PP y Unidos Podemos centralizan la campaña electoral

Lo veníamos advirtiendo desde hace semanas: Los planteamientos de PP y Podemos (ahora Unidos Podemos) de cara a la repetición de las elecciones generales hacían pensar, por un lado, que ambos partidos se habían reconocido como principales adversarios y, por otro, que ambos estaban dispuestos a hacer lo posible para que la precampaña y la campaña pivotara sobre ellos.

Desde que se convocaron las elecciones para el próximo 26 de junio, hemos visto cómo el PP, y sobre todo Mariano Rajoy, han decidido arriesgar para sobrepasar el 30% de intención de voto. También cómo Unidos Podemos ha sobrepasado a los socialistas como el partido deseado para polarizar la campaña.

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Viñeta de Ricardo publicada en El Mundo

Rajoy quiere debatir ahora con todos

Es la conclusión que se extrae de lo ocurrido este miércoles. Jorge Moragas, director de campaña, comunicó que el cabeza de lista del PP está dispuesto a participar en el debate a cuatro que le enfrentará a Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera. Con este movimiento, Sánchez queda despojado de su condición de líder de la oposición y se convierte en un candidato más. Si tenemos en cuenta su situación de debilidad interna y externa, el espectáculo puede ser nefasto para los intereses electorales del PSOE, ya totalmente atrapado en el centro por su decisión de acordar con C’s.

Tal y como publicó La Razón hace unas semanas, el motivo que se alega es el cambio hacia una mayor pluralidad tras el 20D, una bonita excusa si se tiene en cuenta que Génova decidió, ante el 20D, justo lo contrario: Esconder a Rajoy de todos los debates, enviar a Soraya Sáenz de Santamaría al debate a cuatro organizado por Atresmedia y ofrecer a Rajoy para un cara a cara con el líder del principal partido de la oposición, Pedro Sánchez, para dar una imagen de presidenciable.

Ironías de la vida: el anuncio del equipo de campaña del PP llegó después de que el PSOE solicitara un debate de Sánchez frente a Rajoy, debate que Génova rechazó. Evidentemente, y a juzgar por los sondeos sobre intención de voto, a Rajoy ya no le interesa proyectarse frente a Sánchez, que carece de todo discurso presidencialista tras fracasar en las negociaciones de investidura (sobre todo en su intención de arrinconar a Podemos en una esquina para anteponer el apoyo a Rajoy frente al ‘gobierno del cambio’).

Como ocurrió en la anterior campaña electoral, el PP tiene problemas con los actos en público. Este martes, en el acto de presentación de sus cabezas de lista provinciales, un activista a favor de los ‘sin techo’ interrumpió el acto al grito de «el PP es la mafia«. Este miércoles, Rajoy fue recibido en Valencia con gritos de «chorizo».

El PSOE intenta hacer campaña en positivo

El PSOE no lo tiene fácil. La marca todavía está achicharrada y sigue muy vivo el recuerdo de lo ocurrido en la última legislatura de Rodríguez Zapatero en La Moncloa. Los liderazgos de Alfredo Pérez Rubalcaba (a nuestro pesar) y, sobre todo, de Pedro Sánchez no han hecho más que empeorar una situación ya de por sí mala. Rubalcaba aseguró, en su momento, que al PSOE le harían falta al menos dos legislaturas para recuperarse electoralmente. Estas palabras se pronunciaron antes de la aparición de Podemos y, por lo tanto, antes de una amenaza de adelanto electoral que ya se plantea extraoficialmente.

Los socialistas tienen un problema de credibilidad importante: Ya no es percibido como el partido que más se parece a España (su poder se limita al sur del país); esto se conecta con una apuesta desde 2014 por un liderazgo basado sólo en marketing electoral (en un momento en el que capas importantes de la sociedad reclaman política) y en intentar dar a la ciudadanía lo que se entiende que desea. El problema es que el PSOE tiene desde hace muchos años un problema de desconexión con la realidad social que se ha amplificado con la apuesta de Sánchez y de su equipo por lograr la gobernabilidad a cualquier precio.

Hoy vemos las consecuencias: Tiene un competidor muy fuerte a su izquierda y es difícil plantear un ataque para recuperar votos por el centro frente a C’s, su socio durante las negociaciones de investidura. De ahí que estemos viendo, desde hace semanas, un tipo de campaña errática basada en tres ideas:

  • Ataques a Unidos Podemos por haber imposibilitado el gobierno de cambio (un marco que se puede combatir fácilmente destacando quién era el socio de Sánchez o la propia trayectoria del partido en los últimos años).
  • Intentos de que el PP le reconozca como adversario principal (como en el caso del debate a dos). Por ahora, este intento está dando pocos frutos.
  • Y una campaña en positivo, que no resulte del todo agresiva con sus adversarios y que trata de reforzar las supuestas cualidades de Sánchez como un líder diferente. Ahí está el lema de campaña o los carteles elegidos, que en general tienen una connotación naif.

