Ni los problemas con el plurinacionalismo ni las evidentes contradicciones de los portavoces del PSOE sobre este asunto durante el mes de agosto ni el goteo de dimisiones de históricos como Trevín o Eduardo Madina minan las posibilidades demoscópicas del principal partido de la oposición: A falta de tres años para las elecciones generales, los socialistas aprovechan la caída del PP en intención de voto y se sitúan ya a seis puntos del partido que sustenta el Gobierno.
De acuerdo con los datos del sondeo de Celeste Tel difundido por eldiario.es, que recomendabamos tomar con más pinzas de las habituales por el momento de su elaboración (trabajo de campo realizado en los cincos primeros días laborables del mes vacacional por antonomasia), el PP cae al 31.1% de intención de voto, medio punto menos que el pasado mes y -2.9 puntos si lo comparamos con su representación actual. Este porcentaje se plasmaría en 130-133 diputados, hasta siete menos de los actuales, lo que complicaría sus opciones de volver a ocupar La Moncloa.
El PSOE se despega claramente de su principal competidor por convertirse en el principal partido de la oposición, Unidos Podemos, y avanza al 25% de intención de voto, +0.6 puntos respecto al mes de julio y +2.3 puntos si lo comparamos con los resultados conseguidos hace un año. Los socialistas pasarían de 85 a 92-94 escaños, mejorando los reusltados obtenidos en las elecciones de diciembre de 2015.
Unidos Podemos sigue anclado en torno al 19% de intención de voto. Según Celeste-tel, estaría enel 18.9%, +0.1 puntos en comparación con el mes anterior, pero cae 2.2 puntos respecto a sus últimos resultados en las urnas. Esta caída se refleja en una pérdida de diputados al pasar de 71 a 60-63.
C’s, por su parte, rompe la tendencia de los últimos meses y cae en expectativa de voto al 14.9%, -0.2 puntos respecto al mes anterior pero suma 1.9 puntos en comparación con sus últimos resultados en las urnas. Estamos, pues, ante una tendencia curiosa: La caída que se recoge respecto al PP no se traduce en una subida de C’s, con el posible trasvase de votos entre ambos partidos.
Otros datos a tener en cuenta son los cambios respecto a las posibilidades electorales de los partidos del nacionalismo periférico, que podrían convertirse en piezas fundamentales de cara a un bloqueo de mayorías. Así, ERC sigue como primera fuerza en Cataluña con 11 diputados (+2 respecto a los actuales), con el PdeCat cayendo a 5 diputados (-3). En Euskadi, el PNV podría perder uno de sus cinco diputados que podría sumar EH-Bildu, que se haría con tres asientos. CC mantiene su acta de diputado.
En voto directo, el PP conserva al 80.9% de sus votantes y su principal vía de fuga la constituye la abstención, que llega al 12%. C’s sólo recibiría el 5.9% del votante que no estaría dispuesto a dar su confianza al PP en estos momentos. El partido de Albert Rivera conserva al 80.2% de sus votantes, con la abstención también como principal fuga de votos (12.3%). También se estaría dando cierto retorno de votantes a las formaciones de las que se nutrió inicialmente C’s: El 3.5% votaría por el PSOE y el 3.1% por el PP.
El PSOE mantien al 84.1% de su electorado, siendo el partido que mayor fidelidad de voto mantiene scon su base electoral en estos momentos; el resto se dividiría en la abstención (9.7%) y en Unidos Podemos (2.4%). El partido morado es el menos fidelidad de voto mantiene (74.4%) y su principal problema es la abstención, que llega al 14.8%, la cifra más alta de las registradas en este mes. El 9%,además, votaría por el PSOE.
En términos de gobernabilidad, tenemos una situación que se parece a la que se sucedió en el país tras las elecciones generales de 2015: El PP depende del posible apoyo de C’s, con la condición de que ambos partidos obtuvieran las orquillas máximas que le atribuye Celeste-tel, un hecho extraño si tenemos en cuenta que el target de votante al que se dirigen ambos puede coincidir. En esta situación, C’s podría vender más caro su apoyo y el PP debería acordar con otras formaciones políticas, por lo que el factor periférico entra en juego.
Enfrente, las opciones de PSOE y Unidos Podemos pasan por un apoyo de C’s (algo improbable, si se tiene en cuenta la animadversión pública que mantienen los líderes de ambos partidos) o por un conglomerado de izquierdas con el nacionalismo periférico, es decir, el mismo escenario que enfrentó en su momento Pedro Sánchez en su primera etapa como secretario general del PSOE.
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