Desde hace un par de semanas hemos señalado que el ambiente que se respira estos días se parece mucho al que hubo tras conocerse los llamados Papeles de Bárcenas (2013) y tras la sorpresa electoral de Podemos en las elecciones europeas (mayo de 2014), cuando se encadenaron una serie de escándalos de corrupción (detención de Jordi Pujol, detención de Rodrigo Rato por el caso de las tarjetas black de Caja Madrid y la detención de Francisco Granados en la Operación Púnica) que auparon a la formación liderada por Pablo Iglesias a la segunda posición, muy por delante de un PSOE que emergía con un desconocido Pedro Sánchez como líder.
Durante esos meses, en los que parecía que el PSOE quedaría desplazado por Podemos y que C’s calentaba en la banda para provocar un daño similar al granero de votos del PP, era más que evidente el malestar social y la existencia de un cabreo permanente ante los que durante años habían dominado la política española y sus terminales empresariales y mediáticas. La corrupción y el fraude despuntaban como el segundo problema del país, con porcentajes superiores al 50%.
La decisión del tribunal de llamar a Mariano Rajoy como testigo del caso Gürtel, tras constatar que lo hace por los obstáculos que ha puesto el PP en la investigación del caso, y sobre todo tras la detención de Ignacio González en el marco de la Operación Lezo, con implicaciones en el PP de Madrid (con dimisión de Esperanza Aguirre incluida) y con conexiones entre el Poder Judicial y el Gobierno central ha vuelto a reactivar el malestar social y la reactivación del marco de que los cimientos del poder están podridos.
De ahí que, en esta ocasión, los datos relativos a los sondeos sobre intención de voto publicados a lo largo del mes de abril deban tomarse con mucha más prudencia de la habitual. El motivo principal es que todos los estudios se hicieron sobre un trabajo de campo que se realizó antes del 18 de abril, fecha fatídica que puede marcar un antes y un después en la propia evolución de la legislatura, a la espera de que un acuerdo del Gobierno con el PNV logre salvar el proyecto de PGE.
Es decir, los sondeos no han recogido el efecto de los casos de corrupción que han salpicado al PP de Madrid o al comportamiento de los ministros de Interior y de Justica respecto a Ignacio González, ni tampoco la reactivación del marco de que PSOE y C’s son parte del problema por su negativa a apoyar la moción de censura contra Mariano Rajoy anunciada por Unidos Podemos.
El PP sólo necesitaría a C’s para volver al Gobierno
Con todas estas prevenciones, los datos demoscópicos presentan dos tendencias: Una subida de la intención de voto de C’s y, sobre todo, del PSOE, con un retroceso de PP y Unidos Podemos en casi un punto en sus expectativas electorales respecto a los datos del pasado mes de marzo. Estos cambios no evitarían que el PP volviera a gobernar con el apoyo de C’s en la mayoría de los supuestos de atribución de escaños, salvo que ambas formaciones obtuvieran las horquillas mínimas que le atribuye Celeste-Tel (en cuyo caso se daría una situación parecida a la que concluyó con la abstención del PSOE en la investidura de Rajoy).
Con el 32.5% de intención de voto, el PP sería el partido más votado en el caso de nuevas elecciones, medio punto menos respecto a su representación actual y -0.8 en comparación con los sondeos publicados a lo largo del mes de marzo. Como casi siempre, sorprenden los datos de NC-Report (hasta 157 diputados, 20 más de los actuales) y, en el lado contrario, los de Simple Lógica, Metroscopia o My Word, que lo sitúa por debajo del 31% de representación.
Hace un mes hablábamos por la disputa entre Unidos Podemos y PSOE por la segunda plaza parlamentaria: en esta ocasión, los datos parecen más claros. Los socialistas suben 1.5 puntos respecto al mes de marzo, en buena medida por el sesgo que provoca la estimación de Simple Lógica (+3 puntos en un mes). Como media, se movería en torno al 21.9%, -0.8 puntos respecto al resultado del 26J, un porcentaje que llama todavía más la atención si se tiene en cuenta que están en un proceso de primarias para elegir al futuro secretario general, un proceso que no está siendo amable ni provoca un júbilo especial. Los socialistas se moverían euna horquilla de 76-83 diputados, por lo que podría quedar cerca de los 85 asientos que tiene en la actualidad.
Por su parte, Unidos Podemos obtendría el 19.7% de los votos de media, casi un punto menos respecto a hace un mes (20.6%) y -1.4 puntos si lo comparamos con los resultados de las últimas elecciones generales. Será interesante pulsar la opinión del electorado a los últimos movimientos anunciados, con especial mención al anuncio de la moción de censura a Mariano Rajoy, que por el momento queda en intención puesto que no ha sido registrada. La formación morada tendría entre 59 y 68 escaños, un dato extraño si tenemos en cuenta que la estimación de Sociométrica para Unidos Podemos es de 19.4% (menos de dos puntos de pérdida respecto al 26J).
En el caso de C’s, la media de los sondeos se mueve en torno al 14.45% de los votos, casi medio punto más que hace un mes y +1.5 puntos si lo comparamos con su representación actual. Como hemos señalado durante estas semanas, hay empresas que comienzan a otorgar unos porcentajes de voto altísimos a la formación de Albert Rivera (16.7% en el caso de Sociométrica o 17.4% en el caso de Metroscopia). Una subida de esta magnitud tendría una traslación directa en los medios y en la calle, y no parece que ésa sea la impresión cuando se pregunta por C’s y sus posibilidades electorales.