Atentados terroristas, psicosis y problemas de las sociedades abiertas

Hace un año escribimos un post sobre las dudas ante el atentado de Niza. Rescatamos el post casi en su totalidad porque lo que recogimos entonces se ha repetido durante estos días. Los atentados de Barcelona y Tarragona de la semana pasada, que causaron 15 víctimas mortales y más de 130 heridos, muchos en estado crítico, han demostrado lo peor y lo mejor de la psicosis en las que las sociedades europeas, y especialmente la española, parecen que se han acostumbrado a vivir.

Y esto se ha puesto de manifiesto en una cobertura absolutamente desquiciada de la gran mayoría de los medios de comunicación, que siguieron en tiempo real los acontecimientos, propagando bulos e informaciones falsas casi desde el primer momento en el que se produjo el atropello masivo en las Ramblas de Barcelona.

A partir de ese instante, que derivó en el desalojo del corazón turístico de Barcelona, se sucedieron rumores (como la toma de rehenes por parte de los presuntos terroristas en un bar turco de la zona del Raval), la difusión de las imágenes de las víctimas del atropello (incluidos menores) incluso por medios de comunicación y algunas noticias confirmadas por los Mossos d’Esquadra, cuya cobertura informativa debería analizarse en el futuro como ejemplo de cómo hacer las cosasa: Todo había comenzado en una explosión registrada el día anterior en una casa de Alcanar, Tarragona, por un problema con bombonas de butano.

No se valoró la gravedad de lo ocurrido y que la vivienda estaba siendo usada como campamento base de una célula de yihadistas compuesta por 12 personas, muchos de ellos muy jóvenes, liderados por el imán de Ripoll, que había pasado por la cárcel por delito de tráfico de drogas, donde habría contactado con condenados por los atentados del 11 de marzo de Madrid.

Unos hechos que han servido de motivo de fricción por la cooperación entre la Guardia Civil, la policía nacional y los Mossos d’Esquadra, encargados de desarticular la célula que pretendía realizar un gran atentado con explosivos en una zona emblemática de la Ciudad condal y que, tras la explosión de Alcanar, improvisó el plan b ejecutado en Barcelona y que siguió improvisando durante esa madrugada con un un atentado abortado en Cambrils (Tarragona) y con el asesinato deun conductor al que robaron su vehículo.

En total, 15 víctimas en los primeros atentados de corte yihadista cometidos en España desde el 11M y, de nuevo, ciudadanos de origen marroquí como autores de una matanza que ha puesto en el mapa a España como objetivo del Estado Islámico, grupo que terminó reivindicando la acción y que ha difundido un vídeo en el que vuelve a situar la recuperación de Al-Andalus como objetivo.

Una vez apagadas las muestras de solidaridad de los propios ciudadanos de Barcelona, que ofrecieron carreras gratis en taxi y transporte público o que facilitaron agua y comida a los miles de conductores que se quedaron atrapados en la carretera en mitad de la operación jaula, se constata el ruido de fondo ante la constatación de varios problemas que la unidad manifestada por partidos políticos e instituciones no enmascara y que Vergara recogió perfectamente en esta viñeta que publicó eldiario.es:

