciembre, algo que, mal que le pese a Ferraz, no ocurrió. Así, Guillermo Fernández Vara, que con el aval de sus resultados pasa por ser uno de los barones más fuertes de cara al futuro, avisó a su secretario general de que hay una línea roja en sus negociaciones con Podemos, el derecho de autodeterminación: «No se puede gobernar con quienes tienen un concepto distinto» al de esta formación política, aseguró en alusión a Podemos o a los partidos independentistas.

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que también aguantó en su CCAA el avance de los partidos emergentes, se pronunció sobre una posible negociación con Podemos, aunque con matices:

«Hay dos circunstancias que hay que entender. No se le puede exigir a los dirigentes que lo tengan todo claro porque hay muchos matices. Hay un alto grado de posibilidad de que la legislatura sea inestable. La situación es tan compleja que a lo mejor, ni queriendo, llegamos a un acuerdo. El PSOE tiene metabolizado que los millones de votos que ha cosechado esos votos no son para que continúe Rajoy de presidente pero eso no significa cuestionar la unidad de España ni la reforma constitucional».

Atención al hecho de que rechazara la posibilidad de que Rajoy siguiera como presidente; no hubo rechazo a la posibilidad de que el PP eligiera a otro candidato para ocupar ese puesto, algo que al parecer Sánchez sí le transmitió a Rajoy en su encuentro.

El presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, concluyó este jueves la reflexión abierta sobre lo que pueda pasar en el futuro: Cambiar de candidato si hubiera nuevas elecciones en primavera, una posibilidad que nadie se atreve a descartar en estos momentos.

Estas declaraciones públicas se produjeron tras detectarse dos movimientos por parte del entorno de Sánchez:

  • El primero, el anuncio de César Luena, tras la reunión de la Ejecutiva del lunes, de que Sánchez se presentará como candidato a la secretaría general cuando se convoque el congreso federal del partido. Si tenemos en cuenta que el último se celebró en febrero de 2012, tocaría este invierno y no en primavera, como sugirió el secretario de Organización del partido.
  • El anuncio, que buscaba amurallar a Sánchez frente a las críticas por el mal resultado obtenido por el PSOE, sobre todo en sitios como Madrid, Galicia o la Comunidad Valenciana, se supo mientras Ferraz presionaba para que la reunión del Comité Federal se celebrara este sábado 26 de diciembre, en plena festividad de Navidad. Las presiones de los barones consiguió que esa cita se celebre el lunes 28 de diciembre, un momento en el que se podrá pulsar la fortaleza de Ferraz frente a las federaciones.

Barones y federaciones socialistas transmiten una idea: La estrategia del partido de cara al futuro no la marca la Ejecutiva federal sino el Comité Federal (máximo órgano entre congresos). De ahí el intento de Ferraz de amurallar una estrategia antes de la cita en la que está previsto que se ponga de manifiesto, con toda su crudeza, la soledad de Pedro Sánchez respecto al partido. Una decisión, por cierto, ganada a pulso por parte de Sánchez y, sobre todo, de su equipo.

Basta consultar las informaciones que están publicando los periodistas que siguen habitualmente al partido para hacernos a la idea de la situación interna que vive un partido en el que parecen competir dos realidades: La de construir una alternativa de cara al futuro (para lo que muchos entienden que los socialistas no pueden posicionarse con Podemos ni tampoco apoyar directamente un gobierno del PP) o la de tocar poder ya para formar un frente de izquierdas. Esta última opción es la que capitanea Sánchez, uno de los candidatos menos ideológicos y de izquierdas que ha tenido a bien presentar el PSOE para acceda a La Moncloa.

Así, da cuenta Esther Palomera de los movimientos orquestados por Luena:  «El secretario de Organización se colgó del teléfono y se enzarzó en varias conversaciones subidas de tono con los barones de mayor peso territorial e influencia orgánica hasta amenazarles con desestabilizar sus respectivos territorios si no apoyaban a Sánchez en el máximo órgano entre congresos». Bonito discurso que procede de alguien que, a diferencia de otros antecesores en su cargo, no controla el partido internamente.

