Uno de los rasgos más llamativos de la gestión de los resultados electorales es que, esta vez, y a diferencia de lo que los partidos hicieron tras los comicios del mes de diciembre, los tiempos se han ralentizado enormemente. No se perciben las prisas casi histéricas por ocupar espacio en los medios de comunicación con reuniones y/o mensajes sobre líneas rojas de cara a la futura investidura ni declaraciones elocuentes en las que los cabezas de lista muestran su disposición a convertirse en el próximo presidente del Gobierno.
En el momento de elaboración de este post, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, seguía estando desaparecido en todos los foros en el que ha sido omnipresente durante estos dos años: Medios de comunicación y redes sociales. Sólo valoró los resultados electorales el domingo por la noche y, durante su viaje a Bruselas, el martes, eludió responder ante la prensa. Quién sabe si se trata del último desplante ante quienes le instaron a afrontar con realismo unos malos resultados y a descartar, de primeras, proponerse de nuevo como candidato a presidir el Gobierno.
La versión que se difunde desde la sede nacional del PSOE, al más puro estilo Rajoy: «Ya veremos cuándo sale, pero será cuando queramos nosotros. Rajoy se pasó meses fumándose un puro y nadie se fijó en eso. No vamos a exponer a Pedro ahora. Calma, paciencia. Ahora que se lo coma Rajoy, es él quien tiene que estar en el disparadero. Parece que hay que mirar al PSOE tanto cuando gana como cuando pierde. No, que se lo curre el PP». Sánchez ha decidido ganar tiempo.
Queda claro, pues, que hay un cambio de actitud entre los socialistas, cambio que se notó en la valoración de unos resultados históricamente malos, sólo vendibles por la capacidad del partido de aguantar el tsunami Unidos Podemos, pero también en que Pedro Sánchez parece que no tomará esta vez la iniciativa aun sabiendo que se juega su carrera política al hecho de poder convertirse en presidente del Gobierno.
La postura oficial de Ferraz es la que defendió Antonio Hernando (no el secretario de Organización) tras la reunión de la Ejecutiva el lunes 27 de junio y las entrevistas que tanto Hernando como Oscar López y María González han ofrecido durante estos días. La consecuencia más directa: Se han escuchado a los barones sugerir que el PSOE debería abstenerse en parte para facilitar la investidura de Mariano Rajoy y evitar unas terceras elecciones y ya se publican informaciones off the record en relación a la tensiones y ruptura entre el secretario general del partido y su número 2, César Luena.
Ferraz ha convocado al Comité Federal el próximo 9 de julio, casi dos semanas después de las elecciones. Una anomalía si tenemos en cuenta que la tradición marca que sea el sábado siguiente a la celebración de los comicios la fecha en la que se suele reunir el máximo órgano de funcionamiento del PSOE entre congresos. El Congreso, pospuesto en febrero, podría celebrarse a finales de año y pocos dudan de la necesidad de un candidato alternativo a Sánchez que ayude a cicatrizar las heridas abiertas desde la marcha de José Luis Rodríguez Zapatero.
Tiempo es también lo que el PP está dispuesto a ganar en estos días, algo en lo que es especialista Mariano Rajoy y que ya probó tras las elecciones del 20D. Entonces, el resto de líderes políticos decidió exponerse ante los medios, con la narración casi en directo de todos los contactos mantenidos para la negociación de la investidura. En esta ocasión, todos parecen ir a rebufo de lo que marque Génova, que se ha limitado a señalar que esta semana Rajoy comenzará sus conversaciones con Coalición Canaria, unas conversaciones que no se prolongarán hasta la próxima semana cuando Rajoy vuelva de la Cumbre de la OTAN que se celebrará durante el fin de semana en Varsovia.
La ‘nueva política’ tampoco se arriesga esta vez
Tampoco los partidos que han representado la ‘nueva política’ han mostrado una actitud parecida a la que vimos tras las elecciones del 20D. En el caso de Ciudadanos, la debilidad que manifestó las urnas se percibe en el cruce de declaraciones entre distintos líderes, que han señalado que el partido podría facilitar la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Ejecutivo, una línea roja exhibida por Albert Rivera desde hace meses. Ha sido tal el descontrol vivido en base a ese argumento que la dirección decidió a final de la semana buscar una posición común sobre este tema, que sin duda es EL TEMA, cuando Rajoy acepte el encargo del Rey de intentar conseguir los votos para formar Gobierno (algo que no hizo el pasado mes de enero).
En C’s, tras contemplar la posibilidad de que buena parte de los 400.000 votos que el partido perdió el 26J hayan ido a parar al PP, se debate ahora entre el pragmatismo del que siempre ha hecho gala el partido o en el enroque en uno de los pocos mensajes en los que la formación y su líder han sido claros: No darán su visto bueno a un candidato que lidera un partido acusado por corrupción. Más allá de programas o acuerdos, es posible que este asunto se convierta en una bomba de relojería en la propia organización, que aparece más debilitada que hace seis meses a pesar de sus 32 diputados.
Durante varios días hemos analizado cómo los resultados impactaron en la dirección de Podemos, partido que no celebró hasta el viernes pasado su primera reunión para analizar lo que había pasado el 26 de junio. A pesar de que estaban citados los líderes de las confluencias, el mensaje que trascendió fue el que Pablo Iglesias había avanzado por la mañana: Respaldo a la unión con IU y la consideración de que el voto del miedo había movilizado al electorado conservador, que había optado por el voto útil. Es decir, Podemos explica bien los resultados obtenidos por el PP pero se deja en el camino por qué Unidos Podemos ha perdido 1.1 millones de votos respecto a las anteriores elecciones, algo que parecen no querer afrontar, al menos públicamente.
CODA. Curioso país el nuestro. Ahora que han pasado las elecciones comienzan a filtarse datos de los equipos de marketing lectoral que han estado detrás de los respectivos partidos y candidatos. Una semana después de los comicios nos enteramos de que la agencia The Messina Group (TMG) estuvo trabajando con el PP en su estrategia en Facebook, la red social sobre la que ha pivotado buena parte de esta campaña.
Génova habría intentado contar con sus servicios el pasado mes de diciembre, unos contactos que no concluyeron en un contrato por su coste. En esta ocasión, y tras la intermediación de David Cameron, TMG ha colaborado en la campaña para centrarse en recuperar parte del voto fugado a C’s, con buenos resultados, tal y como hemos visto.
TMG ha trabajado en las campañas de Barak Obama (2012), en la de David Cameron y en la del argentino Mauricio Macri. Próximanente trabajará con Mateo Renzi en el referéndum constitucional.