Nuevo capítulo de la crisis política en Bulgaria

La segunda ronda de las elecciones presidenciales volvieron a poner a Bulgaria en el mapa. Rumen Radev, que se presentó como independiente aunque apoyado por la oposición socialista, ganó las elecciones con casi el 60% de los votos, frente al 36% de la candidata oficialista y actual presidenta del Parlamento, Tzetzka Tsacheva. La victoria del ex general y antiguo piloto de las Fuerzas Aéreas, tuvo un efecto inmediato: La dimisión de Boiko Borisov como primer ministro y la apertura de una situación de interinidad en el país.

Durante la campaña, Bosirov ya anunció que abandonaría el cargo si su candidata no resultaba la más votada: «Hasta ahora nos daban el derecho de gobernar. Si no quieren más, pues devolvemos el poder. Así es democrático y moral, y por esto estoy preparado a dimitir». Dicho y hecho. Este lunes, confirmó su dimisión.

Los lectores de este blog conocen bien al personaje, que ya abandonó el cargo como primer ministro en febrero de 2013 tras las protestas ciudadanas contra la subida del precio de la electricidad. También renunció a formar Gobierno tras las elecciones de mayo de 2013 a pesar de que su partido, el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB), fue el más votado aunque volvió a convertirse en primer ministro después de ganar las elecciones en octubre de 2014, tras una fuerte movilización social contra la corrupción de los políticos.

Tras esta nueva dimisión, el presidente saliente, Rosen Plevneliev, debería encargar al partido con mayor representación parlamentaria, Ciudadanos para el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB), la formación de un Gobierno, encargo que rechazaron tanto el partido de Borisov como el Partido Socialdemócrata PSB (15.8% de la representación) y la minoría turca MRF (12.3%), que fueron los que obtuvieron mayor apoyo en las elecciones generales celebradas hace dos años. Detrás de ellos se posicionaron Reformadores (8.7%) y el Frente Patriótico (7,55%), que sostenían parlamentariamente al primer ministro; Bulgaria Sin Censura (5.57%); la ultranacionalista Ataka (4.88%) y el partido de izquierdas ABV (4.37%).

La renuncia de Borisov abre una crisis institucional sin precedentes en el país desde la caída del régimen comunista que le aboca a celebrar nuevas elecciones generales en la próxima primavera que, seguramente, organizará un Gobierno técnico. El motivo, la Constitución prohíbe que el presidente disuelva el Parlamento cuando le quedan menos de tres meses en el cargo. Todo indica que el primer acto oficial de Radev, cuando jure el cargo el 22 de enero, será disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones.

La elección de Radev y el alejamiento búlgaro de la UE

Bulgaria, con 7,2 millones de habitantes y con un éxodo permanente de población, es uno de los países de la UE más pobres junto con Rumania (5.700 euros de renta per capita anual). Estamos ante uno de esos países estratégicos desde el punto de vista militar y geopolítico que ha jugado su baza en la relación gélida entre Europa/EEUU y Rusia y también respecto a la manera en la que la UE pretende gestionar sus fronteras ante la llegada de refugiados de Oriente Medio. Estos asuntos, junto a la lucha contra la corrupción y la pobreza, fueron los principales temas de la campaña electoral.

Eso explica por qué la elección de Radev hiciera saltar todas las alarmas al ocurrir apenas unos días después de la elección de Donald Trump, el mismo candidato que cuestionó la existencia de la OTAN. Al respecto,  el presidente electo búlgaro confirmó que espera que la elección de Trump ayude a reducir la confrontación entre Occidente y Moscú:»En su campaña electoral, (Donald Trump) dijo claramente que trabajará por un mejor diálogo con Rusia, lo que nos da esperanza, una gran esperanza, para una solución pacífica a los conflictos tanto en Siria como en Ucrania y por una disminución de la confrontación».

Radev fue elegido en segunda vuelta con un 48% de participación, lo que ya nos indica la confianza que la ciudadanía búlgara tiene de la política en términos generales. En esta ocasión, ha optado por hacer presidente a un político inexperto al que se ha situado en la órbita rusa debido a sus declaraciones, en campaña, a favor de equilibrar sus compromisos hacia la UE y la OTAN  y la cercanía a Moscú, país del que depende energéticamente:  «Bulgaria debe ser un leal miembro de la UE y de la OTAN, pero esto no significa que no deba ser crítica con estas uniones. La pertenencia del país a estas organizaciones no significa que deba considerar a Rusia como enemigo».

En campaña, defendió el fin de las sanciones a Rusia por la anexión de Crimea y su papel en la situación política de Ucrania, otro de esos países que han desaparecido del foco mediático: «La realidad muestra que sobre la península se está agitando la bandera rusa y debemos aceptar esta realidad», aseguró. Conviene recordar que Bulgaria era uno de los países por los que Gazprom tenía previsto que pasara el gasoducto South Stream, proyecto suspendido en 2014 tras los desencuentros entre Moscú y Ankara y que se podría estar reactivando con Grecia como país de tránsito. Al menos éste parecía ser el plan antes del deshielo en las relaciones entre Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan y de estos movimientos políticos.

capturabulgaria

El presidente ruso, Vladimir Putin, felicitó a su homólogo y destacó «el significativo potencial que existe para un mayor desarrollo de las relaciones ruso-búlgaras, basadas en una tradición milenaria de amistad y cercanía cultural y espiritual». Por su parte, la embajada de EEUU en Sofia felicitó a Radev por su victoria y señaló que espera seguir colaborando «para avanzar en los objetivos de Bulgaria y los Estados Unidos, incluyendo el aumento de la prosperidad para nuestro pueblo, los lazos y valores transatlánticos, solidaridad, modernización de la defensa y seguridad fronteriza». No en vano, el presidente electo búlgaro estudió en el Air War College de Alabama (EEUU) y fue piloto de combate de la OTAN.

CODA. El domingo también fue elegido nuevo presidente de Moldavia Igor Dodón, que obtuvo el 52.18% de los votos frente al 47.82% que logró su rival, Maia Sandu. Dodón es el líder del Partido Socialista, escindido el Partido Comunista Moldavo en 2009, y se ha mostrado partidario de un acercamiento a Rusia: «Sin el restablecimiento de buenas relaciones amistosas y estratégicas con Rusia, Moldavia no tiene futuro. Además, hemos mantenido este tipo de relaciones cientos de años», argumentó.

Moldavia, que formó parte de la URSS, se declaró independiente en 1991. En 1994, se celebró un referéndum para su integración en Rumania, consulta que ganaron los partidarios de mantener la independencia. Son conocidos los vínculos con Moscú que han mantenido en Transnistria, una región fronteriza que saltó levemente a la actualidad cuando comenzó el conflicto en el este de Ucrania.

Dodón será el primer presidente elegido por el voto directo de los ciudadanos y no del Parlamento, como era tradición. Desde las elecciones de 2014, la cámara está dominada por una coalición de partidos favorables a la integración europea, ya iniciada en el Acuerdo de Asociación firmado en 2014 y que suscitó sanciones rusas a la importación de productos agrícolas moldavos. Según el Instituto de Políticas Públicas de Moldavia, sólo un 30% de la población quiere entrar en la UE y hasta un 44% se muestra a favor de formar parte de la Unión Aduanera que impulsa Rusia con sus viejos socios del bloque socialista.

Las victorias de Radev y de Dodón, junto a la Trump en EEUU, confirman una buena semana para los intereses de Moscú.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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