No parece que este diseño de la campaña vaya a reportar muchos beneficios a un PSOE que logrará muchísimo si conserva los escaños y los votos obtenidos hace cinco meses.

Iglesias utiliza la corrupción del PP como activo

A estas alturas de la película, sólo hay dos asuntos que pueden impedir que el PP alcance el 30% de los votos que le auguran las encuestas:

  • Un empeoramiento de la economía, con efecto de recuerdo a las mentiras con las que llegó al poder en 2011 y que presidió su acción política hasta 2014. La carta remitida al presidente de la CE, prometiendo nuevos recortes en la segunda mitad de año si gana las elecciones, es uno de esos asuntos que pueden terminar pasando factura en las urnas.
  • O insistir en los problemas del partido con la corrupción, algo que, en otro país medianamente serio, habría llevado a la refundación del partido.

Unidos Podemos ha usado este asunto, precisamente, como artillería de campaña, sobre todo tras pagar la fianza de 1.2 millones de euros y evitar el embargo de la sede del PP  para cubrir sus posibles responsabilidades civiles en el caso Bárcenas, referente a la caja b del partido. Este martes, el propio Pablo Iglesias se permitió bromear con el lema de campaña del PP, consciente de que, gracias a unos y otros, Unidos Podemos emerge como la única alternativa posible a los ‘populares’.

Seguramente, esto es lo que veremos en el debate a cuatro en el que participará Rajoy pero también en otras citas a las que se ha comprometido a acudir el líder de Podemos, como el debate organizado por la Universidad Carlos III y, sobre todo, en el cara a cara que volverá a celebrar con Albert Rivera en Salvados. Será particularmente interesante su aparición en este programa, sobre todo si tenemos en cuenta el target de La Sexta, especialmente escorado a simpatizantes de estos partidos (el PP apenas rasca nada y el PSOE, a su pesar, tampoco).

Rivera utiliza Venezuela como trampolín para entrar en la partida

El presidente de C’s, Albert Rivera, empleó una parte maravillosa de esta precampaña para viajar a Venezuela y mostrar su apoyo a la oposición a Nicolás Maduro. La excusa, su apoyo a Leopoldo López y una intervención ante la Asamblea Nacional, que se convirtió en una plataforma para atacar a Podemos desde Caracas. Es decir, para C’s también Unidos Podemos es el principal adversario en esta contienda electoral.

Como explicaba Iván Redondo en elmundo.es, esta decisión es contraproducente incluso a pesar de que los medios españoles generalistas sigan mostrando un interés inusitado por lo que ocurre en el país latinoamericano: «No se vota en Venezuela, se vota en España. Jugar al «enemigo exterior» es tentador, pero cuando se hace nadie debería olvidar esta máxima de la política internacional de la que existe amplia experiencia nuestro país: la política exterior nunca da votos, pero, al más mínimo error, te los quita. Si te desvías por un momento de las prioridades de los electores, créannos, ya puedes predicar el socialismo utópico, que nada te librará de la quema: lo pagarás caro. Incluso si llevas coleta. Podemos no tardó mucho en aprenderlo».

La decisión de Rivera de volar a Venezuela choca con dos problemas:

  • Uno, la ausencia de problemas para entrar en el país y la contradicción entre las acusaciones de falta de libertad de expresión y/o democracia en un país en el que decenas de medios reciben a un líder de un partido de un país extranjero en suelo venezolano.

CapturaEFE

  • Dos, y más importante: este frente, el de apoyo a la oposición venezolana frente al chavismo, ha sido trabajado por el PP desde hace años, por lo que C’s tiene poco que ganar incluso ante la decisión de remarcar los vínculos de Podemos con Caracas. Si se refuerza mucho este mensaje, es probable que el principal beneficiado de su efecto sea Génova y no C’s, y eso sin el mínimo esfuerzo por parte del PP.

Si en el caso del PSOE, señalábamos como un éxito aguantar a pesar del cambio de escenario que supone la aparición de un actor como Unidos Podemos, C’s debería plantear una campaña dirigida, sobre todo, a conservar los 40 diputado que obtuvo el 20D, una tarea que no parece sencilla a pesar de lo que indican las últimas encuestas.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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