  • Los atentados ocurren en mitad de una situación de tensión entre Madrid y Barcelona por el referéndum del 1 de octubre, una tensión que evidencia una desconfianza mutua desde, al menos, 2012. Se espera que el TC invalide la norma en la que se sustentará la cita y desde el Gobierno y el PP siguen centrados en dar imagen de fuerza y de que, esta vez sí, están haciendo cosas para impedir que se celebre esa votación.
  • Esa misma desconfianza se manifiesta con la alcaldía de Barcelona, en manos de En Comú Podem, a quien se ha responsabilizado de negarse a situar bolardos en lugares estratégicos que evitaran acciones como la del atropello en Las Ramblas.
  • En la oleada de atentados de corte yihadista que se han sucedido en varios países europeos, España se había librado, un hecho extraño que hablaba de un aprendizaje a partir del 11M y de una colaboración entre policías españolas, europeas y de terceros países, como Marruecos. Algo falló esta vez, y se ha golpeado uno de los centros del turismo internacional que recala en España, con el efecto multiplicador que las imágenes de las Ramblas pudieran producir.
  • Desde el comienzo se habló de falta de cooperación y de una exclusión de los Mossos de Interpol (por motivos achacables, suponemos, al procés independentista). En los últimos días se habla de información que le no fue facilitada a los Mossos, como la peligrosidad del imán de Ripoll detectada por Bélgica y puesta en conocimiento de España. También queda por dilucidar cómo un grupo de 12 personas, muchos de ellos procedentes de la misma zona de Marruecos, ha podido operar sin que los servicios policiales de Rabat los detectaran. Habida cuenta de que eran terroristas muy jóvenes, radicalizados en muy poco tiempo, y con nula experiencia.
  • Tal y como se confirmó el 11M, el terrorismo yihadista no sirve de pegamento para la sociedad española, que sólo ha mostrado unidad en torno al pésame y atención de las víctimas directas. En 2004, se percibió una manipulación política de lo ocurrido por parte del PP para intentar ganar unas elecciones que, tras los atentados, habían recordado la presencia de España en Irak a pesar de la opinión mayoritaria de los ciudadanos. Lo ocurrido en Barcelona la semana pasada ha puesto en el foco las relaciones de España con países que habrían patrocinado a los grupos yihadistas (como Arabia Saudí y Qatar) o el papel de las izquierdas en las llamadas «primaveras árabes».
  • Quizás por la amplificación de bulos y opiniones que facilitan las redes sociales, se ha constatado un aumento de la islamofobia respecto a 2004, con cierta aceptación de que el Islam no es una religión de paz y que Occidente está embarcado en una suerte de guerra santa. Asumimos pues el discurso del choque civilizatorio geopolítico que diseñó Samuel Huntington y que se ha asumido en las relaciones internacionales de EEUU y, en lugar secundario, en la UE. Este discurso, por supuesto, ignora que la abrumadora mayoría de víctimas del terrorismo yihadista son los propios musulmanes y que la asunción de estos discursos suponen aceptar el marco diseñado por el Estado Islámico y/o Al Qaeda, que busca sobre todo tensionar a las sociedades para que los musulmanes queden cada vez más aislados (y así puedan ser captados por grupos radicales).
  • El conductor de la furgoneta con la que se atentó en Las Ramblas, Younes Abouyaaqoub, fue abatido por los Mossos en Subirats (Alt Penedès), después de constatar que llevaba un cinturón con explosivos que luego resultó falso. La imagen del cadáver fue filtrada y ampliamente difundida en redes sociales y grupos de Whatsapp, en lo que constituye el mayor error de bulto en la lucha antiterrorista. A nadie se le escapa la capacidad propagandística del IS para utilizar esa imagen para adoctrinar a nuevos combatientes, una imagen que se facilitó desde los que estuvieron presentes en el operativo. Se ha abierto una investigación interna para saber quién filtró la foto con el terrorista muerto y el conseller de Interior tachó de lamentable su difusión.
  • Los atentados, ocurridos en plena tensión entre Madrid y Barcelona por el referéndum del 1 de octubre, han puesto de manifiesto que existe un problema grave de aceptación de Cataluña y de su identidad. Ahí están las críticas al uso del catalán en las comparecencias de los responsables políticos y policiales catalanes, con la reacción airada del jefe de los Mossos, Josep Lluís Trapero, ante un problema planteado en una rueda de prensa por un corresponsal holandés, o los miles de comentarios de gente en teoría razonzable que ha vinculado el independentismo con el yihadismo, como causa y efecto de una debilidad del Estado en Cataluña.

  • De nuevo constatamos una ignorancia total hacia el Islam y hacia el funcionamiento de las comunidades islámicas en España, que llevan años denunciando que la dejadez de las autoridades provoca que otras redes, con muchos más recursos económicos, puedan captar a potenciales terroristas.
  • También hemos vuelto a comprobar cómo una gran parte de la ciudadanía está dispuesta a renunciar a su libertad en aras de una seguridad total que, sin duda, se antoja imposible. Ahí están las escasas críticas ante la muerte de gran parte de los terroristas por disparos de la policía o que C’s y el PP estén haciendo política con el hecho de que el teniente alcalde de Barcelona defendió a uno de los autores de los atentados en calidad de abogado. Obviando, por supuesto, el contenido del art. 24 de la Constitución española que recoge el derecho de todos los detenidos a la defensa de un abogado ante los tribunales para garantizarles un proceso justo.

