La legislatura entra en territorio incierto

Había cierto recelo en las filas del PP ante una victoria de Pedro Sánchez en las primarias socialistas. La notoria animadversión entre el líder del PSOE y Mariano Rajoy y el desgarro interno socialista ante la decisión de abstenerse en la investidura del presidente del Gobierno, que ha servido de leit motiv de la resurrección sanchista, hacían presagir una legislatura corta a través de la fórmula de la moción de censura, de la que oiremos hablar mucho durante lo que resta de la legislatura.

De ahí el interés por los primeros pasos del secretario general electo del PSOE, ahora aupado en la idea de un giro a la izquierda que, por el momento, no se ha traducido en una voluntad de tender puentes con Unidos Podemos, su principal competidor electoral. Como casi siempre, Sánchez no ha defrauda y, mientras gestiona internamente el ánimo de hacer sangre con los perdedores de las primarias, su estrategia política huele a un retorno a 2016: Según ha filtrado su entorno, podría liderar una moción de censura después del verano si contara con el apoyo de Ciudadanos, algo que, por el momento, no está nada claro.

Viñeta de Manel Fontdevilla publicada en eldiario.es

Sí ha quedado clara la posición de Sánchez ante la próxima cita parlamentaria de renombre: Una de las primeras decisiones de Sánchez, además de situar a José Luis Ábaloscomo secretario de Organización y de filtrar que promoverá una reforma constitucional que reconozca el carácter plurinacional de España, ha sido la negativa a apoyar la moción de censura anunciada por Unidos Podemos y que se debatirá el próximo 13 de junio. Ese día, Pablo Iglesias se subirá a la tribuna del Congreso de los diputados para defender la moción de censura de su grupo contra el Gobierno de Mariano Rajoy. Por tercera vez desde la restauración democrática, un partido de la oposición opta por esta fórmula para escenificar la soledad del partido en el Gobierno, aunque en esta ocasión se presentan algunas novedades.

A la espera de ver si surte efecto el llamamiento de Mónica Oltra en público a Iglesias para que posponga la moción de censura hasta que Sánchez tome posesión de su cargo en el próximo congreso federal del PSOE, estamos ante la primera vez que el principal partido de la oposición no es quien lidera la moción de censura; tanto en 1980 como en 1987, fueron los dirigentes del PSOE y de Alianza Popular, respectivamente, los que defendieron las posiciones de su partido aun sabiendo que iban a perder la votación pero con vocación, sobre todo en el caso de Felipe González, de situar a su partido como el recambio inmediato de una UCD noqueada.

En esta ocasión, será Iglesias el que se subirá a la tribuna del Congreso de los Diputados y, como se esperaba, no tendrá enfrente la réplica de Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno ha hecho uso de la prerrogativa del Reglamento de la Cámara Baja y enviará a Rafael Hernando, portavoz del Grupo Popular, a dar la réplica al líder de Unidos Podemos. Mensaje a la grada: Iglesias no es opción de Gobierno a corto o medio plazo y sus cinco millones de votantes ni siquiera merecen que el presidente del Ejecutivo contraponga sus argumentos a los que esgrimirá Iglesias, presumiblemente centrados en la ciénaga de corrupción que salpica a diario al PP, con especial epicentro en Madrid.

Es posible que Iglesias y Unidos Podemos tengan en la memoria lo que pasó en la primera moción de censura, con un añadido importante que tiene que ver con la aritmética parlamentaria y con la propia situación de los partidos políticos: La formación morada se ha quedado sin el tronco central del relato que le hacía emerger como la única alternativa en todo el territorio nacional al PP. Con los socialistas manchados con el pecado original de la abstención al Gobierno del PP, en pleno tsunami de casos de corrupción, la única alternativa real era votar a Unidos Podemos, al menos si se supera el rechazo que provoca Pablo Iglesias a todos los votantes que no forman parte de su mercado electoral.

Este relato se completa con la evidencia de la debilidad de un PP en minoría, lo que le hace pendular entre ser objetoo de un rechazo casi total del resto de los grupos, como ocurrió en la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, a la colaboración estratégica en ámbitos concretos, como el voto favorable de C’s y el PNV al decreto de reforma de la estiba o el acuerdo entre el PNV y el PP para sacar adelante el proyecto de PGE. Es posible que estas dinámicas se corrijan con el asentamiento del nuevo PSOE y las estrategias que adopte en los próximos meses, sobre todo si tenemos en cuenta que Sánchez deberá realizar su labor de oposición desde su despacho en la calle Ferraz.

CODA. Sánchez acordó con la líder del PSM, Sara Hernández, y el portavoz de la formación en la Asamblea de Madrid, no apoyar la moción de censura presentada por Podemos (tercera fuerza parlamentaria) contra el Gobierno de Cristina Cifuentes, por las dimisiones y casos de corrupción que salpican a diario la actualidad informativa. Si todo marcha según lo previsto, Sánchez ha aplicado la misma estrategia en el Congreso de los diputados y en la Asamblea de Madrid, a la espera de nuevos movimientos que escenifiquen la vuelta de los socialistas como el principal partido de la oposición.

Por su parte, Susana Díaz ha vuelto a Andalucía con dos mensajes claros: Lealtad a la nueva dirección socialista, lo que rebaja las expectativas de una pelea por los delegados que acudirá al Congreso Federal y mensaje en torno al control de la federación andaluza. Una de las primeras medidas ha sido anunciar para el mes de  julio la celebración del congreso andaluz, lo que ha supuesto una nueva fricción con los sanchistas andaluces, que esperaban contar  con un poco más de tiempo para poder presentar un candidato alternativo.

CODA 2. Según datos difundidos por Iván Redondo, el PP caería de forma importante tras el mes negro que vive desde que estalló la Operación Lezo. Hoy obtendría el 29% de los votos frente a un PSOE y Unidos Podemos que siguen disputándose la segunda plaza con 23  y el 22% de los apoyos respectivamente, y un C’s que estaría subiendo como la espuma, de nuevo, y que ya estaría en el 16% de intención de voto.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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