Adolfo Suárez y el relato fundacional de la Transición

Año 1995. La periodista Victoria Prego, conocida por su contribución al mito fundacional de la Transición como un proceso de concordia acordado entre enemigos políticos que pusieron el interés de España por encima de los suyos, con la monarquía parlamentaria como símbolo de la reconciliación de las dos Españas, realiza una entrevista a Adolfo Suárez para Antena 3.

El ex presidente del Gobierno ya es parte del relato mitológico de la Transición y, durante la entrevista, desvela lo que siempre se supo: Se sospechaba que el Rey Juan Carlos no contaba con el aprecio de la mayoría del país y, por ese motivo, se decidió no convocar un referéndum propio sobre la conveniencia de que España optara por un sistema monárquico parlamentario o republicano como pedía Felipe González.

Como siempre hemos dicho, los referendos se convocan para ser ganados. Así, ante la incertidumbre del momento político, Suárez y el resto de artífices de la Transición tiran de lo que recogen las encuestas y deciden que no se convocará una consulta ex profeso para elegir la forma política del Estado. Así, se incluyó la aceptación de la monarquía parlamentaria en los referendos que sí se convocaron para aprobar la  Ley de Reforma Política (1976) y la Constitución en 1978.

Este fragmento de la conversación, que se grabó sin que Suárez lo supiera, se emitió hace unos días en el programa La Sexta Columna, de La Sexta (que forma parte del conglomerado Atresmedia junto a Antena 3).

 

La respuesta de Victoria Prego llegó desde su cuenta de Twitter y enfatizó lo obvio: Nunca se planteó la posibilidad de convocar un referéndum sobre la elección de la forma de Estado durante la Transición por la incertidumbre que existía en aquel momento.

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Recordemos que las elecciones constituyentes de 1977 arrojaron unos resultados concluyentes respecto a lo que se esperaba de los actores políticos del momento: La diferencia entre las dos primeras fuerzas políticas se redujo a un millón de votos, lo que evidenciaba que ninguna tenía fuerza suficiente entre el electorado para imponer su propio diseño del país. Asimismo, las urnas recogieron cómo el PCE había sido sustituido por el PSOE como la principal fuerza de la izquierda y cómo Alianza Popular no podía ni siquiera acercarse a disputar a la UCD el liderazgo del proceso.

Sí resulta conveniente resaltar dos consideraciones:

  • Por una parte, el papel que jugaron las potencias extranjeras en el devenir del proceso político. A pesar de que está escrito y asumido, el gran público apenas tiene interiorizado el papel que jugaron durante aquellos años países como EEUU (país al que el Rey viajó en 1976 como abanderado de la nueva España) o la República Federal Alemana, con la Internacional Socialista regando de dinero para situar al PSOE como el partido de referencia para el nuevo tiempo político. Felipe González y el resto de líderes socialistas del momento eran un soplo de aire fresco frente a los líderes comunistas y, junto al interés de amplias capas de población de olvidar rápidamente lo que había supuesto el franquismo, la desmemoria alcanzó a los únicos que habían orquestado cierta resistencia política en el interior del país.
  • Por otro, la actitud que han tenido durante décadas medios de comunicación y destacados periodistas respecto a la monarquía y al mito fundacional de la Transición política. Una actitud que cambió con la caída en desgracia del Rey Juan Carlos I tras el accidente que sufrió en Botsuana y, sobre todo, tras la implicación de la Familia Real en casos de corrupción o prácticas poco ejemplares. Este dato que se hace público ahora, no sabemos por qué, se ha mantenido en secreto desde 1995 a pesar de que entonces el régimen estaba ya plenamente asentado y la monarquía gozaba de enorme popularidad, como se comprobó en la boda de la infanta Elena y de Jaime de Marichalar ese mismo año.

Como bien señala Prego, es obvio que no se celebró ese reférendum en aquel momento por temor a que las urnas rechazaran la figura de una monarquía que había apoyado el golpe de Estado de Franco y que, a continuación, juró los principios del Movimiento con el fin de prolongar el sistema franquista más allá de Francisco Franco. El rechazo a la figura de Juan Carlos I supondría, asimismo, un duro revés al propio proceso político que habría de culminar en las elecciones generales de 1979 o en la reacción ciudadana tras el intento de golpe de Estado de 1981.

CODA. Las cuatro primeras fuerzas políticas obtuvieron los siguientes resultados tras las elecciones de junio de 1977:

  • UCD, 6.3 millones de votos, el 34.44% de la representación y 165 diputados
  • PSOE, 5.3 millones de votos, el 29.32%, con 118 diputados (a la espera del proceso de absorción de otras fuerzas de izquierda en los siguientes años).
  • PCE, 1.7 millones de votos, el 9.33% de la representación y 20 escaños.
  • Alianza Popular, 1.5 millones de votos, el 8.21% de la representación y 16 escaños.

CODA 2. Pedro García Cuartango, director del diario El Mundo, defendió que Victoria Prego no hubiera hecho público el fragmento de la entrevista de Suárez, lo justificó por su enfermedad y negó que en aquellos se planteara siquiera el debate entre si España debía ser una monarquía o una república:

Pues bien, y dicho con todo respeto, las palabras de Suárez fueron pronunciadas cuando la enfermedad ya había hecho estragos en su cabeza. Lo que dice ni se ajusta a la verdad ni al sentido común. Pero es enteramente disculpable porque, como se aprecia en las imágenes, el ex presidente ya estaba muy afectado por el deterioro mental que le produjo el mal neurodegenerativo que padeció hasta su muerte.

Los hechos fueron muy distintos de como afirma Suárez porque, como sabemos los que conservamos memoria, es inverosímil que el régimen de Franco se planteara el dilema entre monarquía o república. Hay que recordar que la Ley de Reforma Política se aprueba en noviembre de 1976 -ayer hizo 40 años- por parte de las Cortes franquistas, que deciden hacerse el harakiri.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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