Las cosas se complican para François Fillon desde su propio partido. Después de la comparecencia del miércoles, en la que reafirmó su intención de seguir en la carrera presidencial tras denunciar una suerte de golpe de Estado político contra su candidatura a propósito del Penelopegate, comenzaron los movimientos entre las distintas familias que conforman Les Republicains con un único objetivo: Que anuncie cuanto antes su retirada de la carrera presidencial, algo en lo que coincide el 75% de los franceses.
Fillon, que asumió el discurso de la ultraderecha de que Francia no es un Estado de derecho y de que el poder político político y judicial maniobran en cacerías políticas en periodos electorales, comprobó cómo horas después la policía procedía al registro de su domicilio, como parte de la operación que le llevará, el próximo 15 de marzo, delante del juez. Será entonces cuando el candidato de centroderecha podría ser imputado, apenas una semana antes de que se celebre la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Un mazazo con efectos, no ya en las presidenciales (en las que no se prevé que Fillon pueda ganar a Emmanuel Macron para pasar a la segunda ronda), sino en las elecciones legisltivas que se celebrarán el próximo mes de junio.
Tras su comparecencia del miércoles, en la que el candidato se presentó en solitario, se sucedieron las críticas por el tono de un discurso casi antisistema y se comenzó a filtrar el malestar entre algunos de los notables del partido ante la cerrazón de su candidato, sobre todo por el uso de un argumentario que, por el momento, sólo favorece a Marine Le Pen, citada también a declarar ante un juez por empleos ficticios en su equipo en el Parlamento Europeo, cita a la que no acudirá alegando inmunidad parlamentaria.
Según diversas fuentes, Nicolas Sarkozy respondió «Te toca decidir a ti en conciencia. Yo seré leal. Si sigues, estaré contigo. Si te vas, lo comprenderé» al ser preguntado por Fillon si debería apartarse de la campaña electoral. Según otras fuentes, el ex presidente le habría dicho abiertamente que «Así no puede seguir«. Mensaje que vendría acompañado de hechos.
Durante estos días se han evidenciado distintos movimientos, como la suspensión del acuerdo del acuerdo por el que el partido centrista UDI forma parte de LP o la del goteo de dimisiones en su equipo de campaña (más de un centenar en el momento de elaboración de este post), casi todos cercanos a Alain Juppé. Las más destacada, la de Bruno Lemaire (responsable de Asuntos Exteriores) y la de su portavoz de campaña, Thierry Solère. A las que anoche se sumaron su jefe de campaña, Patrick Stefanini, y su tesorero, Gilles Boyer.
Los anuncios llegaron cuando ya era comenzaba a circular en público el nombre de Juppé, el rival de Fillon en la segunda vuelta de las primarias conservadoras, como el hombre que encabezará finalmente la candidatura de LR si el candidato se retira finalmente. Él habría manifestado a su entorno que estaría dispuesto a sustituirle si recibe más apoyo que el que le recibió el pasado mes de noviembre. Durante las próximos horas les tocará mover ficha a los vinculados a Sarkozy y, sobre todo, a los que en su momento auparon al propio Fillon.
Más presión sobre el candidato
Ademas de las dimisiones en su entorno, que no hacen sino enfatizar la soledad del candidato, al que acusan de llevar a la derecha francesa a un desasatre electoral sin paliativos, la presión aumentó tras conocerse los resultados de una encuesta en la que se habría incluido la opción Juppé como candidato del LR para competir en la primera ronda de las elecciones presidenciales.
Según los datos de los últimos sondeos publicados, Fillon no habría ganado apoyo: Se movería en torno al 19.5% de los votos de media, muy lejos del 24.75% que le otorgan a Macron, que confirmaría que se disputaría con Le Pen la presidencia en segunda ronda. La candidata del FN obtendría el 26.3% de media, aunque todos los estudios señalan que no ganaría en una hipotética batalla electoral con el candidato de En Marcha: Macron se ganaría con un 63% frente al 37% de Le Pen, según Opinion Way (60%/40% en el caso de que Fillon ganara a Macron en primera vuelta) y en un 62%/38% según Elabe (58%/38% si pasara el candidato republicano).
Las opciones del PS y de La France insoumise siguen también estancadas en el 14.2% en el caso de Hamon y en el 11.2% si nos referimos a Jean-Luc Mélenchon. Un desastre sin paliativos que ambas direcciones, especialmente la socialista, deberían estar analizando ya. Hamon quedaría por debajo del porcentaje de voto que consiguió Lionel Jospin en las presidenciales de 2002 (16.18%), esas en las que Jean Marie Le Pen se disputó el Elíseo con Jacques Chirac.
Sin embargo, la novedad de este viernes, y que alimenta la impresión de que Juppé podría ser el Ave Fénix electoral de la derecha francesa, llegó de la mano de un sondeo, el de Odoxa, que plantean que Juppé obtendría el 26.5% de los votos frente al 24% de Marine Le Pen y el 25% de Macron. De esta manera, la segunda vuelta de las elecciones ya no supondrían una suerte de excepción electoral que se da por hecho si concurriera la candidata del Frente Nacional y, según todos los sondeos, el líder de En Marcha, que presentó su programa «ni de izquierdas ni de derechas» en medio de una gran expectación mediática.
Es decir, la candidatura de Juppé obtendría 7.5 puntos más que la de Fillon y esa subida se explicaría con pérdidas de voto en el resto de formaciones: 1.5 puntos si nos referimos al FN (24% de los votos), 2 puntos en el caso de Macron (25%) y sorpresa, también arañaría votos del PS (que bajaría al 11% de intención de voto) y de la Francia insumisa (que se quedaría en el 8% del apoyo). Casi cuatro meses después, se cumpliría el pronóstico manejado durante las primarias conservadoras: Juppé causa menos rechazo entre el electorado de centroizquierdas que Fillon, sobre todo con candidatos enfrente como Hamon o Macron.
Sería un milagro que, con todas estas fichas sobre la mesa, que Fillon sobreviva la fin de semana.