La muerte de Carme Chacón regala una tregua al PSOE

Falta mes y medio para que las bases del PSOE decidan en primarias quién será su próximo secretario general, un proceso a cara de perro que se puede seguir a diario en las redes sociales y en las declaraciones, públicas o discretas, de los partidarios de dos de las tres candidaturas. El fallecimiento prematuro de Carme Chacón, de 46 años, sirvió de tregua a los tres precandidatos en una disputa que amenaza con fracturar aun más un partido que pasa por su periodo más negro desde la restauración democrática pero, como apuntaba Esther Palomera, una oportunidad perdida para demostar unidad.

Tras conocerse la noticia, Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López suspendieron sus respectivos actos y acudieron a la capilla ardiente que Ferraz improvisó para que cargos públicos y la militancia pudiera despedirse de Carme Chacón, la dirigente catalana que estuvo a punto de ganarle la Secretaría General a Alfredo Pérez Rubalcaba en 2012: «La muerte siempre es un asunto horrendo, pero cuando quien muere tiene 46 años, hay un punto de injusticia que lo convierte en algo más horrendo aún».

Por la sede socialista pasó buena parte del pasado del partido, un goteo de caras conocidas, entre las que destacaron la de su mentor, José Luis Rodríguez Zapatero, la de Alfonso Guerra (muy crítico con Chacón) o la de Felipe González, que lanzó un mensaje nada disimulado a favor de la unidad: «Una noticia como esta nos debería llevar a discutir de las cosas importantes».

Es posible que hubiera quien esperara una imagen de los tres candidatos a liderar el partido, un gesto que hubiera supuesto un mensaje directo dentro y fuera del partido: A pesar de los diferentes proyectos que encabezamos, el PSOE es uno y seguirá siéndolo después del 21 de mayo. Esa imagen no se produjo, ni en privado ni delante de los medios de comunicación.

Sánchez volvió a Ferraz por primera vez desde que dimitió como secretario general en el mes de octubre, presentó sus respetos, habló con la prensa y se marchó. No hubo encuentro con una Susana Díaz visiblemente afectada, que estuvo en la sede del PSOE durante todo el tiempo que estuvo abierta la capilla ardiente. Según diversas fuentes, se desplazó a la cuarta planta mientras Sánchez visitaba la capilla ardiente de Chacón. Sí hubo encuentro entre Díaz y Patxi López, que subió a la cuarta planta a saludar a la presidenta de la Junta, lo que da para múltiples interpretaciones de cara a la votación del 21 de mayo y, sobre todo, del día después.

Estas últimas semanas ha quedado claro que el 21 de mayo se consumará la confrontación directa entre Sánchez y Díaz de la que sólo puede quedar uno. Salvo que Sánchez logre un apoyo importante de la militancia (entre el 35-40%), su defenestración política está más que asegurada, a la espera de la construcción de un nuevo mito de renacido que no se descarta en absoluto en el caso de que Díaz no se postule como candidata a La Moncloa debido al rechazo que genera: Durante estas semanas hemos visto cómo uno de los artífices de la redacción del nuevo art. 135 de la CE, que se negó a todo contacto con Podemos por populista, se abraza a un populismo de izquierdas y se vincula al 15M, un movimiento de crítica directa al PSOE por haber antepuesto la razón de Estado a la de su historia y la de la socialdemocracia.

Lo mismo sucederá en el caso de que Susana Díaz pierda las primarias, con el añadido del apoyo prácticamente unánime del aparato a su candidatura: Si se consuma la fractura entre las bases y los cuadros del partido, los próximos meses asistiremos a una salida escalonada, más o menos pública, de todos los que han mostrado su apoyo en público a la presidenta de la Junta. Eso explica, además del rechazo a Sánchez, por qué Díaz aglutina a personalidades enfrentadas: González y Guerra por un lado, Zapatero y Bono por otro e incluso Rubalcaba y Chacón, prácticamente irreconciliables desde el resultado de las primarias de 2012.

Chacón y su icónico «¡Capitán, mande firmes!»

