Hace unos días nos hacíamos eco de la disputa interna de Podemos en la recta final de la campaña de las elecciones vascas y gallegas, planteadas en su inicio como dos muestras del poderío de la formación en términos de desplazamiento de dos fuerzas tradicionales: El PSdG en Galicia y EH-Bildu en Euskadi. Hoy, parece que la izquierda abertzale le ganará la partida a Podemos en Euskadi y que falta saber lo que decidirán en Galicia los 300.000 indecisos detectados por los últimos sondeos sobre intención de voto.
Viñeta de Ricardo en El Mundo
A propósito de la disputa pública entre Iñigo Errejón y Pablo Iglesias, que se quiso aplacar este jueves, nos referimos a la tentación de la izquierda en autodestruirse en público con disputas internas que se deciden estallar en los momentos menos oportunos. Todos los partidos deberían concentrar sus fuerzas en la campaña electoral gallega y vasca, sobre todo si tenemos en cuenta el planteamiento inicial de los distintos partidos como un intento de desbloquear la situación política en el resto del país.
Desde el miércoles, el PSOE ha decidido sumarse a esta tendencia con la exhibición de los problemas de liderazgo de Pedro Sánchez y con la evidencia de una fractura entre Ferraz y el resto del partido. Ya no se esconden las críticas hacia lo que se percibe como una tentación de apuntalar su supervivencia personal por encima de los intereses de un partido que sigue sin remontar en los procesos electorales ni en las encuestas sobre intención de voto.
Basta echar un vistazo a la prensa de este viernes, que debería estar centrada en el cierre de campaña de las autonómicas que se celebran este domingo, para vislumbrar la dimensión de una problemática, la de la supervivencia política de Sánchez, que se pretende taponar de dos maneras:
- Hacia fuera, con el planteamiento de un Gobierno alternativo al PP con la aquiescencia de Podemos y C’s o de Podemos y los partidos nacionalistas e independentistas. Éste será el núcleo del Comité Federal que Ferraz ha convocado para el próximo 1 de octubre, en el que se valorarán los resultados de las elecciones vascas y gallegas y , sobre todo, la estrategia del partido de cara al futuro. Distintos medios hablaron de una conjura con el fin de provocar la salida de Sánchez al frente de la Secretaría General con el ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero señalando que tras el 25S habrá ‘consecuencias’ y toma de decisiones.
- Tras publicarse estas informaciones, se sucedió un movimiento hacia dentro basado en el intento de proteger el liderazgo de Sánchez mediante la celebración de un congreso, postpuesto desde hace meses por la interinidad del Gobierno, los días 2, 3 y 4 de diciembre. Antes, el 23 de octubre, la militancia habría elegido al secretario general por el voto directo. Si tenemos en cuenta el apoyo público de buena parte de las bases hacia Sánchez, sería una manera de blindarse frente al ‘aparato’ que estos días se prodiga con declaraciones en la prensa escrita reseñando lo que es un hecho desde hace meses: Que Sánchez no mantiene interlocución alguna con los barones sobre todo con aquellos que han ayudado, con sus resultados, a maquillar el desplome electoral del PSOE.
Durante estos días se habla de la posibilidad cada vez más real de que finalmente a Sánchez le nazca un candidato alternativo, que bien podría ser Susana Díaz o bien un mirlo blanco como lo fue Rodríguez Zapatero en el congreso del año 2000. Lo que está claro es que el partido muestra, a pocos días de que se vuelvan a abrir las urnas, una división interna que nos devuelve orgánicamente al año 2011.
- Evidencia número 1: Como mantenemos desde diciembre de 2015, la posición del PSOE no es sencilla en estos momentos por méritos propios. No parece que saque mucho beneficio electoral de un apoyo implícito al PP para desbloquear la situación política y sabe que un acercamiento a Podemos puede constituir el inicio de un abrazo del oso que concluya con la peor pesadilla para Ferraz: Ser sobrepasado en el Congreso por la formación morada. Da la impresión de que sólo el extraño liderazgo de Pablo Iglesias y la situación interna de Podemos evitó el desastre en las elecciones de junio de 2016.
- Evidencia número 2: Pedro Sánchez se hizo con las riendas del partido en julio de 2014 gracias al apoyo de una militancia convenientemente alimentada por las federaciones socialistas más potentes (Andalucía, Comunidad Valenciana y Madrid). Han pasado sólo dos años y Sánchez se suma a la lista de líderes achicharrados por la realidad política de un país que decidió optar por un sistema de fragmentación parlamentaria con partidos que funcionan con dinámicas de bipartidismo imperfecto. Algo que también ocurre con los partidos nuevos.
- Evidencia número 3: El PSOE obtuvo el pasado mes de junio el peor resultado desde la restauración democrática en unas elecciones generales: 85 diputados, 40 menos de los que consiguió el PSOE de Joaquín Almunia en las elecciones de 2000 y que concluyón con la dimisión del secrestario general, la misma noche electoral, por los malos resultados. En diciembre de 2015, el PSOE obtuvo el peor resultado desde la Transición, superado por las elecciones de junio de este año. En ambas ocasiones, lo hizo con una lista liderada por Pedro Sánchez y afines, tras las purgas de personas cercanas a Eduardo Madina, su alter ego en las primarias de 2014. Tras estos resultados, Sánchez defendió en diciembre de 2015 que el PSOE había obtenido un resultado «histórico» (en términos positivos) y su gente se ha enrocado en defender como logro que junio quedó por delante de Podemos, que parece haberse convertido en único de Ferraz junto el de la supervivencia personal (argumento sobre el que pivotó el editorial de El País de este viernes]:
- Evidencia número 4: El partido lleva en caída libre desde que en mayo de 2010 Rodríguez Zapatero decidió enmender toda su agenda económica; sin embargo, no se puede obviar que con Sánchez en la Secretaría General, el partido sigue tocando suelo electoral y que hoy tiene 25 diputados menos que los que consiguió el PSOE con Alfredo Pérez Rubalcaba al frente en 2011. Si enmarcamos estos resultados con la fractura del partido entre la dirección federal y el resto de territorios, parece claro que el partido necesita un congreso para refundarse y no tanto para reafirmar un liderazgo que hace aguas por todas partes desde el inicio.
- Evidencia número 5: Sánchez y su equipo se han hecho fuertes ante la impresión de que no hay nadie capaz de disputarle el liderazgo del partido. Susana Díaz amagó con hacerlo en varias ocasiones pero finalmente decidió quedarse en Andalucía. Hoy su nombre vuelve a sonar como la candidatura alternativa a Sánchez pero es posible que su momento haya pasado. Quizás el trabajo del ‘aparato’ deba pasar por buscar un candidato sin cuentas pendientes y que sea capaz de enganchar con lo que pide una militancia que parece haberse aferrado a Sánchez como el mal menor para evitar un nuevo Gobierno del PP.
Los movimientos aireados durante estos días nos hacen inferir dos conclusiones: Por un lado, que es posible que la semana que viene vivamos el inicio de lo que se aventura como la batalla final por el liderazgo del PSOE, un partido que lleva desde, al menos, 2011 buscando sus señas se identidad y una persona con capacidad para unir todas las sensibilidades. Por otro, que ha quedado claro que ni a Ferraz ni al resto de federaciones les preocupa lo más mínimo lo que pueda ocurrir este domingo en Galicia y Euskadi.