La guerra interna en Podemos por el control del partido está siendo de tal dureza que su líder, Pablo Iglesias, tuvo que salir hace unos días a tratar de calmar las aguas con una declaración de perdón incluida dirigida a los inscritos del partido.
La excusa, el audio de voz recibido por una veterana militante del partido en Extremadura, que ya protagonizó un spot en la campaña de las últimas elecciones generales, en el que pedía que las partes enfrentadas busquen puntos en común para salvar el proyecto. Un audio con trampa ya que se deja meridianamente claro que esos puntos de acuerdo deben buscarse bajo el liderazgo indiscutible de Pablo Iglesias: «Si no te ayudan los demás, y tira cada uno por su lado, esto va a ser una jaula de grillos».
Y ésa es precisamente la trampa de un vídeo que se vendió en dos sentidos: Como una petición de disculpas claras por parte de Iglesias, lo que buscaba mejorar la imagen de arrogancia que proyecta y que le lleva a ser el líder nacional peor valorado, sólo sobrepasado por Mariano Rajoy; y por una decisión casi improvisada dados los problemas públicos que muestran las distintas corrientes de Podemos.
Como en política casi nada es lo que parece, quedan desmontados los dos argumentos principales: Pablo Iglesias pide disculpas por el espectáculo que destacados dirigentes están ofreciendo estas semanas a los simpatizantes y votantes, completamente avergonzados de comprobar cómo un partido nuevo, en apenas tres años, ya muestra todos los tics problemáticos que llevó a cuestionar el funcionamiento del bipartidismo imperfecto a partir del año 2011.
Iglesias pide perdón y en esa petición incluye a sus rivales ideológicos, con quienes, entendemos, no ha consensuado la elaboración y difusión de este spot, que vuelve a remarcar la evidencia: Él es el líder cuestionable, porque lo dicen los militantes de base y porque lo demuestra en sus gestos, como tomar la iniciativa para pedir tranquilidad a los distintos sectores. Así lo señala «la abuela de Podemos: «Podéis coger lo mejor de cada programa, lo que más sentido común tenga entre todos. Indiscutiblemente, Pablo Iglesias, el líder. Es el que tiene la fuerza».
Y todo ello ocurre apenas unos días después de constatar que la destitución de José Manuel López como portavoz del partido en la Asamblea de Madrid no saldría gratis y tras alentar una campaña contra Iñigo Errejón, campaña justificada por el secretario de Organización de Podemos y por la mano derecha de Iglesias, Irene Montero, que durante estos días se dedicó a señalar la conveniencia de una campaña de ese tipo aunque sea contra el número 2 de la formación.
Iglesias protagoniza un vídeo larguísimo, parece que dirigido en exclusiva a los suyos. No resulta descabellado pensar que seguramente hay encuestas internas sobre la mesa que están recogiendo el malestar creciente de votantes y militantes de un partido que en su momento creció gracias a dos grupos: Desencantados con la vieja política y abstencionistas crónicos, que poco a poco parecen estar volviendo a su estadio inicial. Es difícil pensar que a ese sector le puede llegar un trabajo de estas características, sobre todo porque en ningún momento se aborda el sentido final de esta lucha fraticida: El control del partido, el poder por el poder, mucho más de las diferencias ideológicas de los distintos proyectos (que las hay). Una guerra en la que vale todo, con el añadido de que toda la batalla interna se dirime en los platós de televisión.
Es por ello que Iglesias se empeña en parar lo que califica de «espiral de torpeza», reconoce la existencia de familias internas («no siempre hemos sabido distinguir la pluralidad y el debate interno de las lógicas de las familias que buscan cuota de poder») y pide a sus portavoces que se contengan en medios de comunicación y redes sociales y dejen de hablar de los problemas internos de Podemos: «Si los medios de comunicación y las redes sociales siguen siendo el escenario donde intentamos lavar nuestros trapos sucios,destruiremos Podemos. Algunos dirán que su libertad de decir lo que quieran en la televisión está por encima de cualquier cosa y, por suerte, nadie en Podemos puede callar a nadie».
