El PSOE entra en punto de no retorno

dimitidos

Éstos son los nombres de los 17 miembros de la Comisión Ejecutiva del PSOE que este miércoles presentaron su dimisión para provocar la destitución de su secretario general. Coherente con el caudal de información que se sucedió durante todo el día, 17 de los 35 miembros del ‘gobierno’ del todavía principal partido de la oposición ejecutaron una jugada que buscaba evidenciar la soledad de Pedro Sánchez. El objetivo, nombrar una gestora, es decir, un órgano interino que se encargue de la actividad del partido hasta la convocatoria de un congreso que designe un nuevo secretario general y una nueva dirección. Se da por hecho que esta gestora promovería la abstención en una hipotética investidura de Mariano Rajoy.

Estos 17 votos, procedentes en su mayoría de dirigentes de la federación andaluza, se sumaban a los de los tres miembros de la Ejecutiva que abandonaron el cargo desde su elección en marzo de 2012 (entre ellos el fallecido Pedro Zerolo) para plasmar una mayoría (50% +1) recogida en el artículo 36 de los Estatutos del partido. Este asunto, la interpretación de lo que implican los puestos vacantes, era el que en el momento de elaboración de este post figuraba en el aire y justificaba la negativa de Sánchez a abandonar su cargo.

Se consuma, pues, lo que apuntábamos este miércoles: Pedro Sánchez ha decidido morir matando a pesar de que en su disputa con el sector crítico se lleven por delante las siglas del partido. El sanchismo se enfrenta pues a un partido que parece haber decidido jugar hasta el final un pulso que tendrá al menos dos capítulos más: Este jueves, se reunirá de nuevo la comisión ejecutiva (sin los dimisionarios). El sábado, se celebrará el Comité Federal que habrá de votar la propuesta de Ferraz de convocar a la militancia para elegir al próximo secretario general y el congreso pospuesto «por el bien de España» el primer fin de semana de diciembre. Es decir, en pleno arranque de la campaña electoral de las próximas generales si Sánchez es blindado por las bases del PSOE.

Durante la tarde, se impidió a Antonio Pradas acceder a su despacho de la sede de Ferraz mientras que el partido ha borrado los nombres de los miembros de la Ejecutiva dimitidos de la web del partido. Por su parte, César Luena, secretario de Organización socialista, insistió: «Si quienes temen a los militantes o no quieren que hablen, ¿pueden dirigir el PSOE? En el PSOE se tiene que tener el respaldo de los militantes para dirigir. No caben atajos, ni artimañas, ni golpes». Luena no se pronunció sobre cómo Ferraz impidió que la prensa que habitualmente sigue la información del PSOE pudiera realizar su trabajo en la misma sede, por lo que la puerta de la calle Ferraz número 70 se convirtió en el escenario de un espectáculo mediático. Otro más en una semana en la que parecen haber saltado todas las costuras orgánicas.

Choque de legitimidades en torno a un liderazgo débil 

Hemos señalado en numerosas ocasiones que este conflicto no nace del mal resultado de las últimas elecciones autonómicas, aunque los malos resultados del PSdG y del PSE han sido la gota que colmó el vaso. Tampoco arrancó en los malos resultados del PSOE en las elecciones generales, interpretadas desde Ferraz como un mal contexto para los intereses socialistas por la presencia de Podemos.

Hay que trasladarse a 2011 y al estado en el que José Luis Rodríguez Zapatero dejó el partido, que se encaminó a la celebración de un Congreso en el que se enfrentaron a pecho descubierto Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón. Aquellas heridas no cicatrizadas supuraron durante los dos años de mandato de Rubalcaba y certificaron la propia evolución del PSOE posterior, con el posicionamiento de los distintos sectores en torno a las figuras de Eduardo Madina y Pedro Sánchez, con los resultados ya conocidos.

Ignacio Varela, buen conocedor de los entresijos del PSOE, puso el dedo en la llaga sobre la elección de Sánchez: «En el verano de 2014, tras la dimisión de Rubalcaba, varios dirigentes de gran ascendencia y poder orgánico entregaron la dirección del partido a alguien a quien desconocían por completo. Una semana después, ya se habían arrepentido, pero era tarde. Santa Rita, lo que se da no se quita. Esta es la tensión que ahora ha estallado como una bomba de racimo. Quienes lo auparon sin pensar han tratado inútilmente de enmendar su error. Y él, Pedro Sánchez, se ha dedicado exclusivamente a defender a dentelladas una posición de poder que jamás hubiera alcanzado por sus propios méritos. El resto del trabajo hasta el siniestro total lo han ido haciendo las urnas».

Por su parte, Esther Palomera iba más allá: «todo (es) consecuencia de un conflicto entre legitimidades, la de un secretario general elegido por voto directo de los afiliados y la de los órganos de dirección cuyo mandato emanó de la voluntad de los delegados representados en un congreso. De aquellos polvos estos lodos». Como si estuviéramos en las primarias de 1998 (en las que Josep Borrell ganó a Joaquín Almunia) o en el congreso de 2000, que contra todo pronóstico ganó José Luis Rodríguez Zapatero frente a los deseos de Ferraz. Sólo que esta vez el suelo electoral se sitúa en los 85 diputados y con un partido que pierde apoyo territorial en cada cita electoral.

