Donald Trump entra en la Historia

Se consumó el vuelco que anticipaban los rumores. A pesar de tener a toda la prensa y al mundo de la cultura en contra, o precisamente por eso, Donald Trump es el virtual ganador de las elecciones presidenciales de EEUU frente a Hillary Clinton, que sí venció en voto popular. En el momento de elaboración de este post, la candidata demócrata había conseguido 218 electores según las proyecciones de The New York Times frente a los 279 conseguidos por su rival (que se convertirían en 306 cuando cierren todos los colegios electorales).

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De nuevo, se ha consumado la ruptura entre el comportamiento electoral de los estados de la costa oeste y este (con la habitual victoria republicana en las dos Carolinas, Georgia y Florida) con el enorme apoyo del interior. Y de nuevo toca reflexionar sobre las contradicciones entre lo que es EEUU (y que se manifiesta en su voto) con lo que se proyecta en sus industrias culturales. Esos «hombres y mujeres olvidados» a los que se refirió Trump en el primer tuit que lanzó como presidente electo:

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Existen muchos factores para ayudar a explicar cómo es posible que un fenómeno como Trump, protagonista de una campaña muy sucia, con insultos directos hacia Barak Obama (al que acusó de estar detrás de la formación del ISIS) y hacia Hillary Clinton (a la que prometió meter en la cárcel por el caso de los e-mails filtrados):

  • La ola de antiestablishment que también se estaba dando en EEUU. Tras el resultado del referéndum del Brexit, aplaudido por el propio Trump, teníamos la duda del nivel de descontento del electorado estadounidense respecto a su propio sistema político, cultural y económico. En cuanto han tenido ocasión, han confirmado que ese malestar es grande y que no piensan quedarse quietos. En este punto, queda preguntarse si un candidato como Bernie Sanders hubiera tenido más opciones para frenar la ola Trump.
  • El escaso poder de influencia de la prensa escrita tradicional, que durante meses ha hecho campaña contra Trump, que también tuvo enfrente a buena parte de los conglomerados audiovisuales. El presidente electo es carne de televisión, el medio en el que se hizo popular y desde el que se ha lanzado a la carrera presidencial. Parece claro que sus votantes han accedido a su discurso, casi exclusivamente, a través de las plataformas televisivas. Esa presencia se explica, sobre todo, por el tono polémico de su campaña electoral, que le garantizó, sobre todo, mucho tiempo en los informativos y programas de entretenimiento.
  • El apoyo de los trabajadores a un candidato que, después de muchos años, les habló directamente para poner el foco en uno de los temas más políticamente incorrectos: La llegada de trabajadores inmigrantes que abaratan la mano de obra y que están cambiando las raíces identitarias del país, como escribió Samuel Huntington en Quiénes somos. Podríamos estar ante la primera reacción a la multiculturalidad que han derivado de los procesos de globalización y todo ello en la primera potencia mundial.
  • Las brechas existentes en un país tan grande como EEUU. Los ciudadanos blancos, trabajadores y de clase media, habrían manifestado con su voto que ya tuvieron bastante cambio con la presencia de un presidente negro en la Casa Blanca y que no estaban dispuestos a dar su apoyo para que una mujer le sustituyera en el cargo. Sobre todo una mujer como Hillary Clinton, que no goza de las simpatías de amplios colectivos y que podría haber perdido, incluso, el apoyo de los votantes blancos con estudios.

Sea como fuere, estamos ante una paliza en toda regla, sobre todo si tenemos en cuenta dónde estábamos hace un año, cuando Clinton aparecía como la favorita tanto en las primarias de su partido como en sus aspiraciones para convertirse en la primera mujer que pisa la Casa Blanca como presidenta. Una candidata frente a un Trump, a menudo tratado más como un bufón que como un candidato en serio.

Mención aparte merecen, por cierto, las empresas demoscópicas, que volvieron a fallar estrepitosamente en su gran mayoría. En este punto, conviene mencionar que sólo las predicciones de Los Angeles Times se acercaron, desde hace semanas, a los resultados finales.

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Trump revierte la victoria de Obama

Como es habitual, las elecciones de EEUU se deciden en una serie de estados cuyo comportamiento electoral cambia según el proceso electoral en curso y, sobre todo, según los candidatos en disputa. A pesar de que había dudas sobre un posible cambio en el sentido del voto de Carolina del Sur, finalmente los republicanos lograron la victoria en sus estados tradicionales.

