Pedro Sánchez inicia la OPA contra Podemos

Evidencia número 1:

Podemos celebra estos días el cuarto aniversario de su fundación. Tras las elecciones europeas, el éxito de la marca electoral le convirtió en un serio problema para los partidos de izquierdas tradicionales, con el PSOE e IU como sus principales damnificados. Eran los tiempos en los que se hablaba de la posibilidad de que Podemos desplazara al PSOE como la fuerza hegemónica de la izquierda y los meses en los que comenzó el cortejo de IU para conformar una marca única, oferta que IU rechazó anteriormente por la exigencia de Podemos de colocar a Pablo Iglesias como número 2 de la lista de la formación en los comicios europeos.

Evidencia número 2:

Podemos patrimonializó una gran parte del movimiento que nació en las plazas durante el 15M, centrado en una crítica global al sistema político y a las deficiencias creadas por una sobreprotección de los partidos políticos, convertidos en correa de transmisión institucional y en colaboradores necesarios de los agentes políticos que intervinieron, desde la economía, en ese entramado. En este contexto, la crítica generalizada se dirigió contra el bipartidismo tradicional (PP y PSOE) pero también contra IU, CiU, PNV y, en general, todos los partidos y organizaciones que habían tenido ocasión de «tocar poder».

Evidencia número 3:

Un paseo por la Puerta del Sol de Madrid, durante los primeros días de la acampada del 15M, arrojaba datos que habría que poner en contexto en su momento: No había un componente de clase en la movilización y, en buena medida, gran parte de los «indignados» procedían de sectores de clase media que habían visto frenado el proceso de ascenso social que la educación había propiciado durante las décadas anteriores. En un primer momento, en Sol no había «ni-nis» ni trabajadores no cualificados y sí mucho ex votante enfadado de Rodríguez Zapatero o electores que manifestaban su deseo de votar a UPyD o a IU (en las elecciones generales de 2011 IU obtuvo 11 diputados y UPyD 5).

Evidencia número 4:

Todos los partidos dijeron entender la crítica al sistema político español y al anquilosamiento del régimen que surgió de la Transición política. Pronto se vio que era el PSOE el que tenía un problema con su electorado tradicional, aunque muchos tampoco veían a IU o a UPyD como alternativas creíbles. En Cataluña, una parte importante de ese movimiento terminó en el independentismo como única salida a la crisis política generalizada en España. En el resto del país, se sucedieron las movilizaciones (más asociadas a la protesta de clase y a la defensa de lo público desde la izquierda), aunque habría que esperar a la irrupción de Podemos, en enero de 2014. Desde el primer momento se lanzó el mensaje de que había un partido que servía de correa de transmisión de la indignación política para empujar a un cambio real, por las buenas o por las malas, en el sistema. En los meses sucesivos vimos relevos en la Jefatura del Estado, en el PSOE y en IU, en un intento de lanzar el mensaje de que se había tomado nota del mensaje del electorado.

Evidencia número 5:

El PSOE temió el sorpasso de Podemos en las elecciones generales de 2015, que no se produjo por dos motivos: Por la fortaleza orgánica de un partido como el PSOE (por mucho que pueda sorprender) y por los errores cometidos desde la dirección de Podemos respecto a su posible alianza con IU. Las salidas de tono en los meses posteriores a las elecciones ayudaron a evidenciar la imposibilidad de una alianza entre socialistas y Podemos, a pesar de compartir una base electoral común, pero también el rechazo de electores a las formas exhibidas por Pablo Iglesias. Las elecciones de junio de 2016 confirmaron que Podemos no podía sobrepasar al PSOE (a pesar del acuerdo con IU, que llegó muy tarde y que terminó de enfadar a una parte del electorado de la formación de Alberto Garzón) y que iba a agudizar la pugna por la hegemonía de la izquierda, una vez asumido el discurso de que el marco arriba/abajo comenzaba a sustituirse, de nuevo, por el eje ideológico tradicional.

Evidencia número 6:

Un Unidos Podemos cada vez más identificado con las tesis de Iglesias entró en la batalla interna por el liderazgo del PSOE y apoyó a Pedro Sánchez, a pesar de las críticas vertidas contra su persona en los meses anteriores. Ya sabemos la noticia: Sánchez ganó al aparato del socialismo, con consecuencias directas en la consideración de UP como la única fuerza de izquierdas. La estrategia de Ferraz de esconder al candidato, sobre todo durante la crisis catalana, sumada al fracaso de la posición de UP respecto a la polarización entre el independentismo y el unionismo catalán, ha terminado de apuntalar la historia de un fracaso en tiempo récord, con evidencia de soledad de Iglesias respecto a los fundadores iniciales de la formación. Los sondeos sobre intención de voto sitúan a Unidos Podemos en torno al 15% de la representación y, lo que es más importante, fuera de las opciones por empujar al próximo Gobierno en una dirección u otra. En este punto, hay quien confía en que la resurrección de Iñigo Errejón ayude a revertir la situación.

Evidencia número 7:

Casi siete años después del 15M, cuatro desde la aparición de UP, el PSOE sabe que tiene opciones para recuperar a una parte del electorado perdido durante este periodo. De ahí la asunción del discurso de Podemos por parte de Pedro Sánchez tras su dimisión, la adopción de propuestas de la formación morada, como la tasa a los bancos, o la reaparición del líder socialista hablando del futuro de las pensiones en asambleas abiertas con militantes (en un momento en el que las de la formación morada brillan por su ausencia).

Capítulo aparten merecen los mensajes lanzados en relación a los errores cometidos por el líder peor valorado entre los españoles, según el CIS, Simple Lógica, Sigma Dos o Metroscopia: «Iglesias siempre da pasos equivocados, el votante de Podemos debe saber que sólo el PSOE puede vencer a la derecha». Estamos, por lo tanto, ante el inicio de una OPA hostil de Pedro Sánchez hacia Podemos, con llamamientos al voto útil cuando quedan dos años y medio para las próximas elecciones generales: «Si aglutinamos el voto de izquierdas entorno al único partido que puede hacer frente a la derecha bicéfala, la izquierda habrá ganado las elecciones».

Estos días se habla mucho,y con razón, de lo que la emergencia electoral de C’s puede suponer para los intereses del PP, que se ve enfrentado, por primera vez desde la Transición política, a un partido político sin cargas políticas que está siendo capaz de apropiarse de sus marcos para convencer a una parte de su electorado cautivo. El PSOE tiene ya experiencia en este escenario y, a pesar de que algunos lo daban por muerto, es posible que veamos cómo empieza a recuperar espacio entre un electorado que, ante el rearme del centroderecha, puede tener de nuevo la tentación de votar con la nariz tapada. Sobre todo si UP persiste en sus errores de diagnóstico y de liderazgo en un momento en el que no controla la agenda mediática.

Acerca de llegalaultima

Politóloga y periodista en transición
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