Lo señalamos cuando se conocieron los resultados de las elecciones generales: Toda la negociación del futuro político del país pasaba por el PSOE y a este partido le tocaba jugar las cartas que garantizaría la propia supervivencia del equipo que lidera Pedro Sánchez y también el futuro del país.
Desde estos instantes, hemos visto todo tipo de conflictos internos cada vez más públicos y también una evidencia: Los críticos al liderazgo de Pedro Sánchez se muestran incapaces, hasta el momento, de desplazarle y /o emerger como alternativa plausible. Los tiempos en los que ha entrado la política española desde comienzos de año no hace sino reforzar la idea de que Sánchez podría haber heredado la baraka que se atribuía a José Luis Rodríguez Zapatero.
Hoy se cumple una semana desde que Pedro Sánchez, tal y como apuntaron los rumores, diera el primer paso para intentar formar Gobierno ante el segundo fracaso anunciado por el presidente en funciones, Mariano Rajoy. En la segunda ronda de conversaciones con el Rey Felipe VI, el secretario general de los socialistas anunció que había trasladado al Rey su intención de de acudir al debate de investidura para intentar formar Gobierno:
«Anuncio que el PSOE y yo mismo, en esta reunión, le he trasladado al Rey que el PSOE está dispuesto. Si Rajoy renuncia a lo que entendemos que es su obligación, el PSOE dará un paso al frente, si así lo tiene a bien el Rey, e intentará formar Gobierno y sacar de esta situación de bloqueo a la democracia española y las instituciones»
En una nueva confirmación de que, por el momento, es Ferraz la que lleva la iniciativa, este lunes el PSOE presentó las líneas generales de lo que denominan «Programa para un Gobierno progresista y reformista«. Entre estas medidas, se vuelve a hablar de derogar la reforma laboral aprobada por el Gobierno del PP, un plan para reducir el paro a la mitad (de nuevo el PSOE cae en el mismo error de González en 1982 cuando puso cifras a la reducción del desempleo), la reforma del sistema fiscal, la derogación de la LOMCE, un plan de emergencia social (con el famoso ingreso mínimo vital), el pacto contra la violencia de género y, oh sorpresa, reformar la CE (punto 43):
En este sentido, en el documento difundido por Ferraz, los socialistas entonaron la habitual oda al texto constitucional:
«Orgullosos de la Constitución, no pretendemos abrir un proceso constituyente sino mantener los principios e instituciones esenciales de la misma, fortalecer los derechos reconocidos a los ciudadanos y adecuar su texto a las transformaciones experimentadas por nuestra sociedad».
Y se plantea como objeto de estudio la posible reforma de la CE sin mencionar el asunto que obligó a los socialistas a aprobar la Declaración de Granada y a plantear abiertamente la necesidad de reformar el texto constitucional por la situación política abierta en Cataluña:
Volvemos, pues, a ver en vivo y en directo la costumbre de no mencionar los problemas para hacer, quizás, que así desaparezcan del ideario público. Una actitud infantil de la que los socialistas deberían haber aprendido tras la negativa de Rodríguez Zapatero de afrontar la crisis económica asumiendo su propia existencia.
Génova sigue sin encontrar su sitio
Hace una semana, Sánchez dejó pasmado al equipo de Rajoy que veía cómo el líder socialista se aprovechaba de la debilidad mostrada por Rajoy ante la confirmación de que una legislatura tan dura como la anterior le iba a pasar factura ante la imposibilidad de ganar más apoyos que los suyos ante el intento de revalidar el mandato de Rajoy al frente del Gobierno.
Hay quien habla de relaciones frías entre Zarzuela y Moncloa porque «Génova consideran que el Rey no ha colaborado lo suficiente en la búsqueda de la anhelada ‘gran coalición’. Así, comienza a filtrarse que el equipo de Rajoy esperaba que el Rey no encargara en la segunda ronda de contactos la formación del Gobierno a Sánchez. El movimiento, en dirección contraria, deja fuera de juego tanto a Rajoy como al partido, que ya comienza a encarar la renovación de la cúpula (líder incluido).
Lo cierto es que, desde el comunicado de Zarzuela, el PP ha dejado de aparecer en los medios, más centrados en el protagonismo indiscutible de Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Sobre todo si tenemos en cuenta que, llamamientos al acuerdo mediante, hemos asistido a un baile mediático de reuniones y comparecencias de los protagonistas incluso en foros tan curiosos como la Gala de los Premios Goya [imagen difundida por EFE]:
Sea como fuere, desde hace una semana, los socialistas tienen en su poder toda la iniciativa que le pueden dar sus 90 diputados y la impresión extendida de que la ciudadanía no perdonaría que no se intentara un gobierno alternativo al del PP. De ahí que desde el primer momento Sánchez esté apelando tanto a Podemos como a C’s, con cuyos líderes ya se reunió la semana pasada, con el fin de conseguir los votos de ambos en el hipotético debate de investidura, que se celebraría el próximo 2 de marzo y que serviría, sobre todo, para que Iglesias tuviera que exhibir en público su negativa a apoyar un ejecutivo socialista.
Por el momento, el equipo negociador del PSOE ha vetado a EH-Bildu de la ronda de conversaciones. Además de C’s y Podemos, los socialistas sí han mantenido ya encuentros con PNV, CC, NC, IU y Compromís, y está previsto que este miércoles se celebre la reunión entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy.
Éste sería el calendario que se abrió con la decisión del Rey de encargar a Sánchez que intente formar Gobierno:
En el caso de no haber conseguido los votos necesarios para conseguir ser investido presidente del Gobierno, podríamos estar ante la posible disolución de las Cortes el 2 de mayo, con la convocatoria de nuevas elecciones para el día 26 de junio. Se añade además la circunstancia de que, para esa fecha, el PSOE ya habría renovado su liderazgo al frente del partido con las primarias convocadas para el próximo 8 de mayo, en las que, salvo sorpresa, Pedro Sánchez volvería a ser candidato (sin que, hasta el momento, se vislumbre la aparición de un mirlo blanco que le pudiera hacer sombra).