Este viernes, la política española entró en una dimensión que nunca habíamos explorado desde la restauración democrática. De una forma parecida a lo que ocurrió tras las elecciones generales de 1977, nos encontramos con la construcción del escenario que arrojaron las urnas por parte de viejos conocidos y nuevos actores políticos que, al menos, están contribuyendo a dinamizar la vida política del país.
Tras su reunión con el Rey Felipe VI, en la primera ronda de contactos para elegir a un candidato a la presidencia del Gobierno, Pablo Iglesias, rodeado de buena parte de quienes están llamados a ser posibles ministros, dio la sorpresa en el Congreso de los Diputados: Igual que hizo en Portugal el BE, ofreció a Pedro Sánchez la posibilidad de explorar la posibilidad de formar un Gobierno de coalición junto a Unidad Popular [El BE fue uno de los partidos, junto al CDU, en proponer un pacto con los socialistas para promover un Gobierno de izquierdas].
Esta fórmula buscaría un reparto de las carteras ministeriales de manera proporcional a los resultados obtenidos por las tres formaciones políticas en las urnas y un acuerdo en varias áreas. En ese Ejecutivo de coalición, que contaría con el apoyo de los 90 diputados del PSOE, los 69 de Podemos y los dos de Unidad Popular, Iglesias sería el vicepresidente. Y, para mostrar que no sería un camino de rosas, recordó la carambola que podría permitirle a Sánchez ser presidente: «Que sea presidente es una sonrisa del destino que me tendrá que agradecer»:
Podemos ofreció negociar los ejes del futuro Gobierno, entre los que se citaron medidas urgentes para los 100 primeros días de gobierno para atajar situaciones de emergencia social. También pidió abordar medidas de Estado para afrontar los cambios constitucionales de lo que denominó «segunda transición» (justicia social, blindaje derechos sociales, blindaje ante la corrupción, reforma de la justicia, reforma del sistema electoral, defensa de la unidad desde la asunción de la plurinacional). Este apartado incluiría el voto de los ciudadanos al futuro proyecto constitucional por lo que estaríamos, de nuevo, ante una legislatura constituyente.
La primera respuesta, por parte de Alberto Garzón, llegó a través de Twitter y parecía abrir una puerta de oportunidad a esta opción ‘a la portuguesa’:
Es posible que los cimientos de Ferraz se resintieran tras el anuncio de Iglesias, que se produjo después de constatarse que el referéndum en Cataluña ya no supone una línea roja para negociar con los socialistas y tras el fracaso en la constitución de los grupos parlamentarios de las confluencias que fueron a las elecciones con Podemos.
Antes de que Sánchez compareciera ante los medios, distintos medios señalaban que dirigentes socialistas habían mostrado «estupor» ante el órdago de Podemos, que evidenciaba lo que hemos escrito en este blog desde el 20 de diciembre: el PSOE está en todo momento en el foco mediático y político que decidirá el futuro del país y, lo que es más grave, este foco se produce en una situación de debilidad orgánica en el partido, que ya ve cómo claramente Podemos pretende disputarle su hegemonía tratándole de tú a tú.
De forma increíble, Podemos había vuelto a poner la pelota en el tejado de Sánchez planteando un juego ganador en todos los sentidos: Si Ferraz aceptaba la propuesta, buena parte del coste político y electoral recaería en su flanco ante un discurso de rendición absoluta a los dictados de Podemos; si el PSOE declinaba la oferta, sería directamente responsable de haber imposibilitado el famoso ‘gobierno del cambio’ al que constatemente se refiere Pedro Sánchez en sus comparecencias. Sea como fuere, Podemos salía ganando.
Durante su comparecencia ante la prensa, Sánchez insistió en el argumento defendido por Ferraz desde que comenzó a correr el rumor de que Mariano Rajoy transmitiría al Rey que no se postula como candidato en primera ronda para la investidura debido a que su partido no contaba con los votos necesarios para conseguirlo. Sánchez insistió:
- «La democracia tiene sus plazos, sus procedimientos y, en consecuencia, hoy es el turno de Mariano Rajoy».