No vamos a entrar en la cobertura de los medios, absolutamente desquiciada en general, dando pábulo a informaciones sin contrastar sólo porque aparecieron en otros medios o publicando editoriales como de El País contra la CUP por la decisión inicial de la formación de no acudir a la manifestación convocada este sábado para condenar el terrorismo por la presencia del Rey. Igual es momento de reflexionar y hacer autocrítica, algo que, por supuesto, sólo están haciendo unas pocas cabeceras.

Lo demás, ya lo contamos hace un año:

Niza y las dudas razonables

Por tercera vez en año y medio, Francia se convirtió este jueves por la noche en el epicentro de la atención informativa y sentimental de Occidente. En plena fiesta nacional, con las calles llenas de ciudadanos, un hombre empotró un camión de grandes dimensiones contra la multitud que esperaba el inicio de los fuegos artificiales que conmemoran la toma la Bastilla en 1789 en la ciudad de Niza, en plena costa Azul. En el momento de elaboración de este post, la cifra oficial hablaba de 84 fallecidos y 50 personas en estado crítico, por lo que es muy probable que la cifra de víctimas suba en los próximos días.

El atentado tuvo lugar en una fecha señalada, con buena parte del país disfrutando de un largo puente. De ahí que Niza estuviera abarrotada de turistas, franceses e internacionales, y que pronto trascendiera la noticia que apuntaba, en un primer término, a un accidente. Esta versión fue inmediatamente sustituida por la habitual en pleno contexto de psicosis occidental hacia el terrorismo yihadista: Todo apuntaba a que la acción había sido intencionada y que el camión se había echado encima de la multitud con la intención de causar el mayor daño posible.

Ésta fue la tesis a la que pronto se abonaron los principales medios de comunicación españoles, que señalaron directamente incluso la autoría de la acción: el Estado islámico. La organización, en un contexto de rivalidad total con Al Qaeda y otros grupos minoritarios, se ha convertido en el hombre del saco por la efectividad con la que estarían consiguiendo actuar tanto en Francia como en Bélgica. Todo ello con el consiguiente foco en el seguimiento de los retornados (combatientes nacionales que se han formado en la guerra de Siria e Irak y que vuelven a sus países de origen para iniciar un periodo de letargo hasta recibir órdenes) y, sobre todo, en sus servicios de inteligencia (y la descoordinación europea de facto).

Desde Francia, primero, y la mayoría de países, se puso el acento en que todo apuntaba a que podría tratarse de una nueva acción terrorista de corte yihadista, la tercera que ocurre en suelo francés en año y medio tras los atentados de París, el pasado mes de noviembre,  y contra la revista Charlie Hebdo, pero sin confirmar. Ésta fue la primera valoración que realizó el presidente de EEUU, Barak Obama, que se sumó a la condena de lo que parecía un atentado yihadista, una tesis que una buena parte de periodistas españoles ni siquiera contemplaron.

Ésta fue la interpretación que se dio en los especiales informativos que interrumpieron la programación habitual de casi todas las cadenas y, especialmente, el enfoque del especial informativo que hizo Al Rojo Vivo, en La Sexta, con atribución del atentado por parte de Antonio García Ferreras a DAESH, con recado incluido al trabajo de los “servicios secretos belgas, que dejan mucho que desear”.

De madrugada, el presidente francés, François Hollande, se dirigió a la nación para señalar que “no se puede negar el carácter terrorista” de lo ocurrido en Niza y para apuntar que “toda Francia está bajo la amenaza del terrorismo islamista”. No en vano, el atentado llegó horas después de que el propio Hollande señalara que el próximo día 24 de julio se levantaría la situación de emergencia en la que vive el país desde el pasado mes de noviembre. Tras lo ocurrido en Niza, se prevé que la semana próxima se apruebe un decreto que prolonga el estado de emergencia en el país tres meses más.  Horas después, el primer ministro, Manuel Valls, siguió con esta idea y instó a los ciudadanos a aprender a vivir con el terrorismo.

