Hechos: presentación del libro de Carlos Fernández Liria, Populismo a debate, en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. Ante un auditorio lleno, Pablo Iglesias habla de Podemos y una parte de su discurso se centra en poner en evidencia que los medios de comunicación en España no son independientes (ninguno), que a veces publican noticias inciertas (o no del todo ciertas) y que la supervivencia profesional del periodista viene medido por la cantidad de informaciones de portada que sea capaz de colocar en el medio en el que trabaja.
Para sustentar su reflexión, el líder de Podemos utilizó a una persona, Álvaro Carvajal, el periodista que sigue la información de su partido en El Mundo, al que ridiculizó y arremetió sin aportar ninguna prueba. Según Iglesias, Carvajal o alguien de su entorno le había confesado que su futuro profesional dependía del número de noticias sobre Podemos susceptibles de llevar en portada, noticias que, en periodismo, casi siempre tienen que ver con hechos negativos para el personaje del que se habla. El auditorio rió y aplaudió sus afirmaciones.
La reacción de los periodistas que asistían a la conferencia fue el esperado en otras circunstancias de falta de respeto a su trabajo: Se levantaron y abandonaron la sala en solidaridad con el periodista de El Mundo y difundieron lo que estaba ocurriendo. Por fin los periodistas decidían mostrar un rechazo colectivo hacia la actitud de un personaje político que, en el caso de Podemos, representa a cinco millones de votantes.
Sobra decir que lo que ocurrió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UCM se convirtió en una de las noticias del día, con dos reacciones ya esperadas que tuvieron su reflejo en Twitter:
- Los que secundaron la actitud de Iglesias porque suponía una enmienda a la totalidad al funcionamiento de los medios de comunicación y de los periodistas que trabajan para ellos, entre los que abundaba cierta tesis: Los periodistas se levantaron en protesta por lo que dijo Iglesias pero no lo hicieron ante comportamientos de otros líderes políticos (como Rajoy y su famosa comparecencia a través de un plasma de televisión) o de responsables de grandes corporaciones. En este grupo se podía encontrar un subgrupo: los que respaldaban el diagnóstico de Iglesias hacia el funcionamiento de la prensa pero no que personalizara en la figura de Carvajal.
- Los que arremetieron contra esta actitud del líder de Podemos en su conjunto. Nada más conocerse la noticia se puso en marcha en Twitter el hashtag #Iglesiascontralaprensa para recoger las reacciones, oficiales o no, derivadas de la diatriba de Iglesias.
El propio Iglesias, por su parte, rectificó parcialmente el tono de su intervención contra la prensa a través de su cuenta de Twitter:
- Evidencia número 1: Es un hecho que para una gran parte de los ciudadanos, los males de la prensa se relacionan intrínsicamente con la crisis de representación política que vivimos desde, al menos, 2011. Se acusa a los grandes grupos mediáticos de haber sustentado por acción o por omisión un sistema político que saltó por los aires, en parte, durante la legislatura pasada, con las consecuencias que venimos contando en este blog. El discurso de Iglesias en términos generales, por lo tanto, se entiende como certero y oportuno.
- Evidencia número 2: Todos los medios de comunicación públicos y privados obedecen a intereses y están marcados por la ideología de sus responsables. Repetimos: Todos los medios de comunicación públicos y privados obedecen a intereses y están marcados por la ideología de sus responsables. No hay ningún medio neutro u objetivo, puesto que la labor de selección y elaboración de noticias procede de seres humanos. Como hemos señalado en alguna ocasión, existen niveles de profesionalidad: Los que dejan clara cuál es su tendencia y objetivos; los que se significan cerca de determinadas corrientes políticas, hechos o actores internacionales; y los que tratan de ofrecer información contrastada en un intento de que el lector o espectador contraste y extraiga sus conclusiones.
- Evidencia número 3: Todos los medios de comunicación utilizan la información como punto central para obtener rentabilidad económica o en forma de influencia. En los medios privados, los beneficios económicos se miden según suscriptores/socios (que lo son porque buscan determinados contenidos o enfoques) o en forma de clics a noticias que, a su vez, se utilizan para conseguir anunciantes. Es decir, no conocemos ningún ejemplo de medio de comunicación que trabaje con libertad de información total ni independiencia absoluta.