- «Mariano Rajoy, como primera fuerza política, tiene el derecho y el deber de presentar su investidura al Congreso de los Diputados»
- «En caso de que Mariano Rajoy no logre formar Gobierno, el PSOE va a responder a su responsabilidad para que haya un gobierno en España estable, que lidere el cambio y que haga políticas progresistas en nuestro país».
- «Pero solo lo hará una vez haya fracasado Mariano Rajoy en su investidura, y en ese momento el PSOE responderá a su obligación de articular un gobierno para nuestro país y, sobre todo, para aquellos españoles y españolas que están sufriendo la crisis económica y también la desconfianza y la desigualdad, como consecuencia de las políticas del PP durante estos cuatro años».
El secretario general del PSOE apuntó que ofrecerá a los distintos partidos ocho grandes acuerdos: Uno por una recuperación económica justa; un pacto educativo y por la ciencia y la cultura; la reconstrucción del estado de Bienestar dañado por el PP estos cuatros añoss; reconstruir el Pacto de Toledo para garantizar las pensiones; un pacto para regenerar la vida democrática en nuestro país para mejorar la calidad institucional; un pacto social, político e institucional contra la violencia de género; un gran acuerdo de todas las formación políticas para que España pueda recuperar el papel que ha perdido en la construcción europea; y la reforma constitucional que defiende su partido.
Resultaba evidente, para todos, que durante su comparecencia Sánchez intentó ganar tiempo ante una propuesta que no se esperaban en la dirección y que permitía evidenciar las ambiciones del secretario general del PSOE para conseguir ser investido presidente aun a costa del futuro de su partido.
Quizás por este motivo, tras su intervención se multiplicaron las respuestas de destacados dirigentes socialistas que arremetieron con dureza contra la teatralización de Podemos y por lo que consideraban una falta de respeto al PSOE, a sus dirigentes y a sus votantes. Especialmente duro resultó Alfredo Pérez Rubalcaba, desde su perfil de Facebook, o Eduardo Madina desde su cuenta de Twitter: «Se parece mucho más a un intento de humillación al Partido Socialista que a una voluntad real de negociar nada. El PSOE merece respeto».
Todavía faltaba la traca final, que llegaría el viernes por la tarde. Mariano Rajoy le había transmitido al Rey que declinaba ser candidato para lograr la investidura al no contar con los votos necesarios en esta primera ronda: «No sólo no tengo todavía una mayoría de votos a favor, sino que tengo una mayoría absoluta acreditada de votos en contra: 180 diputados como mínimo»:
Rajoy aseguró que trabajará en los próximos días en conseguir los votos, que no tenía ningún sentido trabajar en su propuesta cuando se habían conocido negociaciones que supondrían menos votos en contra que los que obtendría él y recordó que el debate de investidura tiene como objetivo lograr la confianza de la Cámara y conformar un gobierno estable.
En este punto, mucho dieron por concluida la carrera política de Rajoy, del que se sugirió que por cobardía declinaba acudir como candidato. Nada más lejos de la realidad: Este viernes comprobamos cómo hay dos políticos que están sabiendo perfectamente a qué están jugando y qué pueden conseguir con los movimientos que están presentando en estos momentos de la partida. Uno es Pablo Iglesias y otro es Mariano Rajoy.
Posibles lecturas
- Es indudable que Podemos está tratando de llevar la iniciativa política con la intención de desplazar al PSOE como la fuerza hegemónica de la izquierda. Lo está haciendo desde la valoración posterior de los resultados electorales y aceleró esta postura tras la crisis interna socialista durante la semana posterior a los comicios.
- En un escenario como el que vivimos desde la noche del 20 de diciembre, Podemos exhibe cierta cesión (al hacer volar por los aires sus líneas rojas) pero fija condiciones draconianas que medirán, sobre todo, la ambición política de Sánchez y de su equipo. ¿Estará dispuesto a ser presidente aun a costa del futuro de su partido? Es la pregunta que sobrevuela en todas sus comparecencias públicas.
