En este blog sostenemos desde hace semanas un argumento base: Se esperaba que la reacción del Estado frente al conflicto catalán podría haber deparado ganancias a su principal impulsor, el PP, pero no está siendo así. Una parte nada desdeñable de su electorado considera que la respuesta del Gobierno a lo que se entiende como un desafío no está siendo todo lo firme que mereciera la situación. Si unimos el descontento a los problemas del PP con la corrupción política, tenemos un combo interesante que está provocando precisamente que las hipotéticas ganancias por la imagen de firmeza frente a Cataluña estén llegando precisamente a C’s.
Desde el verano, C’s pasa por ser el fenómeno electoral de la temporada, en buena medida por su propia naturaleza: A pesar de que ya cuenta con más de una década de existencia, su salto a la política nacional es muy reciente y lo hace sin apenas cadáveres en el armario. C’s puede permitirse en estos momentos apelar una idea de España mucho más unitaria que la que defiende el PP, y el debate sobre el Cupo Vasco lo ha puesto en evidencia.
El partido que lidera Albert Rivera es irrelevante en Euskadi y Navarra y en Cataluña no se esperan grandes sorpresas este 21 de diciembre. Sin embargo, sí puede haberlas en Andalucía, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana o Madrid, CCAA en las que podría estar mordiendo al electorado conservador, lo que le permitiría estar compitiendo con las respectivas segundas fuerzas (PP en Andalucía y PSOE en el resto) con el debate territorial.
Todos los sondeos publicados a lo largo del mes de noviembre plantean un escenario parecido: PP y Unidos Podemos sufren en este momento de la legislatura con caídas de expectativa de voto importantes que estarían siendo aprovechadas por el PSOE en la izquierda y, sobre todo, por C’s. El partido de Albert Rivera se movería en torno al 19.98%% de los votos de media, +6.9 puntos respecto a su representación actual, con estudios, como el de Metroscopia que le sitúa empatado con el PSOE o el de Simple Lógica, en el que se movería en el 21.6% de los votos. En comparación con el dato de hace un mes, C’s gana 1.8 puntos.
El principal damnificado de este éxito, a la espera de un estudio más concreto de las transferencias de voto, es el PP, que está comprobando cómo su estrategia le está convirtiendo en un partido irrelevante en Cataluña y que, al mismo tiempo, no está sirviendo para avanzar en el resto del país. Según los datos de los sondeos publicados, obtendría el 27.8% de los votos, -5.2 puntos en comparación con el porcentaje de voto recibido el 26J pero -2.3 puntos respecto al mes de octubre (en buena medida por la ausencia de la estimación de voto de NC-Report, que tradicionalmente ofrece estimaciones de voto muy elevadas a los populares).
También se registran movimientos en el bloque de centroizquierda: El PSOE sale beneficiado de la crisis que atraviesa Unidos Podemos, al que todos los sondeos, salvo el CIS y Celeste-Tel, le sitúan como cuarta fuerza parlamentaria. Los socialistas, con el 24.1% de los votos, ganan 1.5 puntos respecto al 26J y medio punto en comparación con los datos del mes anterior. La mayoría de los estudios (salvo Metroscopia) le sitúa en torno al 24% de intención de voto, lo que supone una progresión ascendente en todo caso a pesar de la falta de confianza que despierta Pedro Sánchez o los vaivenes extraños de los discursos de sus cargos de confianza durante la semana.
En el caso de Unidos Podemos, parece que la situación política catalana ha disparado la tensión interna y, sobre todo, su imagen como partido alternativo al establishment. Según los sondeos, se movería en torno al 16.3% de los apoyos, -4.8 puntos respecto a los resultados de las últimas elecciones generales y -0.75 puntos si lo comparamos con los estudios de hace un mes. En esta estimación, merece le pena destacar el 17.7% que le atribuye el CIS (con datos recogidos a comienzos del mes de octubre), por lo que quizás la tendencia es hacia una pérdida de apoyo en la línea de lo que refleja el resto de empresas demoscópicas (con el matiz de Metroscopia, que siempre suele infravalorar las expectativas de la formación morada).
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