Hace unas semanas, apuntamos que Mariano Rajoy tenía un problema inesperado derivado de la crisis catalana llamado C’s. Las elecciones catalanas confirmaron la amenaza, con efecto rebote en las aspiraciones de las distintas formaciones políticas de cara a las próximas elecciones generales. La práctica desaparición del PP catalán y las opiniones cada vez más públicas del sector vinculado al aznarismo, empezando por su propio líder, no hacen sino alimentar la idea de una fuga de votos desde las filas populares hacia la formación morada, un escenario que tendría en la unidad nacional y Cataluña sus principales argumentos.
El sondeo de Simple Lógica viene a confirmar todos los temores de Génova. Con un trabajo de campo realizado entre el 5 y el 13 de diciembre, es decir, antes de la última semana de campaña de las elecciones catalanas, que fue catastrófica para el PP, la distancia entre populares y C’s se reduce a dos puntos de intención de voto, dentro del margen de error del propio estudio, elaborado a partir de 1077 entrevistas. Lógicamente, cada partido llega a este porcentaje de voto de diferente manera, en lo que supone uno de los toques de atención más claros para el centroderecha tradicional desde la Transición política.
Con el 24.8% de los votos, el PP volvería a ser la fuerza más votada, aunque pierde 8.2 puntos respecto a las últimas elecciones generales, celebradas en junio de 2016, y -2.3 puntos en comparación con la estimación anterior de Simple Lógica. Este porcentaje de voto le sitúa muy cerca del PSOE y, sobre todo, de C’s, que escala al 22.8% de la representación, +1 punto respecto al mes anterior y nada menos que +9.8 puntos si lo comparamos con el porcentaje de voto recibido hace año y medio. C’s se convierte, por lo tanto, en el partido de moda del momento, a la espera de que este año confirme su ascenso y, por lo tanto, su conversión en la principal bestia negra del PP.
El PSOE, a pesar de salvar los muebles en Cataluña, tampoco sale bien parado de la situación actual. Como veremos a continuación, C’s supone una amenaza muy seria para el PP pero también sigue rascando votos entre el votante socialista más implicado en los debates territoriales (y eso explicaría, por ejemplo, el tono de la mayoría de los mensajes institucionales de los presidentes autonómicos socialistas a favor de una financiación más justa durante los discursos de Nochevieja).
Según Simple Lógica, el PSOE se situaría en el 23.8% de los votos, +1.1 punto respecto al 26J pero -0.4 puntos respecto a la estimación de hace un mes. Si tenemos en cuenta, además, el desplome de Unidos Podemos, parece claro que el centroizquierda no pasa por su mejor momento tampoco en España, sobre todo si Ferraz insiste en esconder a Pedro Sánchez, que ni siquiera salió a hacer el balance del año replicando a Mariano Rajoy. Su número 2 sí confirmó que los socialistas dejan de considerar a Podemos como socio preferente en lo que queda de legislatura.
Unidos Podemos, por su parte, se descuelga de la pugna electoral, cuando están a punto de cumplirse cuatro años de su fundación. Con el 16.3% de los apoyos, gana +0.2 puntos respecto al dato de hace un mes (y conviene tomarlo con matices por las fechas del trabajo de campo) pero se deja 4.8 puntos respecto al 21.2% conseguido en las urnas hace año y medio y afronta un problema de liderazgo muy serio.
En voto directo, se confirma la ola a favor de C’s, que sería primera opción con el 16.5% de voto decidido en estos momentos, un dato que conviene tomarse con mucha precaución por lo que apuntábamos antes: La formación naranja está en su mejor momento electoral y ésta coincide con el peor escenario para el PP. Salvo desastre mayúsculo para Génova, lo normal es que este escenario se vaya corrigiendo poco a poco en beneficio del PP, sobre todo si cala la idea puesta en circulación por el PP de que C’s, en realidad, no quiere gobernar para no ensuciarse con el día a día.
El PSOE, según el voto directo, sería la segunda opción con el 13.6%, con un PP en el 13%. Unidos Podemos, por último, se movería en el 8.8% de voto decidido, un dato que confirma, por sí mismo, la crisis interna por la que pasa la formación. Según Simple Lógica, un 39.4% del electorado todavía no tiene decidido su voto: El 18.6% optaría por la abstención, el voto nulo o blanco, y el 20.8% se decanta por el no sé/no contesta. Con 4 de cada 10 votos en disputa, al menos, todo está por jugar en lo que queda de legislatura.