- Evidencia número 4: Los periodistas no tienen por qué compartir la ideología o el sesgo del medio de comunicación para el que trabaja y eso no significa que sean más o menos profesionales. Tampoco tienen por qué simpatizar con el personaje u organización al que siguen. En un mundo ideal, uno trabajaría donde estuviera más a gusto y haciendo lo que más le apeteciera. En el mundo real, uno trabaja donde puede y sortea las presiones internas y externas de la mejor manera que puede o que sabe. Eso forma parte de las reglas del juego a las que hizo mención Iglesias, aunque sólo en relación a lo que publican los medios.
- Evidencia número 5: Existe una costumbre muy española que pasa por exigir a los demás los que nosotros no estamos dispuestos a hacer. Nos rasgamos las vestiduras ante los que evaden impuestos para reconocer, a continuación, que si tuviéramos la oportunidad haríamos exactamente lo mismo. Y se exige a los periodistas que se planten ante sus jefes y que hagan valer su independencia cuando nosotros, en nuestras vidas laborales, acatamos el atropello de nuestros derechos laborales con el argumento: «Si no lo hago yo, otro lo hará, y yo tengo hijos e hipoteca». Es habitual también encontrarnos a personas que acuden a unos medios de comunicación para reafirmar su visión del mundo mientras rechaza los que no contribuyen a esa misión de refuerzo.
- Evidencia número 6: Podemos nació hace más de dos años y buena parte de su estrategia de comunicación se ha sustentado en apariciones en medios de comunicación (sobre todo en televisión). Iglesias fue, durante meses, el niño bonito de las tertulias de televisión, plataformas que utilizó para extender sus mensajes. A día de hoy, Podemos sigue presente en los medios, con entrevistas diarias a sus líderes y apariciones como las que este domingo se pudo ver en el suplemento dominical de La Vanguardia. La formación morada, por lo tanto, participa del circo mediático que Iglesias criticó.
- Evidencia número 7: Podemos necesita a los medios de comunicación de la misma manera que los medios necesitan seguir la información de Podemos, un actor clave hoy en la vida política del país. En su intervención, Iglesias habló de falsedades publicadas para garantizar un puesto de trabajo (en el caso de Carvajal). Esta declaración se produce cuando Podemos manifiesta problemas internos derivados de su propio funcionamiento como organización política y pasa por encima de otra evidencia: La existencia de medios de comunicación que minimizan los errores o problemas internos de la formación.
Ejemplos: Al rojo vivo, que suele contar en tiempo real los problemas o noticias que afectan a otros partidos, no hizo mención en el día de ayer al plante de la prensa al líder de Podemos a pesar de que muchos periodistas lo difundieron a través de Twitter. En el momento de elaboración de este post, no había mención a este hecho en su página web. Tampoco había casi mención en Infolibre.es y en eldiario.es se destacaba lo ocurrido en un lugar secundario. Invitamos a imaginar lo que estos medios habrían publicado si el protagonista hubiera sido Mariano Rajoy o Pedro Sánchez:
- Evidencia número 8: El líder de Podemos se ha echado a la prensa encima y eso tendrá consecuencias a corto plazo. Un ataque de este tipo es una mala decisión; personalizar es una estrategia nefasta por lo que implica y por cómo se hizo. Y manifiesta un malestar en la cúpula de Podemos ante las informaciones que publican sobre ellos, lo que deja un flanco abierto que otros podrían aprovechar, y más si al final hay repetición de las elecciones generales.
En este blog somos especialmente críticos con el funcionamiento de los medios de comunicación en España y con las piezas informativas que se publican y que a menudo contribuyen sólo a alimentar un ruido del que también participa Podemos. Lo que hizo este jueves Iglesias es un error de bulto que, además, presenta más problemas que beneficios en la relación diaria entre el partido y la prensa. Por eso, recomendamos otra estrategia para responder o puntualizar informaciones inexactas o abiertamente manipuladoras de medios de comunicación a los que les mueven intereses distintos a los de Podemos: la que hace unos días puso en marcha la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, desde su perfil de Facebook:
CODA. El incidente de Pablo Iglesias con Álvaro Carvajal llegó el mismo día en el que se supo la dimensión del ERE que prepara Unidad Editorial: 224 despidos, más de 90 de la redacción de El Mundo. Muchos de los que defendieron a Carvajal frente a Iglesias no hicieron mención a este hecho, por cierto.