Los resultados de las elecciones generales del pasado mes de diciembre ya hacían presagiar la dificultad para formar Gobierno y conseguir cierta estabilidad política. Ya señalamos la posición estratégica del PSOE en el juego que se abriría desde la misma noche electoral, una posición que quedó debilitada por varias circunstancias:
- La primera, y más importante, por la propia lectura que de los resultados hicieron la Ejecutiva de Pedro Sánchez y el resto del partido. Aunque la guerra interna parece haberse mitigado en estas semanas, el secretario general ya se encontró con las líneas rojas que sus barones escribieron en relación a la política de pactos.
- La segunda, por la propia situación en Cataluña, con el acuerdo in extremis de Junts pel sí y la CUP que este miércoles se saldó con la renuncia por parte de Artur Mas a su acta de diputado en el Parlament. El acuerdo que ha puesto de acuerdo a casi todos los poderes fácticos en la capital: El desafío soberanista merece una respuesta de unidad entre los partidos constitucionalistas que frene el objetivo de declarar la república catalana en un periodo de 18 meses. Desde el domingo, representantes políticos, medios de comunicación y, en general, todos los que controlan los mensajes que llegan a la ciudadanía, han defendido con mayor o menor brío un gobierno de unidad nacional entre PP, PSOE y C’s para defender la soberanía nacional española. Como señalamos, eso tenía una consecuencia directa en la intención de Pedro Sánchez de liderar un gobierno progresista de izquierdas (se entiende que con el apoyo de Podemos).
- La tercera, por el lugar que ha de ocupar el competidor más directo del PSOE desde la Transición política. Aunque no lo parezca por la diferencia de escaños, las cifras en bruto confirman que Podemos se quedó muy cerca de su objetivo de convertirse en la fuerza de referencia en la izquierda en detrimento de los socialistas, un partido que es percibido como parte de entramado que saltó por los aires en la crisis de representación que vivimos desde 2011 y como antiguo.
El foco, desde que las urnas certificaron el juego de mayorías endiablado que prefería la ciudadanía, ha estado puesto en todo momento en el PSOE. De ahí que la primera decisión de la Legislatura, el nombramiento del presidente del Congreso, haya suscitado una atención especial. Sobre todo por las interpretaciones que arroja en torno al futuro del país, que a día de hoy parece alejar la posibilidad de una repetición de las elecciones generales esta primavera.
Este martes, el propio Sánchez anunció un acuerdo entre el PSOE y C’s para elegir a Patxi López como presidente de la Cámara Baja. Poco después, el PP difundía también que esta elección contaba con su apoyo, aunque finalmente, en la votación de este miércoles, optara por el voto en blanco. López ganó en votación a Carolina Bescansa, la opción que finalmente presentó Podemos y que obtuvo 71 votos (los 69 de los diputados de su formación y los dos de Unidad Popular).
La elección de Patxi López no es en absoluto casual. Fue lehendakari con el apoyo del PP en los tiempos de la ilegalizada izquierda abertzale en Euskadi y simboliza el encuentro entre las dos formaciones centrales del sistema de partidos español en momentos de crisis (como el acuerdo para reformar el art. 135 de la CE o, en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero, en la firma del llamado Pacto Antiterrorista).
Este acuerdo, el primero de la Legislatura, sirvió para que los protagonistas comiencen a retratarse, dando pistas sobre lo que puede ocurrir en las próximas semanas. De lo que no cabe ninguna duda es de que Podemos ha quedado al margen, algo que podría salir bien o mal en función de cómo resulte finalmente la Legislatura:
- El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aseguró que el acuerdo a tres bandas «va en la buena dirección» de lo que demandan los ciudadanos. También insistió en que su partido, con él como candidato, explorará la posibilidad de un acuerdo con socialistas y C’s para formar un Gobierno con amplio apoyo parlamentario en una legislatura que pretende que dure cuatro años.
- Sánchez defendió que el acuerdo para colocar a López como presidente del Congreso se alcanzó sólo con C’s: «No hemos pactado con ningún otro grupo y si el PP no ha presentado a ningún candidato es porque ha hecho de la necesidad virtud, ya que sabía que no iba a prosperar». Esta mañana, en una ronda de entrevistas en SER, COPE, Onda Cero, RNE, Antena 3 y Tele 5, el secretario general del PSOE insistió en su intención de conformar un gobierno progresista alternativo al PP e intentó trasladar la presión sobre Podemos: «El PSOE va a intentar liderar ese gobierno. Los votantes de Podemos no perdonarían a Pablo Iglesias no primar una agenda social que es lo que ahora necesitan los españoles». Esta posibilidad parece hoy más lejos que hace unos días.