En cuanto a la fidelidad del voto, Simple Lógica detecta los dos problemas para PP y PSOE que hemos apuntado anteriormente: C’s se constituye en una vía de agua para Génova (el 19.5% de sus votantes hoy votaría por la lista de Albert Rivera) pero también para Ferraz, que pierde un 11.2% de votantes que recalarían en C’s. El PP mantiene una fidelidad de voto del 59.2% y el PSOE, del 62.4%.
En el caso de C’s, conserva al 69% de su electorado, con un 3.9% que hoy votaría por el PP y un 6.3% que lo haría por el PSOE. En el caso de Unidos Podemos, la fidelidad de voto se queda en el 53.9% sus principales amenazas son el PSOE (11.8%) y C’s (4.6%), lo que confirmaría el éxito electoral de su estrategia territorial exhibida en Cataluña.
Unidos Podemos confirma su problema de liderazgo
En un país tan presidencialista, de facto, como España, existen dos planteamientos de partido: Catapultar la marca de la formación política o bien proyectar un liderazgo fuerte y capaz de penetrar en los caladeros de votos de ese ente abstracto conocido como el centro político. Y luego rezar para que el resto de formaciones políticas se encuentren en una situación similar a la tuya o peor.
Algo de esto ha ocurrido durante los últimos años, particularmente en el PSOE: Su marca política se achicharró con la crisis financiera y política y tampoco fue capaz de elegir un liderazgo sólido ni con Alfredo Pérez-Rubalcaba ni con Pedro Sánchez, incapaz de salir de los márgenes de representación de las elecciones de 2016. En el caso del PP, su marca quedó afectada por la corrupción y las medidas adoptadas durante el primer mandato de Mariano Rajoy, pero contó con la ayuda inestimable de un PSOE prácticamente desaparecido y/o centrado en sus luchas internas.
En 2014 se fundó Podemos y, desde las elecciones europeas, la formación fue una china en el zapato de Ferraz porque aunaba una marca potente, derivada del grito de las plazas durante el 15M, y un liderazgo muy presidenciable en el sentido que gusta al electorado español. Este año, el PP (y el PSOE, de forma secundaria) puede sufrir un desgaste parecido gracias a una formación en alza, C’s, que se completa con un liderazgo muy bien valorado.
Según Simple Lógica, Albert Rivera vuelve a ser el dirigente español mejor valorado con un 42.8% de aprobación (49.7% desaprueba su gestión), muy lejos de los datos que recibe el segundo mejor situado: Mariano Rajoy, aprueba para el 31% y suspende para el 64.1%, en lo que constituye el mejor resumen del momento político actual, con un repliegue de las opciones de izquierdas.
Pedro Sánchez aprueba para el 27.7% y suspende para el 64.5%, con Alberto Garzón en el 26.6% de apoyo (y 62.2% de desaprobación).Como siempre, el líder de Unidos Podemos es el menos valorado por el electorado, con una aprobación del 15.3% y el suspenso de casi 8 de cada 10 votantes. Datos que, por sí solos, deberían estar haciendo reflexionar a la formación morada.
De acuerdo con el recuerdo de voto, los dos líderes de centroderecha se confirman como los que tienen también mayor capacidad de penetración en otros caladeros de votos. Así, Rajoy recibe un 78.8% de valoración entre sus votantes y un 36% entre los de C’s mientras que Rivera es el líder que logra mejor dato entre los suyos (83.4%) y también entre los votantes del PP (67.9%) y PSOE (40.7%).
En cuanto al centroizquierda, Sánchez aprueba para el 63.5% de sus votantes, para el 24.3% de los de C’s y para el 23.8% de los de UP, mientras que los votantes de UP lo tienen claro respecto al trabajo de sus líderes: Iglesias suspende para el 52.3% de sus votantes (aprueba para el 44.7%) y sólo aprueba para el 16.7% de los electores socialistas. Alberto Garzón, por su parte, logra un buen dato en su base electoral (69.4%) y también sobrepasa con creces a su compañero de partido en cuanto a la valoración entre los socialistas, que llega al 32.5%.
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