Apenas ha pasado un año desde que Syriza ganó las elecciones parlamentarias en Grecia, las segundas tras el órdago que echó tanto interna como exteriormente a propòsito del memorándum de entendimiento para el tercer rescate de la economía helena, y parece que ha pasado un siglo. A pesar de los intentos del partido de Alexis Tsipras por retomar la iniciativa política, el peso de la aceptación de los términos del tercer rescate siguen pesando sobre una losa sobre sus aspiraciones políticas.
De acuerdo con los sondeos publicados a lo largo del mes de octubre, si hubiera elecciones Syriza sólo obtendría el 20.9% de los votos de media, -14.5 puntos y 2.7 puntos respecto al mes anterior. Conviene tener en cuenta, de cara a sesgos o a la propia cocina, que a lo largo del mes de septiembre se publicaron muchos trabajos demoscópicos sobre intención de voto y que durante el mes de octubre sólo hemos tenido conocimiento de estos dos.
De lo que no cabe ninguna duda es de que ND sigue siendo la formación favorita para la mayoría del electorado: Obtendría el 33.5% de los votos, +5.4 puntos puntos en comparación con la representación conseguida hace un año y +2.2 puntos si lo comparamos con los resultados de los sondeos publicados a lo largo del mes de septiembre.
Amanecer Dorado, con el 9.7% de media, sigue como la tercera fuerza parlamentaria, con un avance de casi dos puntos, mientras que el Pasok se queda estancado en el 6.2% de los votos de media, un resultado casi idéntico al de los comicios parlamentarios. Por su parte, el KKE pasa del 5.55% de la representación a un 7.15% de intención de voto, lo que ya de pistas sobre lo que está pasando en la izquierda. Elvoto desencantado de Syriza no va a parar al KKE o incluso al Pasok, sino que se dirige a una serie de pequeños partidos políticos que han nacido de la propia fragmentación del grupo parlamentario de Syriza.
Encontramos por un lado a LAE, con el 2.75% de los votos de media, que lo vuelve a dejar fuera del Parlamento heleno, como ocurrió hace un año. Igual situación puede sufrir al Course of Freedom de la ex portavoz parlamentaria de Syriza Zoe Konstantopoulou, que se quedaría con el 2.75% de los apoyos, también a las puertas de obtener representación. También encontramos a Antarsya, la formación anticapitalista, que concentra al 3.05% de los votantes. Entre las tres formaciones concentraría el 8.55% de los votos de media.
Nos quedan los datos del partido que sostiene parlamentariamente a Tsipras, Griegos Independientes, que se movería en torno al 2.85% de los votos de media; To Potami, que obtendría 2.1% de la representación; y el EK, que pierde medio punto en intención de voto para quedarse en el 3% de media, con el sondeo de Alco situándole en el 3.4% obtenido hace un año.
Tsipras, aclamado por Syriza
Hace un mes, Syriza celebró un congreso con dos objetivos claros: Proyectar unidad interna en un partido dividido tras los sacrificios hechos desde que llegó al poder, en septiembre del año pasado, tras unos meses caóticos. Por otro, evitar un adelanto electoral que sería nefasto para sus intereses a corto y medio plazo: Desde hace meses, Nueva Democracia aparece como la formación favorita de un electorado exhausto de promesas incumplidas y de ver cómo los sacrificios sociales, en aras de los grandes números macroeconómicos, no cesan tras ocho años de austericidio masivo.
Desde hace más de un año, Syriza ha enmendado todo el programa político que le permitió convertirse en una fuerza política residual hasta convertirse en el partido favorito de la mayoría de los griegos en mayo y en septiembre del año pasado. Empujado por ese programa, Syriza convocó a los griegos al referéndum que rechazaba el dictamen de la Eurzona que daría visto bueno al rescate de la economía helena por parte de la Troika, convertida desde entonces en la ‘cuádriga’ (CE, FMI, BCE y el Mecanismo Europeo de Estabilidad, el MEDE).
Tanto su programa como el veredicto de las urnas ha sido sistemáticamente ignorado desde entonces en un ejercicio de realismo político que tiene las consecuencias electorales que mencionabámos anteriormente: Syriza no supera el 25% de intención de voto y la izquierda se encuentra fragmentada en una serie de formaciones políticas que tal vez ni siquiera logren superar el 3% de la representación aún vigente en la ley electoral helena.
Con este contexto, Syriza celebró su congreso y obtuvo, en apariencia, los objetivos buscados: el primer ministro, Alexis Tsipras, resultó reelegido con el 92.39% de los votos de los delegados,+18.39 puntos respecto al apoyo recibido en el anterior congreso de la formación, celebrado en 2013. En su discurso, el líder heleno prometió que se enfrentará a la UE para evitar recortes en los derechos laborales y la famosa quita de la deuda, que forma parte del argumentario de Syriza desde que tuvo que tragar el memorándum del tercer rescate de su economía.
Este fin de semana, Tsipras acometió una remodelación profunda de su Gobierno: Mantiene a Euclides Tsakalotos como ministro de Finanzas y nombra nuevos titulares de Economía, Dimitris Papadimitríu, y de Trabajo, Efi Ajtsioglu. En total, el Ejecutivo tendrá ahora 47 ministros y viceministros, con cambios en las carteras de Migraciones (especialmente relevante dada la tensión que vive el país, en plena crisis de refugiados) y la elección de Nikos Pappás, hombre de confianza de Tsifras y artífice de la fallida ley de licencias de televisión privadas, como responsable del ministerio que regulará los medios de comunicación y de la agenda digital. Los departamentos controlados por Griegos Independientes se mantienen como están: Panos Kammenos sigue al frente de Defensa y Helena Kundurá se convierte en nueva ministra de Turismo.
CODA. Este fin de semana, @EuropeElects ha publicado datos sobre el sondeo de Kantar sobre las elecciones presidenciales francesas, con dos noticias: El enorme apoyo que recibe la líder del Frente Nacional, Marinne Le Pen, entre sus votantes (94%) y cómo el FN ha logrado convertirse en el partido de referencia en todos los grupos de edad excepto entre los mayores de 65 años.
A falta de medio año para que se celebren los comicios en Francia, queda claro que el malestar político y la crítica hacia el sistema que también se ha producido en el país vecino no tiene como depositario a una fuerza de izquierdas, como ocurrió en España o en Grecia. Francia, en este sentido, se asemeja bastante más a los procesos que se están dando en Centroeuropa. La ultraderecha, por lo tanto, ya no es sólo un problema en los términos habituales de influencia en la agenda política y mediática.