No era fácil. Los resultados de las últimas elecciones generales, en las que, a pesar de que la CDU fue el partido más votado, por cuarta vez consecutiva, quedó en evidencia la debilidad de las dos formaciones centrales de la política germana. Ambos obtuvieron los peores resultados desde 1949 y, con las lecciones extraídas en torno a la gran coalición, sólo quedaba una salida: La posibilidad de un gobierno en coalición entre el centroderecha, los liberales y los verdes.
Tras la negativa del SPD a plantearse una nueva «gran coalición» y con el cordón sanitario frente a la ultraderecha, Angela Merkel afrontó unas negociaciones con dos socios enfrentados (liberales y Verdes) y con la propia presión interna del CSU bávaro ante cualquier signo de concesión respecto a la política de refugiados y la gestión de la política económica y energética íntimamente vinculada al cambio climático.
Dos meses después, los problemas dibujados en torno a la coalición Jamaika terminaron estallando este fin de semana, con el reconocimiento de la ruptura de conversaciones con el partido liberal (10.7% de los votos) y la consiguiente crisis política en el país que aparece siempre como referencia, junto a Francia, como el corazón de esta UE en crisis sistémica.
Poco ante de la medianoche del domingo, el partido liberal confirmó que ya no seguiría formando parte de las negociaciones para formar Gobierno. Durante la madrugada del lunes, la canciller en funciones, Angela Merkel, reconoció la evidencia y manifestó sus preferencias por una de las opciones de salida del bloqueo actual: La celebración de nuevas elecciones generales, en lo que supone un escenario inédito desde después de la Segunda Guerra Mundial. «El presidente federal tiene ahora la última decisión. Si ahora hay nuevas elecciones, es decir, si las hubiese, no las temo en absoluto. Prometí en la campaña electoral estar cuatro años disponible», señaló en una serie de entrevistas este lunes.
Existen tres escenarios más aparte de la repetición de los comicios. Por un lado, existe la posiblidad de que se retomen las negociaciones con los liberales, algo que se considera muy improbable en el momento de elaboración de este post a pesar de las críticas hacia los liberales , a los que se acusa de romper las negociaciones por motivos partidistas. Por otro, que se retome la gran coalición con los socialdemocrátas, opción que Martin Schulz ha desmentido en sus primeras valoraciones de la ruptura de las conversaciones: «Creo que tenemos mucho que ganar con propuestas sobre cambio de clima, mercado laboral, cuidado a dependientes, el futuro de Europa o paraísos fiscales. En las pasadas elecciones no tuvimos la oportunidad de un enfrentamiento real que ahora sí tendríamos», apuntó. Finalmente, Merkel podría afrontar un gobierno en minoría, con las connotaciones que ello conlleva en términos de debilidad política.
Esta última opción ha sido la manifestada por el presidente federal, Frank-Walter Steinmeier, que lanzó una crítica a los partidos al señalar que «el mandato electoral no es algo que sencillamente se pueda devolver sin haber cumplido con el electorado». Anunció también que mantendrá conversaciones con los presidentes de los partidos que estaban negociando, y «con los presidentes de los partidos que, por cuestiones programáticas, no quedan excluidos de una posible formación de gobierno». Mensaje directo al FPD y al SPD.
Por el momento, tanto el SPD como la CDU hablan de repetir nuevas elecciones, aunque esta posición puede ser mera estrategia política para forzar la negociación hasta el último momento: Las elecciones de septiembre supusieron el primer aviso serio al liderazgo de Angela Merkel, que aspiraba a revalidar un cuarto mandato consecutivo y que se muestra dispuesta a volver a liderar la candidatura de la CDU. Los problemas con el gobierno de coalición no hacen sino acentuar esta debilidad interna y, de paso, proyectarla al resto de Europa, como se ha visto en la reciente Cumbre del Clima de Bonn.
Repetir elecciones sólo beneficiaría a Grüne
Ante el escenario de unas nuevas elecciones, los sondeos no recogen desplomes o ascensos relevantes en relación a cinco de los seis los partidos que tienen representación parlamentaria en el Bundestag. A pesar de las opiniones publicadas, sólo los Verdes se verían favorecidos si hubiera nuevos comicios, convirtiéndose de nuevo en cuarta fuerza política por detrás de la CDU, el SPD y Alternativa para Alemania.
Los Verdes conseguirían el 11.1% de los votos de media, +2.2 puntos respecto a las últimas elecciones generales, el único cambio signitivativo que arrojan los últimos trackings electorales. La CDU/CSU volvería a ser el partido más votado con el 31.6% de los votos, -0.7 puntos en comparación a los resultados de los comicios (-9.9 si los comparamos con 2013), con el SPD en el 20.8% (+0.3 puntos respecto a su mínimo histórico de hace dos meses).
Entre el resto de formaciones, el bloqueo parlamentario no beneficia a la ultraderecha, como algunos temían. AfD pierde medio punto para colocarse en el 12.1% de media, un resultado que hace pensar en un techo electoral claro en este momento político. Por su parte y a pesar de la responsabilidad de la ruptura de las negociaciones, los liberales obtendrían un resultado idéntico (10.8% de media frente al 10.7% conseguido entonces).
En este escenario, tampoco Die Linke saldría perjudicada, con un 9.3% de los votos de media, lo que añade más incertidumbre a la idea de ir a nuevos comicios que apoyaría el 51% de los alemanes, según un sondeo de ZDF (el 43% se posiciona en contra): Si no habría cambios sustanciales y las urnas arrojarían mayorías casi idénticas a las del pasado mes de septiembre, parece que cobra más sentido intentar una nueva negociación o incluso plantear un gobierno en minoría que logre salvar este momento puntual para, si es necesario, ir a unos nuevos comicios en un año. La respuesta, en unos días.
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