Carme Chacón creció políticamente al calor de José Luis Rodríguez Zapatero, que la nombró ministra de Vivienda, primero, y de Defensa, después, al frente de una cartera que le ayudó a proyectar la imagen simbólica de una mujer al frente de un departamento eminentemente masculino que pasaba revista a las tropas desplegadas en Afganistán embarazada de 7 meses.

Recordada por sus críticos como la responsable del desahucio exprés, que tanto daño hizo en los años inmediatamente posteriores a la explosión de la burbuja inmobiliaria, la gran mayoría rememora, sobre todo, su nombramiento al frente de Defensa. Un buen ejercicio de memoria selectiva que ignora las críticas que recibió de sectores conservadores por viajar a Afganistán o Irak embarazada y con un equipo técnico por si se presentaban problemas durante los viajes.

Tras la renuncia de Zapatero a optar la reelección en 2011, elecciones que supusieron la pérdida  de 4.2 millones de votos, Chacón comenzó a construir su candidatura para optar a la Secretaría General con dos avales: Ser la primera mujer con opciones reales de liderar el partido y engarzar con lo mejor de la herencia del zapaterismo. Ironías de la vida, su rival fue Alfredo Pérez Rubalcaba, muy cercano durante la segunda legislatura de Aznar y que había sido el candidato socialista a las elecciones de 2011. Ambos protagonizaron unas primarias muy duras que Chacón perdió por 22 votos, que volcaron en la madrugada de aquel 4 de febrero de 2012, al parecer por las llamadas de Guerra y otros destacados líderes andaluces a compromisarios.

Ya conocemos la historia: Chacón se negó a estar en la Ejecutiva de Rubalcaba mientras se consumaba una brecha interna en el partido que nunca se rehízo del todo. La ex ministra abandonó su escaño para irse a EEUU en mitad de una sangría en el PSC y problemas en su relación con el PSOE por el proceso independentista catalán y, tras la marcha de Rubalcaba, en mayo de 2014, se volvió a barajar su nombre para las primarias que el PSOE celebró en julio de ese año, las que ganó Pedro Sánchez. Tras autodescartarse, todo parecía indicar que Chacón apoyaría en la sombra a Eduardo Madina, al que habría ofrecido dos años antes ser su número 2 en el ticket electoral frente a Rubalcaba y con quien mantenía contacto frecuente.

En abril del año pasado anunció que no volvería a ser diputada y que se centraría en su trayectoria profesional. Se la pudo ver en la presentación de Susana Díaz como candidata a liderar el PSOE, junto a su mentor, José Luis Rodríguez Zapatero, y su rival en las primarias de 2012, Alfredo Pérez Rubalcaba. Un encuentro que Enric Juliana definió perfectamente:

«Casi todos los que se han peleado en los últimos veinte años están con Susana. El mensaje a la militancia es claro y diáfano. La derrota de Susana Díaz sería la derrota de los nombres principales que han tejido el PSOE desde 1977. La derrota de Díaz sería la derrota de la familia (…). El segundo mensaje del oficialismo es que Pedro Sánchez no pertenece a la familia. Pedro Sánchez no es PSOE cien por cien. Es un cuerpo extraño. Un aventurero. Un populista (esta es la última acusación). Sánchez tiene consigo el enfado de la militancia, que es descomunal, y el apoyo potencial de casi dos de cada tres votantes»

CODA. Éste es el vídeo elaborado y difundido por una de las plataformas de apoyo a Sánchez. También fue uno de los argumentarios defendidos por el propio candidato en sus actos de hace un par de semanas, mientras se acusaba a Díaz de pagar a los militantes para que secunden sus actos: «Parece que hay quienes no asumen la capacidad legal y eficaz de autoorganización de militantes y simpatizantes, considerando, a partir de su propia experiencia, que la movilización sólo puede lograrse a toque de corneta y gastos pagados, pero ya sin importar ni quién compró el instrumento ni cómo se abonó”.

En estos momentos, el equipo de Sánchez ya ha puesto fin al crowdfunding abierto para financiar su campaña de primarias, un sistema de financiación alternativo que le enfrentó con la Gerencia del PSOE y que cerró con cerca de 100.000 euros de aportaciones de militantes y simpatizantes.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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