- Si este viernes se hubiera aceptado ir a un escenario como en Portugal, habría quedado meridianamente claro que la prioridad, seguramente por pura supervivencia, del equipo de Sánchez es tocar poder como sea. Podemos lo sabe, como sabe que las primeras semanas de esta legislatura ha podido minar cierta proyección política debido a lo que ocurrió en la primera sesión de constitución del Congreso, a los errores por los grupos parlamentarios propios y a su fuera de juego en la política catalana tras el acuerdo de última hora entre JxS y la CUP.
- Ante la repetición de las elecciones, algo que en estos momentos es menos probable que ocurra, Podemos puede argumentar que hizo lo posible (y teatralmente es así) para conseguir un gobierno de izquierdas y que, si no se consiguió, fue por la escasa flexibilidad del PSOE por conseguirlo. Será interesante comprobar el peso que supondrá que se rescaten las declaraciones de Iglesias, en el verano de 2015, asegurando que nunca sería vicepresidente de Sánchez o las palabras del secretario general del PSOE manteniendo que nunca pactaría con los populismos.
- El PSOE se encuentra atrapado entre dos frentes: Por un lado, ante la presión de Podemos, que no deja de empujarle hacia el centroderecha para ocupar su lugar; por otro, ante la presión con la escenificación de la retirada temporal del PP.
- Sabe que, hoy, tras haberles pillado con el pie cambiado, un no directo a la propuesta de Podemos les puede pasar factura. De ahí que hayan intentado ganar tiempo y que insistan en que Rajoy tiene la «obligación constitucional» de presentarse al debate de Investidura y someterse a la votación. En estos argumentos insistió Ferraz este sábado, que definió como «chantaje» la propuesta que explicitó Podemos este viernes:
- Resulta sintomático que Ferraz tardara casi 24 horas en fijar posición ante lo acontecido este viernes. Y que insistiera en hablar de obligación constitucional lo que no ha sido más que una práctica habitual desde la restauración democrática: el jefe del Estado propone como candidato al cabeza de lista de la formación más votada [art. 99 de la Constitución Española].
- También que es posible que la Ejecutiva del partido esté planteando un escenario que el resto del partido no entienda y comparta. Ya hemos hablado de la soledad manifiesta de Sánchez y su equipo respecto a los territorios. Este viernes, muchos de estos ‘barones‘ se pronunciaron acusando a Podemos de practicar ese chantaje que hoy asume Ferraz en sus comunicados. Tampoco podemos obviar que el día 30 de enero está convocado el Comité Federal en el partido que pondrá fin a la tregua pactada a finales de diciembre por Sánchez y los barones de su partido.
- Con este escenario, es posible que la tregua pueda ser el final político de Sánchez y volvemos a preguntarnos por quién podría ser el recambio del secretario general, habida cuenta de que, a pesar de amagar, todavía no ha hecho nada susceptible de ganar el rechazo de su base electoral. Existe cierta tendencia a señalar que sus electores no entenderían que no hiciera lo posible por facilitar un gobierno de izquierdas. Ese argumento, no obstante, parece una máxima demasiado rígida en este momento de la negociación. El ejemplo catalán debería estar presente en todo momento durante las próximas semanas.
- Todos los actores de este culebrón conocen los tiempos de sus contrarios y se suceden los contactos. Hace unos días, los portavoces parlamentarios de PP y PSOE, Rafael Hernando y Antonio Hernando respectivamente, cenaron juntos en un restaurante en el centro de Madrid en el que, sorpresas de la vida, había periodistas. Aunque resulte increíble para el común de los mortales, los partidos políticos mantienen contactos discretos siempre. De ahí la sorpresa ante el estupor manifestada por los dirigentes socialistas ante el anuncio de Iglesias.
