El operativo del Estado desplegado a lo largo del mes de septiembre se traduce directamente en el rearme de los partidos centrales del sistema político español. Tal y como señalábamos hace unos días, PP y PSOE tienen todas las cartas para capitalizar el beneficio de la exaltación patriótica y de la adopción de medidas de fuerza contra Cataluña en las urnas. Al menos éste es el escenario que recogen todos los sondeos publicados a lo largo del mes pasado, que sitúan al PP cerca del 31% de intención de voto, una vez superado el bache demoscópico de sus problemas con la corrupción.
Antes de entrar en los números, conviene tener en cuenta que la mayoría del trabajo de campo de los distintos trabajos concluyó en los días posteriores a la celebración de la Diada, lo que tiene connotaciones claras: La exhibición de fuerza desplegada desde el día 20 de septiembre, con la intervención de facto de la Generalitat, podría haber tenido un efecto de refuerzo en la base electoral del PP y, de forma secundaria, en la del PSOE, algo que podría estar amplificándose tras la celebración del referéndum que no existió para Moncloa el pasado domingo.
Con esta prevención realizada, el PP obtendría el 30.92% de los votos, casi -2 puntos respecto a las elecciones del 26 de junio de 2016 pero +2 puntos si lo comparamos con la media de los trabajos publicados durante el mes de agosto. El sondeo de Celeste-Tel, con datos recogidos a comienzos del mes de septiembre, le atribuye entre 129-132 diputados, datos que podrían haberse disparado durante estos días.
Las cosas también marchan bien para los intereses de un PSOE caracterizado por haberse puesto de perfil con el objetivo, suponemos, de obtener también una rentabilidad electoral en el caso de que se convoquen elecciones anticipadas próximamente. De acuerdo con los sondeos publicados, se habría colocado en el 25.36% de los votos de media, +2.66 puntos respecto a su representación actual y +1.4 puntos si lo comparamos con los datos del mes de agosto. Lo socialistas mejorarían la representación obtenida en las elecciones de 2015 y se colocarían con 94-96 escaños.
Como siempre, las buenas expectativas para PP y PSOE se traducen en dos partidos a la baja. Unidos Podemos caería al 18.5% de los votos, casi un punto menos que hace un mes y -2.6 puntos si lo comparamos con su representación actual. Así, podría obtener entre 59 y 63 diputados, datos que hay que mantener en la nevera ante la jugada maestra desplegada este miércoles por la dirección de Podemos.
En mitad de un enquistamiento entre las posiciones del Gobierno central y la Generalitat, Pablo Iglesias se ha ofrecido para mediar y reconducir un conflicto que tiene su próximo hito el lunes, día en el que está convocado el Pleno del Parlament en el que podría aprobarse la Declaración Unilateral de Independencia. El hecho de que Iglesias lidere esa tercera opción, desplazando al PSOE de ese papel, podría situarle como pieza central del tablero político en estos momentos, sobre todo si la jugada sale bien y las partes deciden sentarse a negociar.
Por su parte, C’s sufre el avance en intención de voto del PP y obtendría el 14.66% de los votos, +1.6 puntos en comparación con las elecciones generales de 2016 pero -1.3 puntos perdidos en un solo mes, en paralelo con el aumento de la intecnión de voto del PP, que podría estar recuperando votos que en su día se fueron a la formación naranja y también de abstencionistas.
De acuerdo con la atribución de escaños, la formación de Albert Rivera pasaría de 32 a 40-42 escaños, lo que vuelve a complicar la vida al PP, que necesitaría que se dieran dos situaciones para volver a ocupar el Palacio de la Moncloa: Que ambos partidos obtuvieran sus horquillas máximas (algo que, como vemos, no parece posible porque la mejora de uno se traduce en una bajada del otro y viceversa); y el apoyo tácito o expreso de una tercera fuerza.
Con el tema catalán abierto en canal, parece que el PNV no sería una opción, por lo que se vuelve a abrir el abanico. Así, si el relato sigue por la escalada de estos días, es posible que el PSOE pudiera volver a jugar ese papel por sentido de Estado, aunque Ferraz en estos momentos esté en la partida de convertir a Pedro Sánchez en el próximo presidente del Gobierno.
CODA. Este miércoles, a las 21 horas, Carles Puigdemont dirigió un mensaje institucional en respuesta a la intervención de este martes del Rey Felipe VI. Nada que ver su puesta en escena con la del monarca.
El presidente de la Generalitat compareció de pie, en un entorno más iluminado, delante de una puerta abierta para enfatizar la idea de que es posible la negociación. Se dirigió a cámara en una actitud mucho más distentida que la del monarca, que se limitó a leer la declaración, y lo hizo con un lenguaje corporal más inclusivo en las formas y en el fondo.
La realización fue más dinámica, con un acercamiento progresivo hasta un plano medio, con mensaje en castellano incluido a los «ciudadanos españoles que en estos días han expresado su compromiso con las demandas de los catalanes, que nos han enviado su amistad y solidaridad, muy valiosa en estos momentos». Justo el gesto que le faltó al Rey, al que este miércoles se le reprochó, precisamente, el seguidismo con la posición del Gobierno de Mariano Rajoy y su olvido de los excesos policiales cometidos el día del referéndum.
Como viene sucediendo desde 2012, el independentismo sabe lo que hace y lo ejecuta de manera más eficiente para sus intereses. Puigdemont no aparecía crispado ni amenazante en ningún caso, en la línea de lo que ha exhibido el movimiento durante estos años. Veremos lo que ocurre en estos días, en los que parece que algo se podría estar moviendo para encontrar una salida política a la enorme tensión que existe, con boicots a las empresas catalanas en el conjunto del país y planteamientos como traslados de sedes de Barcelona a Madrid.
Pingback: C’s sube 3.5 puntos en un mes y sería tercera fuerza parlamentaria | La última en llegar