Macron se prepara para ocupar el Elíseo, a la espera del dato de participación

La última semana de la camnpaña de las presidenciales francesas han tenido todo lo que se esperaba: Una movilización de las fuerzas de la izquierda política para votar con la nariz tapada a Emmanuel Macron como próximo presidente del país, un mal debate de Marine Le Pen frente a Macron que ha cambiado la tendencia de los últimos trackings electorales y juego sucio en los últimos días de campaña en forma de filtraciones de documentos del candidato de En marche! o de supuestos comportamientos clasistas.

Por segunda vez en quince años, los ciudadanos decidirán en segunda ronda entre un candidato de la ultraderecha, aunque ésta se haya depurado aprovechando su penetración en importantes nichos electorales de la izquierdfa tradicional para no parecer tan agresiva como antes, y entre un candidato conservador, aumque en esta ocasión se presente una suerte de independiente que ha crecido políticamente a los pechos de un hundido Partido Socialista. Y comprobaremos , en las urnas, cuánto han cambiado las cosas.

Hace 15 años, Jacques Chirac arrasó a Jean Marie Le Pen en la segunda vuelta con el 82.2% de los votos (25.5 millones de papeletas). Con una participación del 79.71%, el candidato del Frente Nacional se quedó-con 5.5 millones de votos, el 17.7% de los apoyos. Este domingo, su hija conseguirá previsiblemente en un apoyo mayor: En la primera vuelta ya consiguió 7.6 millones de votos (el 21.3% del censo) frente a los 8.6 millones de Macron (24.01% de los votos).

Si se cumple lo que avanzan desde hace semanas los sondeos, es muy posible que este resultado se engrose con una parte del voto conservador que dio su confianza a François Fillon hace dos semanas, y con un apoyo residual del electorado que confió en Mélenchon en la primera ronda. Se guarda con atención lo que harán los 7 millones que votaron por el líder de la Francia Insumisa, sobre todo tras su negativa a pedir el voto para Macron, que obtendríaentre el 59-63% de los votos, con clara mejoría al final de la campaña.

Este domingo confirmaremos la pujanza de un movimiento como el Frente Nacional, que ha crecido al calor de la crisis económica y, sobre todo, política francesa. Por primera  vez desde la fundación de la V República, por primera vez ninguno de los partidos tradicionales ha logrado colocar a un candidato en la segunda ronda aunque el sistema ha colocado un artefacto como Macron. Su propia candidatura confirma el nivel de descrédito de los partidos políticos en Francia: En apenas un año, ganará unas elecciones tras desmarcarse del Gobierno de Hollande y tras anunciar su propio movimiento político.

Una mala campaña en el tramo final

Desde hace meses, venimos señalando el éxito de los estrategas del Frente Nacional a la hora de diseñar la campaña electoral de Marine Le  Pen. Durante el Primero de Mayo, Marine Le Pen exhibió músculo y cierta conexión con el mito de Juana de Arco que alimenta en sus apariciones multitudinarias. Poco antes, su padre había demostrado que su tiempo había pasado al concentrar a unos cientos de nostálgicos de su tiempo, ante los que respaldó la candidatura de su hija, a su manera: «Ella no es Juana de Arco, pero acepta la misma misión … Francia». Poco después comenzaron a ir las cosas mal para Le Pen tras confirmarse que había plagiado parte del discurso de Fillon, aunque lo peor estaba por llegar.

Los primeros trackings semanales la situaban en el 40-42% de intención de voto, con una proyección ascendente a la espera del único debate celebrado con Macron. Parecía que funcionaban los últimos movimientos, renunciando a la presidencia del FN o su aparición en la factoría de Whirpoll, hacían presagiar una tendencia que bien podrían colocarla en el 45% de apoyo entre el electorado.