Eldiario.es, por su parte, publicó informaciones sobre el penúltimo ajuste de cuentas entre el equipo de Sánchez con Eduardo Madina, rival de Sánchez en las primarias, que iba como número 7 del partido por Madrid y que quedó fuera del Congreso a última hora de la noche del 20 de diciembre: «Cuando el PSOE bajó de siete a seis diputados de la candidatura que encabezaba Sánchez, algunos dirigentes que se encontraban en el ‘búnker’ junto al líder socialista lo celebraron: su principal rival interno, que le disputó las primarias para la Secretaría General, se quedaba fuera del Congreso y con opciones muy limitadas en la vida política». Hablamos, pues, de un ajuste de cuentas que sigue después de haber eliminado a todo rastro de favorables a Madina de las listas del PSOE.

Desde El Confidencial, ya se cita el nombre de Susana Díaz como la persona que capitanea la operación de resistencia contra Sánchez. Según otras fuentes, la presidenta de la Junta ya estaría dispuesta a dar el paso para liderar el partido, convertido en un erial político, que todavía podría empeorar por el cruce de variables que pasan por el PSOE:

  • Si aceptara un pacto con Podemos, aceptando las líneas rojas de la formación morada, el PSOE quedaría amortizado y sería Podemos quien emergiera como alternativa, sobre todo si la formación es capaz de aunar en un solo proyecto las diversas sensibilidades que figuran en su interno.
  • Si optara por una suerte de gran coalición a la alemana, los socialistas ya se podrían despedir de ser alternativa de gobierno a medio plazo. Al losa del discurso «PP y PSOE son iguales en el fondo» sería mucho más grande que el posible rédito que pudiera obtener apareciendo como un partido de Estado (Alfredo Pérez Rubalcaba puede dar muchos consejos en este sentido)
  • En este punto, y después de plantear como opción más clara, un gobierno alternativo de izquierdas, Sánchez sólo tiene un camino que seguir: El de intentar formar gobierno con el apoyo de Podemos, IU y partidos nacionalistas/independentistas, con el coste que ese pacto supondrá de cara al futuro (tal y como puede explicar el PSC tras sus años de tripartido en Cataluña).
  • Si Sánchez se achantara ante la presión de los barones, quedaría también confirmada su debilidad orgánica y sería la antesala de un relevo en la Secretaría General.

Pedro Sánchez se encuentra, pues, en una situación endiablada que, sin embargo, es consecuencia de su manera de entender el liderazgo. Quizás no estaríamos hablando de estas cuestiones si se hubieran dado estas situaciones:

  • Si Sánchez hubiera asentado su liderazgo junto al partido y no a costa de él (y lo tenía fácil: Contó con el favor de las federaciones andaluza y valenciana, las más potentes centro del partido). El abandono del favor de Díaz (y por ende, de Puig) y de los secretarios generales que en su momento apoyaron a Madina (como Javier Fernández o el propio Fernández Vara) sólo insiste en esos errores estratégicos.
  • Quizás no estaríamos en este punto si Sánchez hubiera tenido más mano izquierda (en asunto como la voladura controlada de la federación de Madrid o en las decisiones para afianzar un liderazgo basado sólo en su imagen física).
  • Sin duda, no hablaríamos de esto si el 20D se hubieran registrado otros resultados más favorables al PSOE. Tal y como señalaban hace unos días José Luis Corcuera y Joaquín Leguina, es de tener las capacidades mermadas hablar en positivo de un resultado como el que consiguió el PSOE el pasado domingo.

En definitiva: se avecinan tiempos duros para el PSOE y para Pedro Sánchez en particular, una situación que sólo podría empeorar aún más las expectativas electorales del partido si se repitieran las elecciones. En este punto, por cierto, Podemos comienza ya a posicionarse con propuestas como las que este jueves lanzó el propio Iglesias desde su cuenta de Twitter:

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Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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3 respuestas a La hora de la verdad para Pedro Sánchez

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