26J: Explicaciones al resultado electoral

Un vistazo por el time line de Twitter o por el muro de Facebook indica que hay una parte del electorado español que parece estar en shock ante los resultados que arrojaron las urnas este domingo. Hablamos de un público que presenta rasgos concretos: Es menor de  40-45 años, por lo que entramos de lleno en la brecha generacional; está muy informado (incluso con puntos de infoxicación); y creían que esta vez sí serían los protagonistas del cambio del sistema político gracias al apoyo de un partido de reciente creación.

Las urnas hablaron y confirmaron que ese modelo de país que hemos tenido de forma permanente en los medios de comunicación y en las redes sociales no es real. Lo señalamos a menudo en este blog: Tendemos a priorizar los ámbitos en los que nos sentimos cómodos y a ignorar los que no tenemos a mano por desconocimiento o, simplemente, porque no lo consideramos igual a lo que nosotros defendemos.

De ahí que, en general, desde los ámbitos urbanos no se tenga ni idea de lo que ocurre en entornos más rurales y que se infravaloren las decisiones de grupos de edad que a menudo consideramos «inferiores» a los discurso que dominan los medios de comunicación. Son frecuentes las chanzas que suele haber ante los posiconamientos políticos de Jorge Javier Vázquez (con una audiencia media diaria de dos millones de personas) o ante fotografías como las de Mariano Rajoy en Navarra rodeado de alcachofas. Se nos olvida a menudo que esa gente vota y que lo hace con menores datos de abstención que los que registran los electores más jóvenes.

A falta de conocer los datos del CIS postelectoral, que esta vez serán sumamente interesantes, procedemos a analizar lo que pensamos que ha ocurrido este 26 de junio, una fecha en la que parece que todo está preparado para que los partidos políticos faciliten la investidura del candidato del PP que será, previsiblemente, Mariano Rajoy. Desde este momento, ya todos saben que la repetición de unos terceros comicios castigarán a quienes sean percibidos como bloqueadores de la situación política.

El PP confirma su fortaleza como partido

El PP ganó las elecciones con un 33.03% de los votos, un porcentaje al que sea acercaron NC- Report o Celeste Tel. No había dudas de que sería la fuerza más votada y lo fue, con un incremento en la expectativa final que puede estar relacionado con los réditos del voto útil frente a C’s. Como apuntábamos en el análisis de urgencia de la noche electoral, no resultaría extraño que los 391.000 votos perdidos por C’s engrosen los 670.000 votos ganados por el PP respecto a las elecciones del 20D.

CapturaRicardo 27-06-16

Viñeta de Ricardo

Génova gana 14 escaños respecto a los últimos comicios y, sobre todo, tranquilidad. El PP llegó a las elecciones con un tremendo desgaste por la gestión económica durante la legislatura 2011-2015, por su escasa empatía hacia unos ciudadanos a los que estaba recortando gasto público mientras aumentaban los datos de pobreza o desigualdad y, sobre todo, por el estallido de casos de corrupción que afectaron a personas relevantes de la dirección del partido.

Tras los resultados del 20D, Mariano Rajoy optó por no moverse, lo que provocó que los demás partidos tomaran decisiones. La del PSOE, presentar a Pedro Sánchez como candidato a pesar de tener sólo 90 diputados en el que era el peor resultado de su Historia, ahora superado por lo conseguido este 26J. Los hechos parecen darle la razón a Rajoy: Durante medio año ha dejado que el resto de líderes que participaron en el sainete se desgastaran, algo acentuado ante la imposibilidad de formar Gobierno.

Durante la campaña, señalamos la estrategia adoptada por Génova con respecto a un Rajoy al que no escondían. El presidente del Gobierno en funciones ha pisado calle, ha estado en esos entornos rurales a los que mencionábamos antes y, sobre todo, ha permitido que la máquina del partido volviera a engrasarse tras el mazazo de los últimos procesos electorales.

