«Spot electoral» difundido por la CUP con motivo de la convocatoria del referéndum que el Gobierno trata de impedir de todas las formas posibles. En los últimos días, podría haber desplegados en Barcelona unos 10.000 agentes, en lo que constituye la confirmación más importante de que el Gobierno central se toma muy en serio el desafío independentista, para le que Mariano Rajoy consiguió este martes el apoyo del presidente de EEUU, Donald Trump.
Ante este escenario, con la intervención económica de las cuentas de la Generalitat y con la presión sobre los Mossos d’Esquadra para que eviten cualquier posibilidad de que se pueda votar este domingo, la CUP tira de efecto recuerdo para justificar las razones del voto por el sí: Para que Cataluña pueda separarse de todo lo que simboliza el entramado nacido en 1978 y que durante estos años parecía haber aguas. Así, hay lugar para destacar la foto de Mariano Rajoy y de algunas de las caras más visibles de sus Ejecutivos, como Soraya Sáenz de Santamaría, Alberto Ruiz-Gallardón o Jorge Fernández Díaz.
Tampoco se dejan atrás la corrupción institucionalizada en Jordi Pujol o Félix Millet, a la que suma las caras de la banca (Isidre Fainé) y de las constructoras (Florentino Pérez), además de Rouco Varela, el Rey o Felipe González. En definitiva, un «no nos representan» que pueden servir de efecto refuerzo de lo negativo que proyecta España desde el punto de vista más negativo.
Aunque el spot se difundió durante el fin de semana, quizás hubiera sido más efectivo en términos de movilización haber destacado el sainete de Interior a propósito de los buques donde están alojados los efectivos desplazados del resto del país, con hitos como la campaña a favor de la libertad de Piolin (#FreePiolin) difundida sobre todo desde Twitter o el intento de tapar las imágenes de Piolín y Silvestre con lonas gigantes.
También, desde el punto de vista más serio y preocupante, el botellazo recibido por la presidenta de las Cortes de Aragón por un grupo de exaltados que rodeó el auditorio donde cargos de Unidos Podemos y de otros partidos intentaban escenificar la búsqueda de una tercera vía al conflicto catalán. Y, sin duda, hubiera sido del todo efectivo rescatar los gritos de «A por ellos» con los que muchos ciudadanos están despidiendo a los efectivos destinados a Cataluña temporalmente rodeados de banderas españolas.
Un intento de revitalizar el nacionalismo español frente al independentismo y un recuerdo nada sutil de que muchos consideran a los catalanes traidores a una idea de España basada en el «conmigo o contra mí». Con el silencio de una gran parte de los dirigentes políticos de los partidos que están apoyando este despliegue sin matices.