El pasado 26 de junio se cumplió el primer año de las elecciones generales que permitieron al PP recuperar posición respecto a los comicios celebrados en 2015 y romper el bloqueo institucional que llevó a la repetición de las elecciones por la falta de acuerdo de las fuerzas políticas con representación parlamentaria para consensuar un presidente del Gobierno. Este primer aniversario, que llega después de que los principales partidos hayan pasado sus respectivos procesos internos, confirma que el PP tiene un problema de credibilidad que se traduce en una pérdida de apoyo en los sondeos sobre intención de voto al mismo tiempo que se registran buenos datos macroeconómicos.
Génova enfrenta un problema similar al que vivió en las elecciones de 2004: El discurso económico no sirve como pegamento de base para ganar electores en un contexto de shock (como los atentados del 11 de marzo en Madrid) ni tampoco para tapar cuestiones quem tras la crisis, parecen importar más al ciudadano medio, como la corrupción política o la falta de ejemplaridad demostradas en un entorno de fuerte recorte del gasto público y de devaluación salarial interna.
Casi todos los sondeos sobre intención de voto publicados durante el mes de junio recogen claramente este escenario. En todos, excepto en el NC-Report para La Razón, que sigue situando al PP como un partido que avanza entre el electorado, los populares obtendrían entre el 29.9 y el 28.9% de los votos de media, es decir, se dejan 4.1 puntos de media si excluimos el de NC-Report o 3.1 puntos si lo incluimos en la variable, con horquillas que le sitúan entre el 24.7% (Sociométrica) y el 31.9% (según Celeste-Tel). Si lo comparamos con los datos de hace un mes, se dejan entre 2.17 y 3.17 puntos, con estudios que le otorgan hasta 120 diputados (17 menos que en la actualidad) en un contexto en el que sus adversarios políticos ya se han asentado internamente y muestran capacidad de liderar la oposición.
Es el caso del PSOE, que se movería en torno al 23.8% de media (si incluimos la estimación de NC-Report) o del 24.1% si la dejamos fuera, +1.75 o 2.05 puntos respecto a los datos del mes de mayo. En cualquier caso, los socialistas ganan apoyo respecto a las elecciones celebradas hace un año (entre 1.1 y 1.4 puntos), con sondeos como el de GAD3 que eleva su avance al 25.9% de los votos. La elección de Pedro Sánchez como nuevo líder del partido habría sentado bien a sus bases y a un electorado que estaría recuperando con el discurso del giro a la izquierda, de manera que la distancia entre los dos partidos es de 6.1 puntos (4.8 puntos si excluimos a NC-Report)a diferencia de los 10.4 puntos de distancia que arrojaron las urnas hace un año.
El principal damnificado por el avance el PSOE es Unidos Podemos, que ya ni siquiera está en la lucha por convertirse en la segunda fuerza parlamentaria (salvo para NC-Report, que insiste en una suerte de empate técnico de la formación morada con los socialistas). Unidos Podemos caería por debajo del 19% de intención de voto tanto si excluimos como si dejamos la estimación de NC-Report: 18.9% si la incluimos y 18.7% de media si la dejamos fuera. En la práctica, se deja entre 2.2 y 2.4 puntos en intención de voto con sondeos, como Sociométrica, que le atribuye 58 diputados (entre 61 y 64 según Celeste-Tel). En términos comparativos cae entre 1.2 y 1.4 puntos en un solo mes.
Su adversario,en este momento, sería C’s, que se ha convertido en el principal beneficiado de la caída electoral del PP. El partido de Albert Rivera pasa del 13% de la representación a estimaciones que le llevan al 15.9% (con datos de NC-Report) o al 16.5% (sin la estimación de la empresa demoscópica de La Razón). En el peor de los casos, ha sumado 3 puntos de media con opciones de ganar hasta 3.5 puntos, que se parece mucho a lo que el PP se ha dejado en el camino durante este año. Respecto al mes de mayo, avanza entre 1.73 y 2.33 puntos.
En general, los sondeos sobre intención de voto plantean una división de bloques que, presumiblemente, pivotará sobre el eje izquierda/derecha. Falta conocer la posición final que en su momento podría adoptar C’s al final, algo que no será sencillo si tenemos en cuenta que su avance demoscópico parece indicar un foco de atracción de votantes del PP desencantados con las decisiones que marca Génova. Si asumimos la idea de estos dos bloques, tenemos a un lado al centroderecha, que convence al 45.8% del electorado, frente al 42.7% que optaría por el centroizquierda, con las fuerzas nacionalistas periféricas (PNV, EH-Bildu, ERC, PdeCat y CC), de nuevo, como elementos decisores.
Por último, conviene tener en cuenta que estos datos se registran a tres años de las próximas elecciones generales, y con una legislatura que se avecina muy dura para el PP tanto en su acción de Gobierno como en las derivadas judiciales de los casos de corrupción que le salpican.
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