- El líder de Podemos, Pablo Iglesias, cargó las tintas contra Pedro Sánchez. En una entrevista en la SER, aseguró que el líder socialista «ha dejado claro con quién va a pactar. Quien está excluyendo la posibilidad de que nos podamos entender es Pedro Sánchez». Y añadió: Sus votantes (los de Sánchez) no le van a perdonar que el PSOE se haya entregado de nuevo al PP a cambio de un sillón.
- Albert Rivera, por su parte, ha vuelto a mostrar su disposición a apoyar un gobierno en minoría con apoyos de su partido desde la oposición con matices: No a una alianza «de once partidos políticos, entre ellos los independentistas, sin ningún proyecto en común. Ahí, nunca estaremos. En gobiernos en minoría con apoyos desde la oposición, en eso podremos llegar a acuerdos».
La percepción de que el PSOE es un partido antiguo, que no logra proyección de futuro, la encontramos en la propia imagen de los diputados de los distintos grupos en el Congreso. En el lado de los socialistas, vimos a históricos como Micaela Navarro, Carme Chacón o el propio Patxi López junto a jóvenes vinculados a la Ejecutiva de Sánchez o a hijos de históricos del socialismo, como la diputada más joven de esta legislatura, a María González o Manuel de la Rocha Vázquez. Tampoco faltó la imagen del fichaje estrella de Sánchez Irene Lozano. En el lado de Podemos, además de la primera diputada negra, se pudo ver a diputados muy conectados con la calle. Para medalla la cara de Mariano Rajoy al paso Alberto Rodríguez y sus rastas [fotografía de J.J. Guillén para la agencia EFE]:
CODA 1. Junto a Patxi López fueron elegidos los tres miembros del PP de la Mesa (Celia Villalobos, Rosa Romero y Alicia Sánchez-Camacho); la del PSOE (Micaela Navarro); los dos de C’s (José Ignacio Prendes y Patricia Reyes); y los de Podemos (Gloria Elizo y Marcelo Expósito). Podemos quedó sin representación en la Mesa del Senado, cámara en la que el PP obtuvo el 20D mayoría absoluta.
CODA 2. El protagonismo del arranque de la XI Legislatura lo copó por completo Carolina Bescansa. La diputada de Podemos llevó al Pleno de constitución del Congreso a su hijo de seis meses, al que dio de mamar desde su escaño en el hemiciclo.
La imagen del bebé, en los brazos de Iglesias, se convirtió rápidamente en polémica con dos posiciones bien diferenciadas:
- Los que defendieron el derecho de Bescansa a ejercer la maternidad como lo considere oportuno, tanto si se trató de un gesto simbólico para denunciar las dificultades para conciliar vida laboral y familiar de las mujeres, como si pretendía poner el foco en las posibilidades de ejercer la llamada ‘crianza con apego’.
- Los que denunciaron la imagen como un intento de Podemos de hacerse una fotografía propagandística con un menor como protagonista. Los defensores de esta posición argumentaron que el gesto de Bescansa de llevarse a su hijo a su puesto de trabajo era un «privilegio» que el resto de las madres no tienen. Además, mencionaron la existencia de una guardería en las propias dependencias del Congreso (guardería que se creó hace 20 años tras la fotografía de la diputada de IU Angeles Maestro dando se mamar a su hijo).
No cabe duda de que la presencia del bebé en el hemiciclo se convirtió en la imagen del día y que Podemos consiguió su objetivo: Hoy se habla de conciliación y los distintos partidos políticos compiten por destacar qué propuestas en este apartado llevan en sus respectivos programas electorales. Veremos lo que legislan a partir de ahora en esta materia y ahí podremos comprobar si la imagen del bebé de Bescansa fue propaganda o no.
De paso, la polémica ha servido para que unos y otros se pongan en evidencia. Bescansa recibió fuertes críticas de muchas de las diputadas del PSOE, que parecen haber olvidado que una senadora del PSC acudió con su bebé a la Cámara Alta para pedir la puesta en marcha del voto telemático. Tampoco deben recordar las imágenes simbólicas y propagandísticas que sus compañeras protagonizaron durante el primer gobierno de Zapatero en 2004. Carme Chacón, una de las caras del socialismo que más duramente han criticado a la diputada de Podemos [«Un mal ejemplo, que no era necesario», dijo], parece haber olvidado también las críticas que ella misma recibió cuando era ministra de Defensa por desfilar embarazada o por sus viajes a visitar a las tropas en el extranjero con un ginecólogo en el avión oficial:
Suponemos que el gesto de Bescansa estaba estudiado y que fue, sobre todo, simbólico. eldiario.es publicó que su hijo acudirá a una guardería pública por la que la diputada pagará 340 euros al mes. He aquí lo que debería haber sido el eje de la polémica, junto a los despidos de mujeres de sus puestos de trabajo por el simple hecho de quedarse embarazadas o las entrevistas de trabajo a mujeres en edad fértil en las que se les pregunta si tienen pensado ser madres en un periodo corto de tiempo.