Los congresos celebrados por PP y Podemos a lo largo del fin de semana no han podido salir mejor para los intereses de Génova: Mariano Rajoy sale reforzado como presidente del PP con un apoyo del 95.65%, habiendo conseguido que María Dolores de Cospedal se quede como secretaria general; y en las filas enemigas, las bases de Podemos ratificaron la elección de Pablo Iglesias y su modelo de partido, unos resultados que se han saldado con una derrota sin paliativos a las tesis de Iñigo Errejón.
A falta de lo que ocurra con el PSOE durante el próximo mes de mayo, los populares comienzan a perfilar una oposición que es bastante coincidente a la que han defendido los distintos partidos de implantación estatal desde las elecciones de 2015:
- Podemos apuesta por reforzar el eje izquierda/derecha, con un alejamiento evidente del PSOE, lo que dificulta, de primeras, la posibilidad de conseguir acuerdos de Gobierno. A esto hay que añadir que los últimos sondeos sobre intención de voto apuntan a un techo electoral para los intereses de Unidos Podemos
- C’s optó en su congreso por reforzar la vía centrista y liberal (lo que le convierte en un socio privilegiado para el PP en el caso de que le hagan falta sus escaños para obtener la mayoría absoluta parlamentaria);
- Y el PSOE decidirá entre candidatos que, pase lo que pase, se encontrarán con una oposición frontal de Unidos Podemos a cualquier aventura política que implique moderacíon y transversalidad.
Las bases de Podemos aclaman a Pablo Iglesias
A pesar del ruido y de la tensión vivida en las semanas previas a la celebración de la Asamblea Ciudadana Vistalegre II, que hacía presagiar unos resultados ajustados entre las tesis defendida por la corriente que lideraba Pablo Iglesias, Podemos Para Todas, y la de Iñigo Errejón, Recuperar la Ilusión, las jornadas transcurrieron con relativa calma. Las distintas intervenciones fueron a menudo interrumpidas por gritos de «unidad» de los reunidos en el Palacio de Deportes; una presencia masiva que se completó con el dato de que finalmente habían votado 157.569 personas inscritas en el partido.
Si exceptuamos las caras de circunstancias y los llamamientos constantes a votar durante el sábado por parte de los dos cabezas de cartel que protagonizaron la pugna interna en la formación morada, el proceso en Podemos se pareció bastante al que se vivió en hace dos años y medio en Vistalegre I. Sólo el cambio de rostros (del grupo inicial que rodeaba a Iglesias sólo permaneció Juan Carlos Monedero) permitían valorar lo ocurrido en el partido desde hace algo más de un año.
Este domingo se desveló la incógnita: Pablo Iglesias y las personas de confianza contra la que la que estos días dispararon antiguos colaboradores y amigos del secretario general se hacían con el control del Consejo Ciudadano Estatal. Tras revalidar su liderazgo con el 89% de los votos, se confirmó que controlará el 60% del CCE. Errejón y los suyos se quedan con 23 miembros, a los que hay que sumar los dos de Anticapitalistas, que entran en el CCE. Éstos fueron los resultados de los diez primeros puestos:
Iglesias consolida su liderazgo y, de paso, también ve respaldado su modelo de diseño orgánico del partido: Los documentos político, organizativo, ético e igualdad presentados por su corriente consiguieron más del 50% del apoyo de las bases. Si todo transcurre como se espera, veremos un Podemos más interesado en reforzar su identidad de izquierdas, compitiendo con el PSOE en ese caladero de votos con el fin de tocar poder institucional próximamente, lo que dificultará la consecución de acuerdos estatales como los está habiendo desde mayo de 2015 en las CCAA y en los Ayuntamientos.
Ahora queda gestionar los resultados desde el punto de vista orgánico, con un líder, Pablo Iglesias, adorado por las bases de Podemos pero no por el resto del electorado, como vienen confirmando los barómetros del CIS o Metroscopia. A pesar de los reiterados llamamientos a la unidad que se escucharon entre los 8.000 asistentes a Vistalegre y sus líderes, con un Iglesias prometiendo unidad y humildad, pocos confían en la supervivencia del sector errejonista, que ha sufrido un varapalo sin matices.
Sería interesante analizar la incidencia de la campaña mediática de los errejonistas contra el entorno de Iglesias, con nombres y apellidos, que hemos podido presenciar durante las últimas semanas. También la posibilidad de que Iglesias y su equipo haya podido proyectar la imagen de que estaban siendo víctimas de una suerte de golpe de Estado interno que, junto a la idea de que Podemos no puede parecerse en ningún caso al PSOE, ha ganado el corazón de una militancia muy escorada a la izquierda.