Superliderazgo con capacidad de pedir perdón, reconocimiento del daño que la lucha interna está ocasionando y constatación de que lo que antes funcionaba (la comunicación en redes sociales y la presencia ininterrumpida en los medios de comunicación) hoy es un problema para la supervivencia de un proyecto que falla por la propia dinámica interna.
Resulta muy difícil estar en contra de un alegato de este tipo, hecho de esta manera, algo que se nota, por ejemplo, en cómo se ha rebajado la tensión entre dirigentes de la formación tras la difusión del vídeo. Iglesias, por lo tanto, ha conseguido lo que buscaba a través un recurso que resulta tramposo en su presentación: Se plantea como un trabajo supuestamente improvisado, una carta que nace de la vergüenza que provoca que una militante llame al orden al secretario general.
Esta aparente improvisación queda desmontada con la inclusión de planos de las movilizaciones del pasado, que se constituyeron en la espina dorsal de la cristalización de Podemos, y, sobre todo, una melodía sentimentaloide que acompaña la lectura de la carta del líder a los inscritos, desde la intimidad de su estudio en casa. De forma casi simultánea, se lanzó el manifiesto El abrazo con argumentos como éstos:
Es preciso que la II Asamblea Ciudadana Estatal de Podemos sea un punto de reencuentro y reconstrucción con los aportes de toda la buena gente que llevamos poco más de dos años dando la cara y el tiempo de nuestras vidas por este proyecto.
No es el momento de entablar combate y que unos ganen y otros pierdan. Hay que esforzarse en una dinámica constituyente, que consiste, como no puede ser de otra forma, en ganar todos perdiendo también todos un poco. Es la hora de los consensos sin urgencias ni órdagos, de la reconciliación con autocrítica, del trabajo colectivo y fraternal para armar un instrumento verdaderamente a la altura del momento histórico. Si unos ganan y otros pierden y no se abre la posibilidad del acuerdo constituyente, Podemos vivirá, como ha sucedido hasta el momento, en permanente crisis interna, en un entorno competitivo devastador para la ilusión que necesitamos las buenas gentes de este país para poder intervenir en la Historia.
Por eso queremos que la II Asamblea Ciudadana Estatal de Podemos sea recordada como la del abrazo. Para ello hay que dirigir las deliberaciones y el debate organizativo a la consecución de grandes acuerdos cimentados en todo lo que nos une, que no es poco, y cediendo todos en lo que nos separa, que es mucho menos si expurgamos las cosas personales que a nadie interesan. Nos merecemos una asamblea llevada con sabiduría política, destinada a cuidar y fortalecer a nuestra gente, para regenerar un espacio político acogedor desde el que trabajar juntos en la reconstrucción de sociedad para articular la resistencia.
CODA. Como no hay ni un día en paz en Podemos, este lunes nos hemos levantado con un artículo de opinión de Juan Carlos Monedero en el diario 20 minutos con un titular elocuente de qué se está jugando en estos momentos en el partido: «Si cae Iglesias, cae Podemos (y tú te jodes)». Extraemos los dos párrafos que, a nuestro juicio, muestran la deriva presidencialista en la que parece embarcada la formación, que ya no puede calificar casi nada de lo que hace de «nueva política» o «alterpolítica».
Ahí hay que entender la bronca de Podemos de estos días. Con el añadido de que hemos sido tan ingenuos y tan tontos de ayudarles a esa tarea de intentar cargarse a Pablo Iglesias, responsable de haber juntado cinco millones de votos en cinco años. Cae Iglesias, cae Podemos.
Por fortuna llegó la abuela Teresa y mandó callar. En Podemos ha habido un exceso de bisoñez. el 15-M juntó a clases medias y sectores populares, a jóvenes y yayoflautas, a precarios y parados. Y logró ese diálogo que siempre es la antesala de una revolución (hacer posible lo imposible). Podemos no puede cometer el error de ser su propio verdugo. Que hay un pueblo esperando. Y la alternativa es más Rajoy. Es decir, más pueblo sufriendo.