Los resultados están ahí: El PP avanza en Andalucía (23 diputados, 2 más de los que tenía), en CLM (gana 2), en Castilla y León (recupera 2), en Madrid (suma otros 2), Extremadura(gana 1), en la Comunidad Valenciana (suma 2) y en Galicia (otros 2). Casi 700.000 votos más que, evidentemente, no esconden que entre 2011 y estos comicios ha perdido 2.960.000 votos. Pero existe la impresión de que el resultado obtenido en 2015 constituye su suelo electoral y que ahora sólo tiene que volver a crecer como el partido de referencia de la derecha. Lo que constituyen muy malas noticias para Ciudadanos.

El PSOE evita la tragedia

Los socialistas siguen reptando en su suelo electoral. Este 26J obtuvieron 91.000 votos menos y perdieron 5 diputados en el que vuelve a ser el peor resultado del partido desde la restauración democrática. Sin embargo, Ferraz utilizó un discurso que da pistas sobre lo que se jugaba el partido en los comicios: El PSOE sigue siendo la fuerza hegemónica de la izquierda por el fracaso de Unidos Podemos de sobrepasarle en votos y diputados. Este lunes, se difundía este gráfico que muestra hasta qué punto la batalla electoral estuvo centrado en estos dos partidos:

Capturapsoepodemos

Mapa difundido por @El_Plural

Este lunes, ya se abría la posibilidad de que el partido se abstenga para facilitar el gobierno del PP, que le saca casi 50 diputados, un escenario matizado horas después por Antonio Hernando. De lo que no cabe ninguna duda es de que la crisis política y de representación que afectó a PP y PSOE desde 2011 se ha traducido en una fragmentación del voto por la izquierda que ha provocado la existencia de dos partidos con una fuerza similar pero no la derecha.

En el momento de elaboración de este post hay pocas noticias sobre el futuro de Pedro Sánchez como secretario general, sobre todo si tenemos en cuenta que el partido ha retrocedido también en sus feudos (particularmente en Extremadura y Andalucía). A falta de que se confirme qué hará en la futura investidura, lo cierto es que el 26J ha confirmado las debilidades y fortalezas de un partido que en estas elecciones ha mostrado por qué ha sido un actor fundamental en la Historia reciente del país.

Como hemos señalado en muchas ocasiones, el partido lleva desde 2010 afrontando elección tras elección con la marca achicharrada por los últimos años de la gestión de Rodríguez Zapatero y por la elección de líderes que, como Pedro Sánchez, han mostrado capacidad de supervivencia pero no de liderazgo. En el peor momento del partido, los militantes han elegido al peor secretario general. Eso se nota en la propia proyección electoral de los socialistas, en una campaña como la que abandonamos en las que muchos votantes de centroizquierda no compartía la alianza de Podemos e IU ni la sopa de siglas pero que no tenían incentivos para volver al PSOE.

A menudo, la política es injusta: Si Unidos Podemos hubiera sobrepasado a los socialistas hoy tendría el foco sobre su partido, algo que duraría toda la legislatura, como el principal partido de la oposición. La victoria del PSOE frente a su adversario principal, Unidos Podemos, nos devuelve a la situación inicial. La buena noticia para el PSOE es que es posible que haya tocado suelo definitivamente y que con la elección de un liderazgo mínimamente solvente podría comenzar a recuperar espacio electoral. La mala noticia es que hablamos del PSOE, un partido acostumbrado a pegarse tiros en el pie.

¿Ha tocado techo Podemos?

Dejemos una cosa clara: Que un partido con apenas dos años de vida como Podemos se haya convertido en tercera fuerza política por segunda vez con más de 5 millones de votos y 71 diputados es un triunfo incuestionable en nuestro sistema político. Sin embargo, las expectativas creadas que apuntan a que 1+1 siempre son 2 echan por tierra esta percepción. Ahora llega el momento del análisis, que debería centrarse en tres puntos:

  • La alianza con IU ha enmascarado la pérdida de votos derivada de la negociación de la investidura de Pedro Sánchez.
  • A falta de tener más datos, parece claro que una parte del votante crónico de IU ha ido directamente a la abstención en estas elecciones. Lo mismo se puede decir de los votantes de Podemos que no vieron con buenos ojos la alianza con el PCE.
  • La polarización de la campaña no ha conseguido que el PSOE deje de aparecer como el partido de referencia en el centroizquierda. Tampoco ha logrado obtener los réditos electorales esperados en Unidos Podemos.

