Terreno abonado para la aparición de un cuarto candidato en el PSOE

El sondeo de GAD3 para el diario ABC se interesó también por la opinión de los ciudadanos ante el proceso interno del PSOE, centrado en el liderazgo del partido. La candidatura de Pedro Sánchez, que durante estos días protagoniza actos con importante presencia de militantes, puede haber añadido más problemas si había alguien interesado en una resolución tranquila del conflicto abierto en octubre de 2016, pero no goza de un apoyo masivo ni en la sociedad ni entre los votantes socialistas (que, por supuesto, no tienen por qué ser necesariamente militantes).

Según los datos de GAD3, a partir de 805 entrevistas realizadas entre los días 25 de enero y 2 de febrero, el 20.3% sitúa a Patxi López como el favorito para convertirse en el próximo secretario general del PSOE, seguido de cerca por Pedro Sánchez (18%). Susana Díaz, que podría anunciar su candidatura antes de tiempo, para contrarrestar el efecto del sanchismo, sería la tercera opción, con un apoyo del 12.4%.

No obstante, el dato relevante es que el 31.9% no sabe o no contesta sobre sus preferencias respecto a los nombres que están puestos sobre la mesa, si bien ni Javier Fernández ni Eduardo Madina son opciones viables en estos momentos, aunque el presidente de la gestora aparece como líder mejor valorado según el último barómetro del CIS.

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Por recuerdo de voto, los votantes socialistas vuelven a mostrar también su preferencia por el ex lehendakari, cuyo arranque de campaña se ha centrado en postularse como una tercera opción ante el choque de trenes que suponen las candidaturas de Pedro Sánchez y de Susana Díaz. El ex secretario general del PSOE vuelve a ser la segunda opción entre los votantes socialistas (27%) mientras que sólo el 13% apoyaría la candidatura de Susana Díaz.

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Para los votantes del PP (24%) y de C’s (22%), Díaz sería la candidata preferida, con López como segunda opción (en el caso de C’s) y Javier Fernández postulándose como alternativa para los electores populares (20%). Entre los de Unidos Podemos, López despunta como favorito (28%) frente al 18% que apoyaría el liderazgo de Sánchez. Entre los votantes de los tres partidos mayoritarios, la opción no sé/no contesta supera el 25%.

Vuelve el rumor de un «mirlo blanco»

El sondeo de GAD3 se ha convertido en la razón que apoyaría los movimientos que se estarían registrando entre un sector de la militancia, que propugna la aparición de un candidato que no esté salpicado por los acontecimientos que derivaron en la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general tras el Comité Federal del pasado 1 de octubre. El movimiento parte de la evidencia de que ninguno de los tres nombres que están sobre la mesa en estos momentos goza del favor del partido en su conjunto.

A falta de que la presidenta de la Junta haga su anuncio, parece que la contienda interna será sangrienta, con discursos centrados en que el PSOE gire a la izquierda para convertirse en alternativa al PP. Díaz cuenta con buena parte del apoyo del aparato y con la federación andaluza, la más potente, pero a nadie se le escapa que su imagen quedó muy dañada por dos hechos: Por amagar en varias ocasiones con dar el salto a Madrid y por su implicación en lo que los sanchistas consideran un golpe de Estado contra su líder. Políticamente, tampoco pasa por su mejor momento tras los problemas de la gestión sanitaria que se ha llevado por delante a su consejero.

Sánchez no tiene mejor imagen. A pesar de su reinvención de izquierdas, con un discurso centrado en los de abajo, ahí está su pasado como uno de los artífices de la reforma del art. 135 de la Constitución Española, su liderazgo basado en el marketing electoral (sin trasfondo ideológico) o sus coqueteos con C’s cuando lo más importante era llegar a La Moncloa. Aunque cuente con una parte del apoyo del votante cabreado con la posición decidida por el partido tras la salida de su secretario general, a casi nadie se le escapa que asume un papel de víctima por pura supervivencia, tras varios hitos: Liderar el partido en el momento en el que obtuvo los peores resultados y haberse convertido en un candidato a la investidura fracasado, bien por méritos propios, bien por carecer de la fuerza suficiente para imponer su criterio ante el Comité Federal que, en diciembre de 2015, le marcó las líneas rojas de negociación con Podemos.

Como hemos repetido en numerosas ocasiones en estos meses, la situación interna del PSOE es la conclusión de una gestión nefasta por parte de Sánchez y de su equipo, que ni tuvo tacto ni, por supuesto, el control de las distintas federaciones (ni siquiera de las que hicieron campaña por Sánchez en las primarias de 2014). Tampoco los críticos lo hicieron mejor. Ya sea por torpeza, por ingenuidad o por carecer de un liderazgo alternativo, cometieron errores de bulto: No haber actuado antes ante la deriva del partido y, lo que es más importante, no ofrecer soluciones ante el fracaso del candidato Sánchez en la primavera de 2016, lo que ha derivado en cierta sensación de rendición al PP. La gestión tras la dimisión de Sánchez, permitiéndole capitalizar ese discurso victimario, tampoco dice mucho en favor de la Gestora.

Con estos precedentes se plantea la opción López en torno al ex lehendakari, con la intención, dicen, de evitar que Sánchez saltara al ruedo. Los acontecimientos indican que no midió bien la ambición (y necesidad) de Sánchez, por lo que el político vasco, aunque cuenta con un apoyo importante de aparato y bases, tiene que luchar contra dos relatos: El de que la traición a Sánchez y el de defender el «no es no» al PP tras haber gobernado Euskadi con el apoyo de los populares. Contradicciones que, por supuesto, se enfatizarán durante la campaña de las primarias.

Ante la evidencia de que ninguno de los tres candidatos ilusiona, vuelve a cobrar fuerza la posibilidad de que aparezca un «mirlo blanco». Y de nuevo suena el nombre de Ignacio Urquizu como la del hombre llamado a ganarse el afecto de las bases y a gozar del apoyo del aparato. Sobra decir que, para que se dé esa situación, deberían ocurrir varias cosas al mismo tiempo: Por un lado, que Díaz no se presente (algo que no hay que descartar dados sus antecedentes); y por otro, que López se sume al proyecto del diputado del PSOE por Teruel, haciendo más difícil a Sánchez poder enarbolar el discurso de que él representa en sentir de las bases contra la elite del partido.

Quedan semanas por delante para intentar esa operación, en la que deberían estar interesados, sobre todo, los que temen que Sánchez dé la campanada y gane unas primarias que supondrían el comienzo de un cambio estructural en todo el partido, escenario que habría que compatibilizar con un más que posible adelanto electoral por parte de Mariano Rajoy. Por si acaso, el equipo encargado de preparar el programa que se llevará al 39 Congreso ya estudia una suerte de «guía de oposición«, que será de obligado cumplimiento por el próximo secretario general.

Sorprende que apenas se esté hablando de este punto, que será fundamental para la propia supervivencia del PSOE: Si se confirmara la rebelión de las base, se necesitaría un cambio en los cuadros medios y líderes del partido, especialmente en las federaciones en las que hubiera habido disociación entre la posición de la militancia y del aparato. Si no ocurre y pierde la votación, Sánchez aseguró que dejará la política.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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