Viñeta de Idígoras y Pachi en elmundo.es
También cobra cierto interés lo que hará en el futuro ese 33% del partido que perdió la pugna, cuyo futuro depende de si el partido asume la pluralidad o, como se espera, sigue provocando la salida escalonada de disidentes del pensamiento oficial. Por el momento, Errejón ha confirmado que no dimitirá y dirigió su primer mensaje precisamente para reclamar que se respete la pluralidad: «Se ha elegido un nuevo consejo ciudadano. Se tendrá que reunir, tendrá que haber decisiones de la nueva dirección que tendrá que decidir dónde estamos los compañeros que hemos estado en puestos de más visibilidad. Ha habido una fuerza que sale con clara mayoría, pero hay un mandato claro de pluralidad».
El siguiente paso será convocará al nuevo Consejo, que nombrará a la Ejecutiva. Las primeras señales enfatizan que haya relevo de cargos, especialmemte entre los partidarios de la corriente Recuperar la ilusión: Desde la tarde del domingo, Juan Carlos Monedero insistió en la necesidad de acabar con la Secretaría Política, dirigida por Iñigo Errejón y, según el sector pablista, germen de la conspiración orquestada contra Iglesias. Lo que hace pensar en un arrinconamiento progresivo de todos los dirigentes que se han significado con esa corriente, comenzando por el propio Errejón, ante las decisiones que el partido adopte a corto y medio plazo.
El Congreso del PP consuma la marcha triunfal de Rajoy
Hace cuatro años, por estas fechas, hablabámos con profusión de los llamados Papeles de Bárcenas, ese caso de corrupción que se juzga estos meses y que habla de la existencia de una contabilidad b en el PP que se habría usado para pagar sobresueldos a los distintos cargos del partido con dinero procedente de pagos ilegales de empresarios, de una manera similar al funcionamiento del PP valenciano desvelado por empresarios valencianosque hicieron aportaciones en el marco de la trama Gürtel.
Cuatro años después, el PP ha reforzado a dos de las personas que más proyección pública tuvieron en aquellos momentos:
- El propio presidente del partido, Mariano Rajoy, señalado como uno de los cargos que habrían cobrado dinero negro durante años. El Congreso del PP lo ha ratificado en el puesto con el 95.65% de los votos de los compromisarios.
- María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, responsable de la explicación de la «indemnización en diferido» que pretendía echar tierra sobre las revelaciones del ex tesorero del PP. A pesar de la tormenta sobre la acumulación de cargos, la ministra de Defensa vuelve a repetir como secretaria general del PP, aunque compartirá trabajo con Fernando Martínez-Maíllo, nombrado coordinador general.
El Congreso del PP confirma a Cospedal como un baluarte en el partido y en Ejecutivo, lo que le permite ganar el pulso que mantiene desde hace años con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Un pulso que ya tuvo su primer capítulo en la filtración del informe del Consejo de Estado sobre Federico Trillo sobre su gestión del Yak-42, un movimiento que habría venido como respuesta a la aparición, en los medios, de las acusaciones de la policía nacional sobre la posibilidad de que el esposo de la titular de Defensa, Ignacio López del Hierro, estuviera relacionado con Alberto Portuondo, testaferro de Rodrigo Rato.
Pero la noticia del fin de semana es la situación privilegiada en la que se encuentra Mariano Rajoy en estos momentos. Enric Juliana recuerda aspectos de su liderazgo al frente del PP y nosotros añadimos un hito más: Hace un año, muchos dieron por amortizado a Mariano Rajoy, cabeza de lista del partido con más votos de las elecciones de diciembre de 2015 y que se había hecho a un lado ante la imposibilidad de conseguir los votos necesarios para lograr la investidura para repetir como presidente del Gobierno. Las negociaciones a tres entre PSOE, Podemos y C’s acabaron con la convocatoria de nuevas elecciones en junio de 2016, cuyos resultados le permitieron ganar tiempo.
La abstención del PSOE en la investidura de Rajoy y este respaldo del partido le confirman como el político mejor situado en este arranque de 2017, con un escenario ideal para sus intereses: C’s tocó techo electoral y ahora pierde votos, que estaría recuperando el PP; y la izquierda se confirma como dividida, con un PSOE que carece de margen de movimiento. Ahora sólo queda ver lo que pase en las primarias socialistas para confirmar si tenemos por delante tres años de estabilidad política o vamos a nuevas elecciones en otoño, con Podemos ya definitivamente escorado a la izquierda y compitiendo contra el PSOE por ser el principal partido de la oposición.
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