IU y Podemos, con las confluencias y el MES, sumaron el 20D 6.169.000 votos, casi 1.1 millones más que este domingo, día en el que se registraron 4 puntos menos de participación. No resulta descabellado pensar que una parte del electorado decidió quedarse en su casa o votar a partidos como el PACMA (64.000 votos más que en diciembre) en un momento en el que había incentivos para pensar en que esta vez sí era posible un cambio sustancial en el sistema de partidos y político español.

Sí parece claro que la polarización de la campaña a la que ayudó Unidos Podemos habría podido terminar de apuntalar el resultado del PP por el rechazo que siguen generando las propuestas políticas de la formación y, sobre todo, un líder como Pablo Iglesias, al que los suyos adoran pero que causa mucho rechazo en el resto. Sobre todo en los votantes tradicionales del PSOE, que consideran que buena parte de sus discursos y posicionamientos constituyen una falta de respeto al partido que ha protagonizado buena parte de la modernización del país. Son esos votantes de más edad de los que el pasado fin de semana se hablaba como «viejos» y refrectarios al cambio por llegar.

Ahora toca hacer autocrítica sin desgarros y asumir que igual el problema pasó por dejarse emborrachar por la euforia que recogían las encuestas y de las redes sociales: 71 diputados es un resultado magnífico que ayuda a plantear una estrategia de oposición que, eso sí, esta vez dependerá de la posición que adopten los socialistas. Este lunes, Juan Carlos Monedero ya ha comenzado a sugerir que hubo un mal planteamiento de la campaña electoral, con exceso de marketing y poco contenido. No le falta razón a pesar de los magníficos spots electorales que presentaron.

Sin embargo, el análisis debería ser más profundo y debería tocar aspectos que ya hemos visto: Por un lado, la brecha generacional de sus votantes (su base electoral se basa en los menores de 45 años y, sobre todo, en los menores de 30); por otro, la brecha urbana (votantes bien formados, muchas clases medias que sienten que la crisis les han hurtado oportunidades);y por último, el hecho de que Unidos Podemos no convence a las mujeres, que manifiestan una tendencia mayor a votar al PSOE como su referencia política.

Esta autocrítica debería alejarse de las primeras tendencias que hemos visto entre los simpatizantes de Unidos Podemos:

  • Despreciar el resultado de las elecciones porque la ciudadanía ha preferido apoyar al PP y al PSOE antes que a las fuerzas que vendían el cambio. Como en la vida misma, toca analizar por qué amplios sectores han preferido apoyar a un partido que tiene una losa de corrupción en sus espaldas y que decidió gobernar un país dándole la espalda a sus ciudadanos. No tiene ningún sentido minusvalorar el voto del adversario porque, de nuevo, se vuelve a caer en algunas de las actitudes que hemos visto durante estos meses por parte de Iglesias hacia el votante medio socialista. Y cuando el daño está hecho, no sirven los alegatos a Zapatero ni los vídeos como los que se difundieron admitiendo los logros de Felipe González.
  • Cuestionar la coalición a tenor de los resultados. Es fácil intentar reescribir la historia una vez que las urnas han hablado y es profundamente injusto.Las bases de IU apoyaron la unión con Podemos ante la evidencia de que la Ley electoral podría volver a penalizar a una formación que con un millón de votos sólo logró dos escaños el pasado mes de diciembre. Es posible que si hubiera ido sola en estos comicios hubiera aumentado sus diputados pero se habría perdido la oportunidad de disputar al partido hegemónico, al PSOE, la hegemonía de la izquierda.
  • Dejar de difundir la idea de que ha habido fraude electoral este domingo, una tentación que en 1993 tuvo el PP por un escenario parecido: Las encuestas sobre intención de voto aseguraban que ganaba con claridad las elecciones al PSOE, algo que no ocurrió cuando se abrieron las urnas. Javier Arenas dejó caer esta posibilidad que fue inmediatamente rectificada por la dirección ‘popular’, consciente de que a los votantes no les gustan los partidos que no saben perder.  Los comentarios que se pueden leer en el hashtag  son concluyentes.