Entonces llegó el cara a cara con Macron, seguidopor 15 millones de personas (tres menos que los que siguieron hace cinco años el debate entre Hollande y Sarkozy).  Sorprendentemente, Le Pen pareció completamente ida e incapaz de rebatir los argumentos económicos que esgrimió Macron. Sus exigencias para que hicieran público cómo pensaba cumplir con las promesas electorales que han conseguido que el FN penetre en una parte importante del electorado trabajador pusieron en evidencia sus lagunas al respecto, que remató con la propuesta de que Francia salga del euro y recupere el franco  y una suerte de ECU, la moneda de la CEE que sirvió de embrió a la unidad monetaria, o la intención de colocar a personal de aduana en las fronteras para impedir la entrada de terroristas yihadistas.

Es decir, dos de sus principales pilares de actuación se vieron seriamente dañados con una defensa pueril por parte de Le Pen, que remató una mala actuación con burlas a Macron por señalar lo evidente: Sus postulados son de extrema derecha y, aunque haya ocultado sus mensajes convenientemente, hay un sustrato de xenofobia islamófoba evidente en un país con una población musulmana en aumento.

Los primeros tranckings tras el debate confirmaron una recuperación de entre 2-3 puntos por parte de Macron, cuyo apoyo volvió a subir al 61-62%. De ahí que no sea casualidad la difusión de comportamientos dirigidos precisamente a enfatizar la parte más débil de su candidatura: Así, los correos de su equipo filtrados por Wikileaks confirman que es el
candidato del capital y que procederá a hacer en Francia buena parte de las reformas y recortes que los socialistas no se atrevieron a hacer durante los últimos cinco años, a pesar de lo cual el hundimiento en las urnas es real. Asimismo, también se han filtrado prácticas que le sitúan como un clasista, como limpiarse la mano tras estrechar la mano a obreros.

Estas filtraciones, que forman parte del ABC del manual de juego sucio en una campaña electoral, se vio confirmado este viernes por otra de las prácticas habituales cuando se va perdiendo: Denunciar irregularidades en el proceso electoral, en este caso en relación a las papeletas.

Una movilización de la izquierda tradicional en favor de Macron

A pesar de la posición de Mélenchon, que ha evitado pedir el voto para los suyos, opinión que han respaldado sus bases en una consulta, sí ha habido una fuerte movilización de la izquierda tradicional para votar por Macron como único freno a Le Pen. Ha sido así desde el Partido Comunista, desde sus revistas e incluso con portadas diarias como las que Liberation ha publicado en los últimos días para señalar que Marine Le Pen es igual que su padre y que hay que acudir a las urnas aunque sea con la nariz tapada.

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También las grandes ciudades, sobre todo París, se han llenado de carteles y pegatinas contra Le Pen, con especial mención al llamamiento de la comunidad musulmana francesa, unos cinco millones de personas, a votar por Macron a pesar de que sus propuestas económicas y sociales no entusiasman. Así, será interesante comprobar hoy la capacidad para convencer a propios y extraños, y para ello será fundamental atender al dato de participación y si Le Pen podría recibir finalmente una parte importante de voto oculto.

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Salvo sorpresa mayúscula, Le Pen perderá las elecciones pero habrá duplicado con creces los resultados que obtuvo su padre hace 15 años, por lo que el suspiro de alivio, similar al que suscitaron los resultados de las elecciones en los Países Bajos, deberá tomarse con prudencia y comenzar a tomar decisiones para volver a enganchar con un electorado que, aunque no sea fascista, sí está dispuesto a explorar opciones que, hasta el momento, han permanecido más o menos fuera del sistema político.

CODA. A pesar de que la atención está concentrada en las elecciones presidenciales, conviene no perder de vista las legislativas que se celebrarán el próximo mes de junio, unas elecciones que evidenciarán la improvisación del inexistente partido de Macron, lo que podría tener consecuencias muy serias de cara a la formación de su Gobierno, tal y como explica Cierzo Bardener.

Según datos de Opinion Way, En Marche! conseguirá entre 249-286 escaños en la próxima Asamblea Nacional, con Les republicáis en los 200-210 diputados (tiene 194 en la actualidad). El PS sería la tercera opción con 28-43 diputados (consiguió 280 hace cinco años, a lo que que hay que sumar los 17 de los ecologistas), mientras que el Frente Nacional se conformaría con 15-25 escaños. El partido de Mélenchon seguiría siendo residual con sus 6-8 diputados.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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