No es broma. Venezuela, desde la segunda legislatura de José María Aznar al frente del Gobierno, con su apoyo nada disimulado al golpe de Estado contra Hugo Chávez en abril de 2002, se convirtió en un asunto recurrente para el centroderecha español y, sobre todo, para la prensa editada en Madrid. Desde hace años, es habitual asistir a coberturas importantes de todo lo que acontece en Venezuela, algo que se potenció durante los últimos años de vida de Hugo Chávez y, sobre todo, con Nicolás Maduro como presidente del país.
Esta cobertura, a menudo basada en los intereses propios de los grupos mediáticos (casi nunca explicitados), conlleva a abordar las informaciones publicadas como si fuera propaganda o, al menos, un relato poco ajustado a la realidad. Que el chavismo tiene problemas, incluso en su origen mismo, es indudable; que todo proyecto político es mejorable, no cabe ningún apunte; que en España recibimos un tipo de información sobre Venezuela basada en la rumorología y en el apoyo a determinadas figuras que, ante derrotas en las urnas, han jugueteado con la idea de los golpes de Estado blandos, a la manera de Ucrania, es indiscutible.
A pesar de que la situación de Venezuela no figura entre las preocupaciones de los españoles, según el último barómetro del CIS, el país se ha convertido en una suerte de CCAA española, sobre todo desde la vinculación de dirigientes de Podemos al chavismo. Desde hace un par de años, se han multiplicado las acusaciones de falta de democracia (en un país en el que la oposición gobierna en plazas importantes y que controla la Asamblea nacional) o de problemas para ejercer la libertad de prensa, algo que quedó matizado con el recibimiento de decenas de medios a Albert Rivera a su llegada a Caracas.
Desde hace unos años, y coincidiendo con los problemas de continuidad que manifiesta el chavismo (y en general, todos los gobiernos de izquierdas en América Latina), la paranoia se ha instalado tanto en medios como en determinados políticos. Como señalábamos hace unos días, es bien conocido el vínculo del PP con la oposición venezolana, vínculo que esta semana ha intentado potenciar Albert Rivera durante su visita al país para aprovechar precisamente la obsesión de los medios españoles con Venezuela y relanzar su campaña electoral.
Durante su visita a Caracas, el presidente de C’s habló en nombre de todos los españoles (?) al frente de la Asamblea Nacional y lloró en público ante los testimonios de ciudadanos supuestamente anónimos que le contaron la situación de hambre que, denuncian, viven por la mala gestión de Maduro. Rivera entró en directo en todo tipo de programas, sobre todo de medios escorados a la derecha, en los que desplegó el mismo discurso: El chavismo es el culpable de todos los males del país, la alternativa la representa una oposición que ya está madura para tomar el poder y Podemos es muy malo por haber estado vinculado a Chávez y Maduro y por querer imponer el modelo venezolano en España.
En un salto triple salto mortal, Rivera incluso comparó la situación de la oposición al chavismo con la de las víctimas de ETA, consiguiendo dos objetivos: Banalizar el sufrimiento de las víctimas de la banda terrorista en España y demostrar que no tiene la menor idea de lo que ocurre en Venezuela salvo lo que le cuenta la esposa de Leopoldo López. El gran mérito del chavismo se cimentó precisamente sobre la desunión de la oposición, una constante durante los años de mandato de Chávez y que con Maduro al frente del país parece que comienza a cambiar.
Sin embargo, la declaración más desafortunada la realizó a su llegada a Madrid. En una entrevista a OKdiario, el líder de C’s calificó el sistema político venezolano de «tiranía arbitraria» y, de paso, blanqueó regímenes dictatoriales como los sufridos precisamente en América Latina sobre todo entre 1970 y 1990 de esta manera:
P.- ¿Es Venezuela una dictadura?
R.- Yo diría que es incluso peor. Las dictaduras no tienen libertad, pero tienen cierta paz y orden porque todo el mundo sabe lo que hay, pero aquello es peor, es una tiranía arbitraria. No respeta nada. Es más grave porque no hay manera de saber lo que te puede pasar, porque te puede pasar de todo. El Gobierno hace lo que quiere. Las leyes de la Asamblea las bloquea el Constitucional o el Tribunal Supremo, entre ellas la de la amnistía de los presos políticos. Yo creo sinceramanete que el régimen de Maduro ahora mismo está en un búnker, arrinconado, sin reconocer ni siquiera el hambre que pasan sus ciudadanos.
Parece que el cuartel electoral del PP ha tomado nota del logro de la visita de Rivera, seguida en directo desde España como si de un Jefe de Estado se tratara y, por si acaso, el Gobierno convocó este jueves una reunión del Consejo de Seguridad Nacional para tratar la seguridad de los españoles residentes en Venezuela. Desde hace un par de días, el ministro de AAEE, José Manuel García Margallo, se ha convertido en el portavoz que recuerda el trabajo que ha hecho el PP durante los últimos años al lado de la oposición al chavismo y acusó a Rivera de acordarse sólo de Venezuela sólo en campaña electoral.
Venezuela, CCAA española
Antes de Rivera, José Luis Rodríguez Zapatero visitó el país para intentar rebajar la tensión entre las partes. Basta comparar la cobertura que la prensa hizo de la visita del ex presidente del Gobierno con la del líder de C’s para entender por qué el país se ha convertido en un asunto en la campaña española, con un objetivo claro: Erosionar a Podemos en la medida de lo posible.
Y eso a pesar de que quede en evidencia que Venezuela se ha convertido en el espantajo elegido para no hablar de la realidad de un país con una tasa de paro superior al 20% (a pesar de crecer al 3%), con un porcentaje de pobreza cercano al 30% y que se avecinan nuevos recortes del gasto público en la segunda mitad del año para intentar cumplir con el objetivo de déficit impuesto por la Troika.
Venezuela es hoy el sueño húmedo de los periódicos que se editan en la capital de España y es el asunto que mejor simboliza la crisis del modelo de negocio que representan las grandes cabeceras. Apenas hay diferencias entre las coberturas de El País, El Mundo, ABC y La Razón a todo lo que huele a chavismo (y, por ende, a su oposición) y esto es una evidencia a pesar de las relaciones más o menos cordiales con el chavismo con Aznar, con José Luis Rodríguez Zapatero e incluso con Mariano Rajoy como presidente del Gobierno.
He aquí un ejemplo: hemos recogido todas las portadas que, desde el 22 de mayo, incluyeron a Venezuela como tema destacado: