Viñeta de Ricardo publicada en El Mundo
Pedro Sánchez y su entorno han conseguido que la debilidad extrema del PSOE que se plasma en cada cita electoral se venda como una lucha entre el aparato del partido y su líder, que espera contar con el apoyo de la militancia. El Comité Federal que se celebrará este sábado se convertirá en un escenario en el que se enfrentarán dos opciones: La de los partidarios de blindar el liderazgo de Sánchez, a través de la celebración de las primarias y del congreso federal en el arranque de la próxima campaña electoral si no se logra formar Gobierno; y los que critican que la salida a la crisis del liderazgo de Sánchez sea tensionar más a la militancia y promueven, de una manera u otra, que el partido se abstenga para desbloquear la situación política. La posición de este segundo grupo pasaría por forzar la dimisión de la mayoría de la Ejecutiva y que una gestora se haga cargo del partido.
Como un aviso a navegantes, Sánchez dejó claro que prefiere unas terceras elecciones a facilitar un Gobierno de Mariano Rajoy y que no dimitirá en el caso de que el Comité Federal tumbe el sábado su propuesta de consultar a la militancia en estos momentos. Es decir, que tendrán que ser sus críticos los que reúnan los votos suficientes para obligarle a abandonar el cargo, convirtiéndose en el primer secretario general socialista elegido por las bases que es descabalgado de su puesto por el aparato del partido. Eso o encontrar un candidato con disposición para medirse con él en las primarias que se celebrarían el 23 de octubre. Este martes, Susana Díaz ha jugado a la ambigüedad al señalar que ella estará donde sus compañeros decidan que es más útil.
Desde la rueda de prensa de este lunes, Sánchez se ha convertido en un mártir para sus afines en el PSOE y para los que, desde fuera, insisten en que el secretario general aguante y evite un nuevo Gobierno del PP. Se apoyan en la posición de la prensa, sobre todo de medios que, no hace tantos años, caminaban al lado de la acción del PSOE, como El País y, en menor medida, la SER. Durante semanas hemos glosado los intentos de la cabecera de Prisa para obligarle a abstenerse en la investidura de Rajoy, un enfoque editorial que no le diferencia ya del diario ABC, La Razón o El Mundo. Éstas fueron las portadas con las se presentaron este martes, con editoriales que dejan poco lugar a la discrepancia: Se quiere la cabeza de Sánchez como sea.
Ironías de la vida, la construcción del perfil de líder/mártir ha tenido un efecto curioso: El apoyo explícito por parte de la mayoría de medios digitales de información alternativa, habitualmente cercanos a las tesis de Podemos, de sus plumas más reconocidas y de columnistas como Manuel Castells, que en La Vanguardia nos deja frases que contradicen la propia imagen del secretario general del PSOE: «La mirada de Pedro Sánchez va más allá de un sillón presidencial. Se refiere al futuro del PSOE como partido de centroizquierda en que el epíteto de izquierda no sea una simple apostilla».
Viñeta de Manel Fontdevilla en eldiario.es
Hasta el momento, nadie ha escrito sobre la evidencia: Sánchez no estaría en esta situación si hubiera conseguido un buen resultado en las urnas en diciembre de 2015 o el pasado mes de junio. Tampoco se pediría su cabeza si el partido hubiera podido salvar los muebles en Euskadi y en Galicia, por no hablar de las Comunidades en las que el partido tampoco salió bien parado en las autonómicas de mayo de 2015. No es casualidad que sean los líderes de las CCAA en las que el PSOE se mantiene más fuerte los que con más fuerza hablan de asumir responsabilidades cuando las urnas otorgan veredictos tan contundentes como los que enlaza Sánchez al frente del partido.
Desde 2011, el PSOE se ha desangrado en las urnas, con pérdidas de poder territorial e institucional que sólo se han recuperado con el apoyo de Podemos (y de C’s en Andalucía). Desde las elecciones generales del 20 de diciembre de 2011, el partido se ha dejado 25 diputados en el camino y ha comprobado que su suelo electoral es bastante más escaso de lo que se esperaba. Por ello, en lugar de reclamar que aguante la presión y loar su intento de enmascarar su supervivencia política con la salvación de la socialdemocracia europea (?), basta con votar la lista que encabece Sánchez cuando se vuelvan a convocar elecciones generales.
A la espera de comprobar si todos los que hoy salen en defensa de Sánchez le darán su apoyo en la próxima cita electoral, parece claro que estamos en plena disputa entre el sanchismo y el PSOE. No es nuevo: Poco después de su llegada a la Secretaría General, tanto Sánchez como su entorno se empeñaron en construir un liderazgo presidenciable en detrimento de la marca PSOE, achicharrada desde mayo de 2010. Algo que tenía sentido dado que surgía como un desconocido para el gran público, pero no después. Sin embargo, sus afines a menudo insisten en anteponer «a Pedro» y su supervivencia al interés de un partido con 137 años de Historia. Basta recordar las purgas continuadas o la filtración interesada de intervenciones a puerta cerrada de líderes críticos con la estrategia de Ferraz.
Es evidente que el problema del PSOE no es sólo de liderazgo, aunque parece que Sánchez ha llegado para empeorar aun más las cosas. Tiene razón cuando habla de ruido interno y de los efectos que tiene en el electorado, pero se olvida de sus propias capacidades y, sobre todo, de sus carencias para articular un liderazgo mínimamente sólido independientemente del partido. No es un buen orador y, durante estos años, ha capitaneado un liderazgo errático, en el que prima el anuncio frente a la coherencia y que se ha olvidado de cualquier atisbo ideológico para abrazarse al marketing.
Esta circunstancia se suma a los propios problemas del partido, que sigue achicharrado en todos los ámbitos. La marca PSOE comienza a entenderse como la de un partido que puede funcionar en el sur de la Península (Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía) pero no en el resto del país, y basta ver los resultados de las elecciones autonómicas o generales para darse cuenta de este extremo.
Así, el partido sigue encadenado sonoras derrotas electorales sin que nadie haya asumido la menor responsabilidad o haya abierto una reflexión sobre por qué las siglas PSOE no son atractivas para los menores de 45 años, para los nuevos electores o para los que viven en núcleos urbanos. Según Ferraz, todos los males se deben al contexto y a la existencia de Podemos, como si eso tapara la evidencia de que Podemos surge porque, entre otras opciones, el PSOE ya no es alternativa política al PP. Y ese problema no lo solucionará la emergencia de Sánchez como superviviente entre los suyos.
CODA. La guerra no cesa. Esta mañana, Felipe González, en una entrevista en la Cadena SER, aseguró que se siente engañado por el secretario general del PSOE porque Sánchez, después de las elecciones del 26J, aseguró que la posición del partido ante la investidura de Rajoy sería la de la abstención.
Como respuesta, Antonio Hernando, portavoz parlamentario del PSOE y uno de los hombres que forman el núcleo duro de Sánchez (como antes de Zapatero y de Rubalcaba), confirmó en Onda Cero que su propia posición era ésa pero que ha ido cambiando de opinión.
A la espera de que mañana fije su posición José Luis Rodríguez Zapatero, las portadas de este miércoles vuelven a centrarse en la lucha intestina socialista, con informaciones que ya hablan de crear una gestora que dirija el partido si Sánchez pierde el sábado la votación para convocar primarias y el 39 Congreso del partido. Según filtraciones de Ferraz, eso no pasará: