Alemania castiga a los partidos de la «gran coalición»

Los partidos que conformaron el Gobierno de coalición tras las elecciones de 2013, la CDU y el SPD, fueron duramente castigados en las elecciones celebradas el pasado domingo. Tal y como avanzaban los sondeos, el SPD logra los peores resultados de su historia, con un 20.4% de la representación, lo que le traslada a las expectativas de voto antes de la elección de Martin Schulz como cabeza de lista.

La sorpresa que deparó el domingo llegó en forma de castigo al centroderecha, un castigo que no detectaron los trabajos demoscópicos, que pasó del 39.5% de los votos en las elecciones federales de 2013 a un 32.8%, -6.7 puntos, un castigo que terminó de catapultar a la ultraderecha, que confirmó su entrada en el Bundestag como tercera fuerza, en consonancia con las victorias obtenidas en las elecciones regionales celebradas en el último año.

AfD consiguió el 12.6% de los votos (+9.7 puntos respecto a 2013) y 94 diputados, un resultado impresionante para una formación con innumerables problemas internos, que volvieron a ponerse en evidencia con el anuncio de la número 2 de la formación de que no accederá a su acta de diputada.

La noche electoral también acabó bien para los liberales. FDP consiguió el 10.7% de los votos  (+3.9 puntos) y 90 diputados, desplazando a Die Linke como la cuarta fuerza parlamentaria. Finalmente, la izquierda se movió en los umbrales que apuntaron los últimos sondeos y consiguió el 9.2% de los votos y 69 diputados (5 más que hace cuatro años), con Los Verdes aguantando finalmente con el 8.9% de la representación y 67 escaños (4 más de los que tenía), unos resultados que no recogieron ninguno de los sondeos publicados en las últimas semanas de la campaña electoral.

Radiografía del voto: Fragmentación geográfica, abstencionistas 

Las elecciones confirmaron a AfD como la primera fuerza política en Sajonia (27% de los votos) y la segunda en parte oriental del país y el sur más rico. Con un 20.5% de preferencias, AfD desplazaría a Die Linke en el este del país y quedaría por detrás de la CDU (27.4%) y por delante de Die Linke (17.3%) y del SPD (14.6%), una brecha importante si tenemos en cuenta que, en la antigua Alemania occidental, el apoyo a la ultraderecha fue del 11%.

Así, el mapa que arrojan los comicios deja poco lugar a la duda en relación a la fragmentación electoral que se podría estar produciendo en el país con la combinación de dos discursos que se podrían estar retroalimentando: La crítica hacia la propia evolución económica y social de un país que tiene asignaturas pendientes de brechas geográficas casi tres décadas después de la reunificación. No es casualidad el peso de la ultraderecha en las zonas del este en un contexto de escasas inversiones públicas a pesar de que registra superávit al tiempo que su principal valedora, Angela Merkel, se convierte en el cara visible de una política de acogida de refugiados procedentes de Oriente Medio.

La combinación de estos procesos vuelve a plantear escenarios que hemos visto en otros países europeos durante los últimos años: Un sector de la población más vulnerable prefiere optar por formaciones más o menos nuevas, fuera del sistema tradicional de partidos, que defienden discursos de identidad fuertes, a menudo xenófobos, frente al inmigrante en aras de un proteccionismo laboral y social que se entiende amenazado. En el caso alemán, este discurso ha tenido un objetivo todavía más claro que tiene que ver con los refugiados que han ido llegando al país durante los últimos años.

Los datos parecen confirmar la primera hipótesis: AfD, con el 12.6% de los votos, consiguió apoyo especialmente entre los parados (21%) y los trabajadores asalariados (21%), y también entre oficinistas (12%) y autonómos (12%). Por debajo de la media queda el voto de los funcionarios (11%) y de los jubilados (10%), que por edad también son los menos proclives a votar por la ultraderecha.

Los grupos de edad más proclives a darle su apoyo son los situados entre los 34-44 años (17%), seguidos por los que tienen entre 25-34 años y 45-59, es decir, los sectores más implicados en el mercado laboral. El apoyo a AfD es residual entre los menores de 25 años (10%) y entre los que tienen más de 70 años, entre los que sólo logra un 8% de apoyo, quizás por el efecto recuerdo del pasado nazi.

En cuanto al sexo, la CDU obtuvo un 36% del voto de las mujeres (+6 puntos respecto a los hombres) mientras que los hombres sacaron 6 puntos a las mujeres en cuanto al voto a AfD (16% frente al 10%). Existe el mismo porcentaje de hombres y mujeres que votó al SPD (21%) y a Die Linke (9%), mientras que la distancia se reduce a dos puntos entre los votantes al FDP (12% de hombres frente al 10% de mujeres), porcentajes que se invierten en relación al voto ecologista (10% de mujeres frente al 8% de hombres).

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Infratest Dimap apunta a que la formación de ultraderecha, que mantiene una relación muy débil con su base electoral (el 60% de sus electorales explicaron su voto como una manera de ir en contra del resto de partidos, no por convicción propia), se habría alimentado de tres fuentes de votos principalmente: De los desencantados con la CDU (casi 1.1 millones de votos), de la izquierda (medio millón de votos procedentes del SPD y 430.000 de Die Linke) y de los que votaron a otro partido en la última cita electoral (740.000 votantes) o abstencionistas (casi 1,3 millones).

AfD también habría recibido 50.000 votos de los liberales y 40.000 de los Verdes, lo que plantea muchas incógnitas sobre las opciones de que una formación de este tipo trascienda en el tiempo con la pujanza de estos comicios y también respecto la modulación de un mensaje político que habría contado con Twitter como una de las herramientas de transmisión fundamentales durante el último mes.

Un sistema de alianzas creativo: «Jamaika Koalition»

Con una participación del 76.2% (+4.7 puntos respecto a 2013), los comicios del domingo confirmaron los peores resultados para las dos fuerzas centrales del sistema de partidos alemán desde la II Guerra Mundial: Entre ambos pierden 95 diputados  (55 por el lado de la CDU/CSU y 40 por la socialdemocracia, que demuestra que su suelo electoral está en un nivel inferior al que se pensaba). El aguante del resto de fuerzas políticas hace pensar en un crecimiento de las alternativas desde el desencanto pero también por la movilización de sectores abstencionistas o indecisos, que en la última semana de campaña comenzaron a virar hacia AfD.

La misma noche electoral, el SPD confirmó que pasará a la oposición en el Bundestag, un anuncio más o menos esperado: Lo contrario hubiera supuesto que los dos grandes partidos hubieran dejado toda la labor de oposición a AfD, que aparecería como el principal grupo contrario al nuevo Gobierno, cuya composición se antoja muy complicada.

La renuncia del SPD a revalidar una nueva «gran coalición» obliga a la CDU, y en especial a Angela Merkel, a ser creativa en su política de alianzas durante la próxima legislastura, una vez establecido el cordón sanitario a la ultraderecha. Tal y como se aventuraba durante la campaña, las parejas de baile elegidas serán Los Verdes 67 escaños) y los Liberales (80 diputados), un acuerdo que requerirá de grandes dosis de negociación y que comienza a inquietar a las instituciones europeas, que han demandado ya que Berlín tenga gobierno pronto y que este gobierno sea fuerte frente a la amenaza populista.

Para empezar, habría que comenzar a limar asperezas entre los Verdes y la CSU (el socio de la CDU en Baviera), rivalidad sólo superada por los desencuentros públicos entre los ecologistas y los liberales, quienes tachan a los Verdes de liderar una «fiesta de la prohibición» con sus propuestas electorales, con el sector del automóvil como uno de los ejes de la nueva política económica.

CODA. Vídeo difundido por el club de fútbol del Borussia Dortmund poco después de conocerse los sondeos a pie de urna que confirmaban la entrada de AfD en el Bundestag: «Fútbol y nazis no encajan«. Es uno de los mensajes más claros del shock con el que una parte de la sociedad civil ha recibido los resultados electorales. Este lunes, Die Linke confirmaba miles de nuevos afiliados desde el lunes.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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2 respuestas a Alemania castiga a los partidos de la «gran coalición»

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