Esta tarde se votará, en segunda ronda, la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. En la primera votación, esta posibilidad quedó rechazada por 130 votos a favor, 219 en contra y una abstención, la de Coalición Canaria. Así, mientras esperamos, para esta tarde, un resultado muy parecido, no está de más recordar las intervenciones de los líderes de los cuatro partidos con mayor representación política el martes y el miércoles.
Pedro Sánchez insistió en la «voluntad de cambio» e hizo referencias al «mestizaje ideológico» para justificar el acuerdo con C’s, con referencias a la necesidad de mezclar sabores como propone la nueva cocina; menciones a la imposibilidad de un Gobierno de izquierdas, porque no suma (en el mundo de Sánchez, 130 votos son más que 161); Iglesias se arrogó la voz del pueblo y recuperó el tono más mitinero de sus primeros tiempos; Rajoy dejó claro que no votará a favor del acuerdo que posibilite que Sánchez sea presidente del Gobierno y se mostró condescendiente con su rival, en un discurso que parecía más enfocado al interior que hacia fuera y que no generó ni medio gramo de ilusión; Albert Rivera siguió en el marco de que estamos ante una segunda Transición, por lo que se envolvió de la bandera de Adolfo Suárez y Winston Churchill.
Sánchez llevó a las víctimas de ETA al Congreso para rechazar el apoyo que Iglesias dio a la excarcelación de Arnaldo Otegi. A cambio, hubo referencias a los GAL en la contrarréplica de Iglesias a Sánchez, una afirmación que puso en pie a la bancada socialista y que ya escenificó la evidencia: Podemos no va a buscar el acuerdo con el PSOE que pactó con C’s. Hubo un beso en la boca entre los portavoces de Podemos y de En Comú Podem. El presidente del Congreso, Patxi López, tuteó a Iglesias y dio turnos de réplicas a José Manuel García-Margallo, Jorge Fernández Díaz y Mariano Rajoy por las referencias en las intervenciones de los demás portavoces, algo inaudito en un debate de investidura que provocó, precisamente, que se desdibujara la imagen presidenciable de Sánchez.
El líder del PSOE demostró que es incapaz de enarbolar el discurso fresco y propositivo que vendieron sus responsables de prensa y se evidenció, de nuevo, la costumbre de muchos portavoces de desentenderse de lo que se dice en Cámara parlamentaria para leer fichas preparadas. Se mostró cariacontecido y se saltó la referencia a la supresión de las diputaciones provinciales pese a que su gente de prensa distribuyó el documento con esa mención a los periodistas en el Congreso de los Diputados. Hubo una intervención reafirmando por qué C’s es la esperanza blanca de los que trabajan por la reforma sin ruptura, con un Rivera muy sosegado que contrastó con el tono enérgico y casi insultante de Iglesias.
Y en el fondo, quedan muchas dudas de si vimos el inicio de la campaña de las elecciones generales de junio o una nueva teatralización de la fragmentación parlamentaria que se puede subsanar en una tarde según se aproxime la fecha límite. En defintiva, éste fue el resultado del debate de investidura de Sánchez, un acontecimiento histórico por bochornoso que muestra cuál es el nivel parlamentario en nuestro país. Si alguien tiene estómago, a continuación incluimos las intervenciones de los cuatro líderes:
Discurso de investidura de Pedro Sánchez:
Intervención de Mariano Rajoy, dirigida, sobre todo, a sus votantes. Arremetió, sobre todo, con el cordón sanitario impuesto por Ferraz tras conocer los resultados del 20 de diciembre. En varias ocasiones, recordó el no de Sánchez a que PP y PSOE comenzaran a poner las bases de un gobierno de gran coalición a la alemana:
Intervención de Pablo Iglesias, nombrándose como el actor del cambio político, con exhibición de símbolos de la izquierda tradicional [Salvador Puig Antich, abogados laboralistas de Atocha, trabajadores de Vitoria asesinados durante la Transición y el subcomandante Marcos]. Y con ataques directos al PSOE por su historia reciente:
Intervención de Albert Rivera, Suárez y Churchill mediantes, sin críticas respecto a Sánchez. Un oasis de paz tras la tensión sufrida durante la intervención del portavoz parlamentario de Podemos:
Según el tono y contenido de las intervenciones, quedó claro:
- Ya no hay diferencias entre el Congreso y los platós de televisión: Se vieron discursos muy parecidos a los que se escucha en la calle y en los programas de televisión, así como la integración de los contenidos difundidos en Twitter, como el apoyo de Iglesias a la excarcelación de Otegi.
- Vimos la derechización del PSOE, una vez más, un giro que el partido justifica en la aritmética parlamentaria (que a su vez da por hecho que finalmente el PP podría avenirse al acuerdo firmado con C’s).
- Da la impresión de que uno de los obstáculos más fuertes para un posible acuerdo entre PP y PSOE tiene que ver con la presencia de Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno en funciones, tras la deriva del Debate, es posible que agradezca no estar en la posición de Sánchez.
- Tras la intervención de Iglesias, parece que los puentes de acuerdo entre Podemos y PSOE parecen derruidos definitivamente. Como señalamos desde hace meses, hay una pugna electoral entre ambos partidos por el título de principal fuerza de la izquierda, y Podemos puede sacar mucho rédito del acuerdo firmado entre los socialistas y C’s. Los ataques de Iglesias a Felipe González, en relación a los GAL, se dirigieron, sobre todo, a la historia viva del partido y a uno de los liderazgos más simbólicos del partido.
- Durante el debate se exhibió la sintonía entre C’s y PSOE, aunque sólo sea por esa aritmética a la que hacíamos mención antes. Esta escenificación que da por hecho que ninguna de las formaciones desea una repetición de las elecciones generales y se postula como la opción de Gobierno más razonable con este Congreso de los Diputados.
- Rivera se reafirmó como un hombre de consenso, capaz de pactar con todas las fuerzas políticas excepto Podemos (69 diputados) y los independentistas. Sánchez salió bien parado, a pesar de la mediocridad que muestra en todas sus intervenciones, sobre todo tras los ataques de Iglesias y el desprecio nada disimulado de Mariano Rajoy.
- C’s da por amortizado a Mariano Rajoy, con mensajes en torno a la necesidad de que el PP ponga en marcha una suerte de golpe de Estado interno para descabalgar al presidente del Gobierno en funciones de su cargo de candidato del partido a las elecciones.
Todos los partidos, excepto C’s y Coalición Canaria, votaron en contra de la investidura de Pedro Sánchez. Este viernes, le basta con una mayoría simple que se antoja también imposible.