Ahora toca gestionar orgánicamente un partido que sale herido de la contienda electoral y que afronta tres años sin procesos electorales a la vista (salvo las autonómicas gallegas y vascas). Unidos Podemos ha demostraro ser una magnífica herramienta electoral y ahora toca pisar suelo.

C’s achaca sus malos resultados a la Ley electoral 

Ciudadanos perdió este domingo 400.000 votos que se traducen en 8 diputados menos. Igual que señalábamos en el caso de Unidos Podemos, estamos ante una mala valoración basada en las expectativas creadas: 32 diputados son más de los que sacaron en sus mejores momentos el PCE o IU. Por ello, sólo queda asumir que el techo electoral de la formación tal vez esté más cerca de lo que se pensaba y hacer valer ese apoyo en las negociaciones para formar gobierno que comenzarán los próximos días.

C’s ha sido castigado por lo que se supone que los ciudadanos demandan (facilitar acuerdos políticos ante la falta de mayorías suficientes) y por una polarización de la campaña que ha terminado beneficiando al PP. El último vídeo de campaña de los ‘populares’, pidiendo el voto a Rivera directamente, incidía en la idea de muchos comentaristas cercanos a Génova que señalan que entre la copia y el original los ciudadanos optan por el original.

Durante el último medio año, C’s, como Podemos, fue perdiendo el halo de novedad con el que se presentó a los comicios. En el caso de C’s, también se ha confirmado las debilidades propias de una formación en construcción y con escasa capacidad orgánica, un aspecto que los españoles suelen castigar en las urnas: Se suele priorizar la unidad interna y el hablar con una sola voz a las discrepancias públicas que a menudo se rechazan por ser jaulas de grillos. Aun así, Rivera sigue siendo uno de los líderes mejor valorados aunque es cierto que eso no se traduce en votos inmediatos, como le ocurría a Rosa Díez en sus mejores tiempos al frente de UPyD.

Si sumamos los problemas que se han derivado en todo el país con dirigentes de nuevo cuño que han ido dimitiendo y la sobreexposición mediática de Rivera, tenemos ya datos que ayudan a explicar los errores de una campaña en la que el partido ha vuelto a confirmar que carece de músculo de partido. Sólo hay que recordar los actos de inicio y cierre de la campaña, con apenas unos centenares de simpatizantes, para entender que al partido le queda mucho recorrido si quiere disputarle el terreno al PP en algún momento.

Las primeras valoraciones de la dirección del partido  pasaron por señalar por injusta la ley electoral, la misma que hace seis meses les hizo ganar 40 escaños. De la msima manera que es de mal gusto sugerir un pucherazo electoral también suenan vacías las apelaciones a los castigos que se derivan de la aplicación de la ley electoral, incluso en el caso de que Rivera tenga razón (que la tiene).

Y ahora, juguemos a la política ficción: Si el PSOE hubiera logrado que Podemos le apoyara en la investidura de Sánchez, es posible que C’s hubiera podido proyectarse como el partido de centro reformista que exhibe. Ese ADN puede ahora aplicarlo con un acuerdo con el PP, para el que ya sugiere que habrá una línea roja inquebrantable: La candidatura de Rajoy como presidente del Gobierno.

El gran problema es que hoy Rajoy sí se proyecta como el claro vencedor de unos comicios y que existe toda la sospecha de que los ciudadanos castigarán de forma importante a los partidos que no ayuden a desbloquear la situación de parálisis en la que vivimos desde las elecciones del 20 de diciembre.

 

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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