A falta de un mes para las elecciones generales alemanas, la candidata de la CDU, Angela Merkel, está en disposición de revalidar un cuarto mandato como canciller. Los sondeos sobre intención de voto publicados a lo largo de este mes de agosto enfatizan la estabilidad que hemos venido apuntando durante medio año, una vez desinflado el «efecto Schulz«. Merkel, que lleva al frente de la Cancillería alemana desde las elecciones de 2005, se consolida como la líder europea con mayor fortaleza en mitad del tsunami que ha desplazado a partidos históricos del poder en la mitad de la Eurozona.
No hay grandes novedades en los últimos sondeos publicados. La CDU/CSU se consolida con un 38.4% de intención de voto de media, -0.4 puntos respecto al mes de julio, con sondeos que le siguen atribuyendo un 40% de la representación (GMS y Allesbach), +3 puntos en comparación con las horquillas mínimas de INSA o YouGov. Respecto a las últimas elecciones, la CDU se deja 3.1 puntos, un dato interesante si tenemos en cuenta que en 2013 recibió buena parte del voto liberal que había abandonado el FDP.
En esta ocasión, los liberales siguen la tendencia ascendente de los últimos meses y ya se acercan al 9% de intención de voto. Estaríamos en el 8.8% de media, +0.35 puntos respecto al mes anterior y nada menos que +5 puntos en comparación con sus resultados de hace un año, que le dejaron fuera del Bundestag. Se confirma, pues, una estabilidad en el comportamiento del elector alemán atípico respecto a lo que ocurre en el resto de la zona euro.
El SPD, por su parte, se aleja cada vez más de la competición con la CDU. Según los datos de agosto, pierde apoyo respecto a hace un mes, confirmándose un mal planteamiento de la campaña por parte de un líder, Martin Schulz, al que se vendía como lo mejor que le quedaba a la socialdemocracia alemana para competir electoralmente. Hoy, el SPD se movería en torno al 23.3%, -0.8 puntos respecto a la media extraída de los sondeos publicados durante el mes de julio y -2.4 puntos en comparación con las últimas elecciones generales celebradas en Alemania.
Este mal dato, junto al discreto resultado de Die Linke, imposibilita una alternativa de izquierdas salvo un pacto de unidad de todos los partidos frente a la CDU. Algo que resulta improbable que ocurra. Die Linke sigue por debajo del 9% de intención de voto. Según la media extraída, se movería en torno al 8.9%, mejorando los resultados de los estudios publicados hace un mes y también el 8.6% obtenido hace cuatro años. Los Verdes, sin embargo, siguen por debajo de su dato de representación de 2013, con un 7.55% de media. Se confirma que apenas hay variación en su estimación de voto, aunque hay sondeos que le ubican en el 7% (Forsa, Ipsos, YouGov) e incluso por debajo (INSA, con un 6.5%).
En cuanto a la ultraderecha, AfD se sitúa en el 8.5% de intención de voto, medio punto más que hace un mes pero lejos todavía de los sondeos que le atribuían un 12-13% de penetración electoral a comienzos del año. Se confirma que puede ser uno de los éxitos de la temporada, pero sería quinta fuerza parlamentaria, con escasas posibilidades de negociar con el resto de formaciones por el cordón sanitario implícito puesto en marcha en las sucesivas elecciones regionales.
«El Estado soy yo»
La CDU/CSU ha planteado una campaña electoral rigurosa, con sentido de Estado, con decisiones como la de sacar el asunto de los refugiados que ha recibido Alemania del debate político (para desesperación de AfD). Ese sentido de Estado se percibe, incluso, en la manera de plantear la comunicación electoral y para muestra el spot puesto en circulación por su partido, traducido y analizado por Franco Delle Donne (@fdelledonne) en su imprescindible blog:
Merkel aparece como la líder indiscutible del partido (y del país), con énfasis en el papel de Berlín en la crisis del euro y en un modelo de país que prioriza la ayuda a las personas de cara al futuro. Línea dura para centrarse en la economía, en los esfuerzos en «hacer lo correcto» para propiciar una base sólida, con la buena salud de la economía alemana y el dato del empleo como puntales de una sociedad más justa en el futuro. Todo ello en un vídeo con planos dinámicos, en el que abundan los primeros planos sobre la canciller, que mira directamente a la cámara (es decir, al espectador), estableciendo una relación directa con él.
Este mensaje se puede completar con el primer vídeo de campaña puesto en circulación por el centroderecha, en el que se describe a un futuro bebé alemán un retrato de la sociedad alemana multicultural, con Merkel apareciendo desde el primer momento como la conductora de ese proyecto de país en el que no hay brechas de edad tan rígidas como las que existen, por ejemplo, en España:
Compárese el protagonismo que se le otorga al liderazgo de Merkel en la campaña de la CDU con la tendencia del SPD a esconder las siglas y a su candidato. En este spot de campaña, traducido también por Delle Donne, se pone el acento en una de las señas de identidad de la socialdemocracia (la equidad, que en España se entiende mejor desde la perspectiva de la igualdad y/o justicia social) pero como si ese objetivo se obtuviera simplemente desde la voluntad de los protagonistas:
Se habla de la equidad como motor del mundo pero se obvia que el poder político, con sus decisiones, puede poner las bases para hacerlo realidad. Algo que no se percibe en un vídeo hecho desde una perspectiva posmoderna, con niños y gente guapa que simboliza lo que se quiere conseguir pero sin atisbo de lo que hay que hacer para ponerlo en marcha. Así, se opta por vender a un candidato (Schulz) y una opción política (SPD) sin que estas dos marcas aparezcan salvo en los últimos diez segundos de un spot rodado como un anuncio comercial de un producto que parece pensado sólo en términos de futuro para la infancia.
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