Desde el lunes, la dirección ha sido muy ágil al situar el marco de Sánchez como oposición a un Gobierno de Mariano Rajoy («No es no») y, bajo la construcción de un perfil de mártir,  intenta anteponer el apoyo de las bases, algo que tiene muchos matices dada la correspondencia entre la posición de las distintas direcciones federales durante las primarias de 2014 con los resultado finales, con la del propio funcionamiento del partido. No es casualidad que los afines a Sánchez  hablen de «golpe de Estado» o expresiones similares para referirse a lo que es un hecho: La pérdida de confianza de una parte del partido hacia su líder, del que se sospecha que busca su propia supervivencia política tras los desastres electorales de Galicia y Euskadi.

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La dirección socialista olvida que ésta fue precisamente su manera de actuar frente a Tomás Gómez, en el PSM, en 2015, circunstancia que dejó reventado al partido en Madrid pero que el gran público ni siquiera recuerda.

Una crisis de difícil solución 

Es posible que Sánchez sea un visionario y España esté en camino de tener partidos políticos como los de EEUU, que son, sobre todo, maquinarias electorales al servicio de un liderazgo más o menos carismático. Con el indudable matiz de la mediocridad de Sánchez, que se ha plasmado en sonoros fracasos electorales desde que accedió a la Secretaría General que, salvo sorpresa, no se revertirían a pesar de los innumerables apoyos que durante estos días recibe. Sin ir más lejos del líder de Podemos, que ha cancelado incluso un viaje que tenía previsto a Colombia para mostrar su apoyo a Sánchez (también lo ha hecho Albert Rivera). Casualmente, hablaron los líderes de los dos partidos que, hasta el momento, han sido los principales beneficiarios de la sangría de votos que sufre el PSOE.

A la espera de que la militancia se pronuncie, algo que no sabemos si ocurrirá a corto plazo, el partido está dividido en dos sectores muy diferenciados:

  • Por un lado, los que opinan que el «aparato» territorial del partido ha ido demasiado lejos con las estrategias para obligar a Sánchez a dimitir (tarea en la que han participado dirigentes tan achicharrados como Carme Chacón y a lo que empujan medios como El País). Ésta es la versión que se puede rastrear en buena parte de la prensa digital alternativa y, sobre todo, en las redes sociales, con especial incidencia en perfiles vinculados a Podemos.
  • Por otro, los que consideran que la situación de Sánchez era insostenible, sobre todo si se tiene en cuenta su intención de formar Gobierno con los 85 diputados obtenidos el 26J. Además del diario de Prisa, ésta es la versión que compra, sobre todo, los medios tradicionales.

Falta por saber si existe una tercera vía: Militantes, simpatizantes y votantes que reprueben los métodos de los críticos a Sánchez pero que tampoco vieran futuro al liderazgo del secretario general en un contexto de recuperación electoral por parte del centroderecha (y ahí están los ejemplos del PNV en Euskadi o del PP en Galicia).

Todos parecen ignorar la evidencia: El PSOE tiene un enorme problema de credibilidad que ni siquiera el retroceso de Podemos en las encuestas sobre intención de voto mitiga. Los socialistas obtuvieron 5.4 millones de votos el pasado mes de junio, un resultado atribuible a los problemas de la marca del partido pero también a la propia mediocridad de Sánchez. Esa misma mediocridad que olvidan los repentinos defensores del sanchismo, que todavía no sabemos si estarán dispuestos a votarle en unas terceras elecciones, frente a una deriva teóricamente derechista de unos barones y de unos cuadros que buscarían desbloquear la situación política del país.

La fórmula mencionada para dar este apoyo pasaría por la redacción de un decálogo de exigencias, como las derogaciones de la Ley mordaza, de la LOMCE o de la reforma laboral, que podrían haber sido fácilmente vendibles a un electorado que, sobre todo, muestra hartazgo ante la situación de bloqueo actual. Ésta hubiera sido la manera en la que sacar rendimiento de los 85 diputados del PSOE a la espera de tener margen suficiente para ser una oposición dura al PP y, sobre todo, poder reconstruirse orgánicamente.

Este escenario, por supuesto, ni siquiera se contempla en estos momentos, como tampoco el de un Ejecutivo con Podemos, tal y como remarcó este miércoles el propio Pablo Iglesias. El PSOE ha volado por los aires desde el punto de vista interno y nadie parece tener intención de buscar una salida que, por experiencias pasadas, dejará muchas heridas que serán difíciles de cerrar. Tal vez es prematuro hablar de escisiones, pero no consideramos exagerado tachar la crisis socialista como la situación más delicada que vive el partido desde el Congreso de Suresnes, celebrado en 1974, en el que pugnaron por la orientación ideológica el sector de los líderes históricos, encabezado por Rodolfo Llopis, secretario general en el exilio, con que el encabezaron Felipe González y Alfonso Guerra entre otros.

CODA. Así se presenta la prensa hoy. Otro día más, la crisis del PSOE monopoliza la atención de los medios frente a otros temas como las novedades sobre el caso Bárcenas o el anuncio del presidente de la Generalitat de convocar un referéndum unilateral  en Cataluña el próximo año.

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Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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