Lo apuntábamos este lunes: El resultado de las elecciones generales del pasado domingo fueron un fracaso para Unidos Podemos debido, sobre todo, a las expectativas creadas y alimentadas por la propia formación durante la campaña. También por la propia valoración que de los resultados se viene haciendo desde la misma noche electoral.
Durante los días posteriores al 26J, los escasos dirigentes que han comparecido ante los medios han facilitado argumentos en relación a cómo el equipo de campaña se creyó lo que apuntaban las encuestas sobre intención de voto publicadas al tiempo que se señaló que esta vez el partido no había hecho encuestas propias. Estamos ante un error de bulto si se tiene en cuenta que en las filas de la formación hay especialistas en comportamiento electoral y ‘cocineros’ como Carolina Bescansa. Esta vez, el partido sí ha señalado que elaborará un estudio para saber por qué la confluencia ha perdido 1.1 millones de votos respecto a las elecciones del 20D en lo que se entiende una manera de posponer la bronca interna que se plasmó en la cara de Iñigo Errejón la misma noche electoral.
Lo que queda claro, días después de celebrarse los comicios, es que estamos ante una interpretación de los resultados que no tienen mucho que ver con lo que leímos y escuchamos tras las últimas elecciones: A pesar de los 71 diputados y los cinco millones de votos, no hay dudas de que Unidos Podemos pasa por ser uno de los «perdedores» de la cita en las urnas.
Este mensaje se basa en que no ganó al PSOE en votos y escaños y en que podría haber perdido el papel central que la decisión de Sánchez de postularse como presidente del Gobierno le otorgó. Unidos Podemos hoy sólo figura en la agenda como un partido que fracasó en la primera tarea que se había encomendado, un argumentario que se plasma en las siguientes actitudes:
- Una espantada por parte de buena parte de los dirigentes y cargos de Unidos Podemos desde la misma noche electoral justo en el momento en el que más deberían estar ocupando espacio en los medios para transmitir tranquilidad ante unos resultados no esperados pero buenos y confianza en torno al futuro (una idea que poco a poco se ha ido plasmando en los argumentos de los portavoces que sí han atendido a los medios).
- Durante estos días, los únicos mensajes que hemos escuchado desde el domingo han sido en clave interna para admitir cierto shock ante unos resultados no esperados y para intentar dirimir la crisis interna que esto habría ocasiado. Así, hemos escuchado a Carolina Bescansa, a Iñigo Errejón (para incidir que la alianza con IU no ha funcionado y que el eje izquierda/derecha no facilitará que Unidos Podemos se convierta en el partido transversal y ganador que se pretende), a Pablo Echenique (con llamada al orden a cualquier discrepancia interna fuera de los cauces habituales, convenientemente filtrada a los medios) y a Pablo Iglesias, que concedió su primera entrevista tras el 26J a Antonio García Ferreras, en Al Rojo Vivo.
- Existe una máxima en política: Cuando tú no rellenas tu espacio y colocas tus mensajes, otros lo hacen por ti. Es lo que le ha ocurrido durante estos días a Unidos Podemos, convertido en una suerte de muñeco de pim pam pum que ha permitido matizar los otros dos fracasos de la noche electoral: La caída del PSOE en 5 escaños y los 32 diputados conseguidos por C’s, un resultado que podría haber acabado con su capacidad de presión para, por ejemplo, impedir que Mariano Rajoy vuelva a ser presidente del Gobierno. El ejemplo más palmario, el editorial, otro más, del diario El País hablando de dudas en torno al liderazgo de Pablo Iglesias.
- El foco sigue centrado en Unidos Podemos y en lo que pudo haber fallado en su acuerdo con IU, lo que le debilita orgánicamente en un momento en el que deben comenzar a trazarse los apartados que permitan la confluencia de objetivos que posibilitó el pacto. Se cuestiona así el planteamiento de la campaña, la colocación de mensajes e incluso la manera en la que es intentaba llegar a un tipo de votante excesivamente centrado en las redes sociales.
La ausencia de mensajes claros por parte de la dirección de Unidos Podemos ha provocado dos reacciones en los miles de seguidores que el partido tiene tanto en Facebook como en Twitter, seguidores que se caracterizan por ser especialmente activos:
- Rechazar los resultados con una suerte de «este país no lo cambia ni la madre que lo parió» que se plasma en un mensaje: Unidos Podemos no ha sobrepasado al PSOE, con el PP en ascenso, porque los viejos de este país votan de una manera que no tiene nada que ver con lo que quieren las generaciones más jóvenes. El mismo discurso que se esgrime en relación con el Brexit y que, como señalábamos hace poco, indica un desconocimiento profundo del país y de sus habitantes (también los de las generaciones que participaron en la Transición y años posteriores).
- Alimentar la teoría conspirativa de que el 26J en realidad hubo un pucherazo contra Unidos Podemos la noche electoral, teoría que se intenta demostrar con una serie de errores concretos en unas mesas electorales concretas. Al PP en 1993 este argumento le duró cinco minutos; en el caso de los simpatizantes de Unidos Podemos, en buena medida por la negativa de los dirigentes de la formación a salir a desmentir esta paranoia, llevamos cinco días escuchando barbaridades en relación al supuesto poder del ministro del Interior para alterar los resultados electorales. Si se tiene curiosidad, el hashtag
#PucherazoPP de Twitter no tiene desperdicio.
Que sepamos, ésta es la reacción más contudente contra esta teoría conspirativa que hemos leído entre los líderes de Unidos Podemos. Un tema que, suponemos, irá a más una vez que ha anécdota ha saltado de Twitter y Facebook a la prensa, que ya se ha ocupado en publicar artículos que explican por qué no tiene sentido hablar de ‘pucherazo’.
El más importante, porque en España hemos tenido corrupción política y una bolsa de fraude fiscal que sigue apareciendo periódicamente, pero no corrupción administrativa: Nadie tiene que pagar porque le atienda el médico de cabecera antes o mejor, por ser beneficiario de ayudas públicas o por ser inscrito antes en los servicios de empleo. Y éste es un detalle no menor que ignoran los que señalan al ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, como el cerebro de una trama que habría contado, suponemos, con la aquiescencia de integrantes de las mesas electorales, apoderados del partido y de buena parte de los funcionarios que participaron en el proceso electoral el pasado domingo.
La última vez, por cierto, que sectores sociales nada desdeñables creyeron en una teoría conspirativa orquestada desde el Estado fue en relación al atentado del 11M. Por ahora, la dirección de Unidos Podemos ha optado por el silencio. Sería muy aconsejable que salieran en tromba para negar esta posibilidad antes de caer en un ridículo similar al que esgrimieron en su momento grupos como los Peones Negros.