El presidente del Gobierno en funciones y cabeza de lista del PP a las elecciones del 26J se ha salido con la suya: Sólo habrá un debate a cuatro en el que se podrán contrastar las propuestas de los candidatos de PP, PSOE, Unidos Podemos y C’s a la presidencia del Gobierno. Será el próximo 13 de junio, lo organizará la Academia de la Televisión y estará moderado por varios periodistas de las distintas cadenas.
Mariano Rajoy por fin parece haber leído bien lo que se juega en estos comicios y ha desistido de enviar a su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, como ocurrió en el debate organizado por Atresmedia. Ante el grado de incertidumbre por el resultado de estos comicios, con escaños muy disputados en provincias clave, pueden terminar distribuyendo las distintas fuerzas hacia un sesgo conservador o más progresista.
Hace unas semanas, Rajoy aseguró en una entrevista que no le gustaba debatir en televisión y la propia dinámica de la campaña finalmente favorece sus pretensiones. El lunes, la asociación estudiantil Demos, asociada a la Universidad Carlos III de Madrid, canceló la preparación del debate entre los cuatro candidatos por la negativa de éstos a participar en este formato.
Antes, Pedro Sánchez se había desvinculado de todo debate que no contara con la presencia de Mariano Rajoy, mientras su equipo de campaña ofrecía un cara a cara con el presidente del Gobierno en funciones, propuesta rechazada por el PP, por un motivo: Con los sondeos sobre intención de voto sobre la mesa, no está claro quién será la segunda fuerza parlamentaria y, por lo tanto, principal partido de la oposición.
A nadie se le escapa que, a estas alturas del partido, un debate de este tipo, en un lugar tan emblemático como la universidad pública, sólo podría beneficiar a Unidos Podemos, el partido que de forma más clara está capitalizando el voto de los electores más jóvenes. Este público, que hace unos meses también coqueteó con C’s, hoy se decanta claramente por la abstención o el partido que encabeza Pablo Iglesias, por lo que ningún candidato tenía incentivos para acudir a este foro y enfrentarse a un moderador como Carlos Alsina:
- El PP sabe que su votante potencial no está entre los menores de 25 años. Al contrario: su base electoral se encuentra, sobre todo, entre los mayores de 45 años y, sobre todo, entre los que tienen más de 65 años, una tendencia que también se repite, con cierta corrección, en el caso del PSOE.
- C’s encuentra a su base electoral entre los electores de entre 30-64 años según el último barómetro de Celeste-Tel mientras que Unidos Podemos ya tiene el voto joven (20.3% de menores de 30 años votarán por sus siglas, según Celete-Tel), por lo que no necesita trabajarlo en exceso en foros como el que suponía este debate. Si tenemos en cuenta lo que se empieza a filtrar, la atención estará puesta, sobre todo, en las comparecencias televisivas, en formatos de entretenimiento que ayuden, aún más, a conocer más al candidato.
Hace un mes, tanto Rivera como Iglesias, que ya protagonizaron el debate organizado por Demos ante las elecciones del 20D, vincularon su participación a la presencia de Pedro Sánchez y de Mariano Rajoy. Ninguno de los dos estaba dispuesto a que se volviera a repetir la imagen de ellos debatiendo junto a dos atriles vacíos, algo que también pudimos ver en el debate organizado por el diario El País en la anterior campaña electoral.
De esta manera, parece que los distintos partidos se juegan todo a una carta: la del único debate en el que comparecerán los cuatro candidatos que sabrán que, si alguno de ellos lo gana claramente, el debate servirá para impulsar el resto de su campaña electoral (y al revés: Si alguien lo pierde, será muy difícil impulsarse de nuevo). Antes del día 13, sólo se podrá ver el cara a cara enlatado entre Pablo Iglesias y Albert Rivera en el programada Salvados, de La Sexta, que se emitirá el próximo 5 de junio.
CODA. Este lunes, el PP presentó un nuevo spot de precampaña dirigido, sobre todo, a pedir que, tras el 26J, su formación no vuelva a ser vetada por el resto de partidos para formar Gobierno. Hacia las 8 de la mañana, los perfiles personales de dirigentes del PP colgaron un tuit con el mismo mensaje:
Minutos después, Génova dio a conocer el nuevo vídeo con el que se pretende recordar, precisamente, que vamos a nuevas elecciones porque el resto de formaciones dinamitaron la posibilidad de un acuerdo que, sobre todo, garantizara estabilidad. Esta idea, junto a la del futuro, presidió una puesta en escena en la que se representaron, precisamente, las líneas rojas que durante meses taponaron las políticas públicas y conceptos que forman parte del marco ‘popular’: Unidad (como recuerdo a que el tema catalán sigue abierto); familia; seguridad (frente al terrorismo de corte yihadista); y una estabilidad capaz de hacer volar por los aires esas líneas rojas para seguir avanzando juntos.
Lo mejor, la duración del vídeo (apenas un minuto) y dos maldades:
- Es indudable que todos los mensajes forman parte de una campaña orquestada por el community manager del PP que cometió el error de firmar el mensaje con las iniciales MR, que es como Génova (a la manera del equipo de redes de Barak Obama) remarca que ese tuit lleva la autoría del presidente del Gobierno.
- Génova envió dos notas de prensa señalando que el contenido de los tuits y el del vídeo estaban embargados hasta nueva orden. Hacia las 9 de la mañana, ya se había desvelado la novedad electoral ‘popular’.
En un planteamiento de campaña tan crispado como el que aventura la polarización de la que hemos hablado en otros momentos, sorprende, en positivo, un vídeo que no carga contra el adversario (al que no se menciona) y que invita en la práctica a la ciudadanía (a la que se refiere esta vez como gente) a prescindir de las siglas en pro de un proyecto de país. Un acierto a pesar de los chistes que el dibujo de la línea roja, cual encefalograma plano, provocó entre votantes ajenos al PP.