Este viernes, tras las reacciones oficiales de Francia, con promesa de colaborar aún más en la operación militar que hay en marcha en Irak y, sobre todo, en Siria, la situación podría haber dado un vuelco de importancia vital con la identificación del autor de la matanza, cuyas huellas se encontraron por el camión después de ser abatido por la políciaSe trata de un hombre francés, de origen tunecino, de 31 años, padre de tres hijos y en pleno proceso de divorcio de su mujer. Estaba fichado por delitos comunes y de violencia de género, pero no había datos que lo relacionaran con redes terroristas. Su entorno, además, señaló que él no era especialmente religioso y que podría estar atravesando por una depresión.

Estos rasgos hacen que la acción se parezca más a la que protagonizó accidente provocado por el suicidio del copiloto de Germanwings Andreas Lubitz que por un atentado de corte yihadista como los que hemos visto en los últimos meses. Sin embargo, en medios españoles se ha venido insistiendo en la tesis que un delincuente común captado por las redes del IS con la intención de convertirle en un “lobo solitario” que pusiera en marcha las recomendaciones que Al Qaeda habría realizado a sus militantes en el año 2010: Usar vehículos pesados contra multitudes compuestas por infieles con la idea de sembrar el máximo terror posible.

El sábado, el Estado Islámico reivindicó la autoría de la matanza. La explicación de cómo un hombre, con su perfil, podría finalmente haber acabado como activo del IS la aportó el titular de Interior galo que señaló que Mohamed Lahouaiej Bouhlel se había radicalizado rápidamente. Lo que añade aún más dificultades a la lucha antiterrorista en el caso del yihadismo radical y amplifica la sensación de inseguridad.

El terrorismo en tiempos de psicosis

Queda claro que lo ocurrido en Niza casa con la segunda acepción del Diccionario de la RAE: “Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror”. Si tenemos en cuenta el caldo de cultivo en el que estamos inmersos en Europa desde los atentados del 11 de marzo en Madrid y, particularmente, desde los atentados de París de enero de 2015, queda poco margen para la duda: Cualquier acción que huela a terrorismo que esté protagonizado por musulmanes será considerado como un atentado yihadista desde el comienzo.

En este sentido, y si tenemos en cuenta cómo Al Qaeda y el IS han empleado las técnicas de comunicación y propaganda para ganar simpatizantes o militantes, basta con esperar a ver la repercusión de la acción para que el atentado sea reivindicado como parte de la estrategia del terrorismo de corte yihadista. Desde este punto de vista, el trabajo de los llamados “lobos solitarios” comienza a ser sumamente rentable, sobre todo si asumimos que hay una delgada línea entre la acción de alguien que está enfadado con el mundo y de un terrorista.

El escenario de psicosis queda amplificado por el papel de las redes sociales y la actitud de los medios de comunicación, absolutamente obsesionados por la audiencia y por el afán de recrearse en tragedias como la que pudimos seguir en directo el jueves por la noche. Es tal la desmesura y los enfoques de trazo grueso, que incluso las autoridades galas lanzaron mensajes para solicitar que no se difundieran las imágenes de las víctimas del atropello grabada por ciudadanos anónimos. Es decir, en una situación de caos como la que se vivió en Niza, gente corriente optó por no prestar auxilio y ponerse a grabar a las víctimas para difundir esos vídeos por Internet. Vídeos que, por cierto, muchos medios en teoría serios difundieron (incluso con trucos de edición como pixelar los rostros), sobre todo en un primer momento.

(…)

Asistimos, sobre todo, a la aceptación cada vez más extendida de que el debate que enfrentaba seguridad y libertad ya no es tal. Cada vez que hay un atentado de este tipo, ya sea protagonizado por comandos yihadistas u hombres solitarios como el de Orlando (50 asesinados en un club gay), hay mayor exigencia de la población civil  hacia sus Gobiernos para que el Estado haga todo lo que sea necesario para evitar que se repitan situaciones de este tipo.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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2 respuestas a Atentados terroristas, psicosis y problemas de las sociedades abiertas

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