- El movimiento del PP, aunque previsible, también encierra muchas interpretaciones. Es posible que Mariano Rajoy haya hecho sólo lo que podía hacer dado el equilibrio de fuerzas actual. A su manera, trató también de ganar tiempo ante la evidencia de que, hoy por hoy, sólo tiene asegurados los votos del PP (123)y, tal vez, los de C’s (40). Tras lo ocurrido en la constitución de las Cortes, Génova sabe que las relaciones del PSOE con los partidos periféricos (PNV, ERC y DL) hoy son infinitamente mejores que las que pueda tener él, con lo que eso podría suponer de cara a una segunda o tercera votación de investidura. En este sentido, conviene recordar que Podemos sigue con la intención de desplazar al PNV como el primer partido vasco y que hay elecciones autonómicas este otoño.
- Con su retirada parcial, Rajoy busca debilitar a su principal competidor político, que sigue siendo el PSOE. El PP supone que una negociación de un gobierno de coalición a tres bandas (PSOE, Podemos e IU) conllevará, por sí solo, un desgaste enorme que pasará factura, sobre todo, al partido que ha sido parte del régimen. Su movimiento indica predisposición a que estas tres fuerzas de desgasten entre sí y, de paso, ganar tiempo ante la posibilidad de un golpe de Estado interno en el PSOE contra Sánchez. La respuesta de Ferraz, este sábado, indica que ése es el movimiento que tratan de evitar con la asunción del mismo argumentario que los barones ante la propuesta.
- En estos momentos, y a pesar de ciertas informaciones en la prensa conservadora, no se vislumbra ninguna revuelta interna para desplazar a Rajoy como líder del partido. Las noticias que implican al número 3 de Soraya Sáenz de Santamaría en Presidencia en el escándalo de Acuamed parecen también dificultar la posibilidad de que la número 2 de Rajoy en el Gobierno pueda convertirse por carambola en la opción de futuro del PP para evitar nuevas elecciones.
- Este viernes ha quedado claro también que C’s, en apariencia, no puede hacer mucho más que acompañar a los protagonistas de ese House of Cards a la española. Al menos hasta que este sábado el PSOE apuntó que vuelve a manifestar interés por negociar con el partido de Albert Rivera, circunstancia que ambos dirigentes anunciaron en su cuenta de Twitter:
- Si tenemos en cuenta que Rivera y C’s ha insistido en estas semanas en favorecer un gobierno constitucionalista de PP, PSOE y C’s, no se puede descartar que finalmente esta posibilidad sea la que al final resulte ganadora, aunque eso signifique apartar de la primera línea tanto a Rajoy como a Sánchez. Insistimos en tener el ejemplo catalán muy presente durante las próximas semanas.
CODA. Horas después del comunicado emitido por la oficina de prensa de Ferraz, fuentes socialistas (se entiende que cercanas a Sánchez) puntualizaron que el líder socialista se presnetará como candidato a la investidura sin esperar a que Rajoy lo haga por «obligación constitucional» si el Rey se lo pide: «Es el momento de Rajoy y del PP, que lo asuman. Hablar, Pedro Sánchez hablará con todos, esta mañana ha empezado por Rivera, pero no habrá contactos para formar gobierno hasta que así se lo pida el Rey, si se lo pide».
Esas mismas fuentes no aportan información sobre el hecho de manejar la hipótesis de que el Jefe del Estado se salte su función constitucional e intervenga activamente en la vida parlamentaria del país instando a un líder de un partido, en este caso Sánchez, a dar un paso que por iniciativa propia no estaría dispuesto a dar.
Insistimos: Fin de semana para olvidar para la dirección socialista.
En Portugal no hay gobierno de coalición. Ni el BE (Bloco de Esquerdas) ni el PCP entraron en el gobierno, apoyaron al PSP para formar gobierno negociando puntos de sus programas. Y eso es algo muy diferente a lo que propuso Pablo Iglesias.
Cierto. En cuanto pueda lo dejo claro. ¡Gracias por el apunte!