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También los demócratas cumplieron con el guión esperado en sus estados tradicionales, con una excepción, Wisconsin, de la que se venía hablando durante toda la campaña electoral tras control demócrata desde los años 80. Un estado medio en términos de electores (16) pero enormemente simbólico de los problemas que ha tenido la campaña de Clinton para hacer llegar su mensaje a los votantes de la decadente zona industrial estadounidense.

capturaeleccioneseeuu3De esta manera, podemos concluir que la victoria de Trump se asienta en dos supuestos. Por un lado, ha conservado todos los estados republicanos y, por otro, ha ganado en seis de los diez que se consideraban en disputa y que, en su mayoría, en 2012 votaron por Obama.

Nos referimos a Florida (lo que ha supuesto un duro golpe a Clinton, ya que se daba por supuesto que el discurso antiinmigración finalmente haría que los votantes de estos estados se decantaran por los demócratas como en 2012); Iowa; New Hampshire (de voto tradicional conservador); Ohio; Pennsylvania; y Wisconsin. Si exceptuamos New Hampshire, que en 2012 votó Mitt Romney, tenemos 83 votos delegados (29 Florida, 10 Wisconsin, 6 Iowa, 20 Pennsylvania y 18 Ohio) que los demócratas no pudieron conservar.

Si tenemos en cuenta que Trump ha arrebatado Michigan a los demócratas (16 delegados más), vemos que su victoria se asienta en el apoyo del gran cinturón industrial en torno a los Grandes Lagos, el llamado Rust Belt (Cinturón del Óxido). Como veníamos avisando, los trabajadores  se han volcado con el candidato del GOP y ha comprado su discurso de Hacer una América grande otra vez frente a los procesos de deslocalización y la llegada de mano de obra inmigrante que pueda abaratar la mano de obra.

El voto de descontento se extiende en las democracias asentadas

Los resultados de las elecciones presidenciales han puesto de manifiesto la magnitud del malestar de amplias capas de la población con el sistema político, económico y social existente y, como señalábamos en nuestro post previo, con una desconexión clara y creciente entre el sistema y el ciudadano medio, que no se siente representado y que, en muchos casos, tiene la impresión de estar al margen de la toma de decisiones de aquellos que le piden el voto.

En Europa llevamos años contemplando el desastre: La ultraderecha ha dejado de ser una ideología tóxica para convertirse en la principal  referencia de amplias capas de población, particularmente de jóvenes y de los damnificados por las consecuencias de la globalización en cuanto a su propia supervivencia y valores vinculados al trabajo. En Francia, el Frente Nacional sigue siendo la primera opción en la primera vuelta de las presidenciales, previstas para 2017, y hay que esperar al efecto que estos procesos puede tener en las aspiraciones electorales de AfD en las elecciones generales que se celebrarán en Alemania el próximo otoño. Por ahora, podría ser tercera fuerza parlamentaria por detrás del SPD.

Hablamos de hipótesis. Como procesos reales tenemos los resultados del referéndum del Brexit y el cambio en los sistemas políticos de dos de los países más afectados por la crisis financiera que comenzó en EEUU hace ya nueve años: Grecia y España. En estos casos, la crisis política y de representación ha derivado en un apoyo a formaciones de izquierdas que coinciden con el FN o el propio Trump en ser la referencia del votante cabreado.

CODA. Los republicanos también controlarán la Cámara de Representantes y el Senado, que ha renovado un tercio de sus asientos (finalmente, el GOP ganó 54 escaños frente a los 46 demócratas. Paradojas de la política: Con buena parte del partido en contra, es posible que el contrapeso a Trump, a pesar de acumular tanto poder, proceda de las filas republicanas.

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CODA 2. Todos los mercados bursátiles recibieron la victoria de  Trump con caídas generalizadas que, en el caso de España, llegó al 2%. La Bolsa de Tokio se dejó más de un 5%, con un dólar más débil que ayer y una bajada del precio del crudo.

CODA 3. Así recibió la prensa de EEUU y europea (Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y España) la victoria de Trump. Esperemos que, a partir de ahora, la exageración comience a remitir:

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Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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