El arranque del año político en Alemania nos ha traído dos noticias: Un principio de acuerdo entre Angela Merkel y Martin Schulz para revalidar un gobierno de «gran coalición» formado por los partidos que han protagonizado la vida política en el país desde después de la Segunda Guerra Mundial; por otro, el malestar de sectores de la socialdemocracia ante un acuerdo que el propio Schulz negó durante la campaña de las elecciones generales de septiembre de 2017 y en las semanas posteriores, en los tiempos de la negociación Jamaika (entre la CDU, los liberales y los Verdes).
Tras los contactos informales, la reunión entre Merkel y Schulz se saldó con un principio de acuerdo en asuntos como los flujos migratorios (con limitaciones a la reunificación familiar), la refundación de Europa, reducir impuestos aumentando el gasto social y políticas relacionadas con la energía y el medio ambiente. El líder socialdemócrata trasladó el documento a su partido, que este fin de semana dio el visto bueno con el voto a favor de 362 de los 642 delegados reunidos en un congreso extraordinario en Bonn. De aprobarse el acuerdo definitivo (por alcanzar) por los afiliados del SPD, estaríamos ante la tercera gran coalición en el Ejecutivo germano desde que el SPD perdió las elecciones en 2005.
Entre la comunicación del preacuerdo y la votación de los delegados del SPD han transcurrido unas semanas en las que se ha evidenciado la ruptura en el partido a propósito de este movimiento y que podría deparar sorpresas cuando se someta el acuerdo definitivo al voto de los 440.000 afiliados del partido, que consideran que la presencia de su partido en los anteriores gobiernos de Merkel explican los malos resultados en las urnas, con el mínimo histórico alcanzado el pasado mes de septiembre.
Sea como fuere, y a la falta de saber si se consuma la rebelión interna de los afiliados frente al aparato de partido, con el líder de las Juventudes socialistas, Kevin Kühnert, capitaneando la crítica contra la dirección por esta decisión, el congreso extraordinario del pasado domingo certificó dos cosas: La primera, que la cúpula del SPD es permeable a las peticiones de responsabilidad lanzadas desde la cancillería y por parte del presidente de la República; y la segunda, que los líderes socialdemócratas están dispuestos a ir contra la palabra dada durante meses, lo que deja un escenario tremendo en el que la ultraderecha se convierte en el principal partido de la oposición parlamentaria, con el incremento de apoyo a los Verdes, y un SPD dividido (las Juventudes aportan 70.000 afiliados al cómputo total de militantes).
El SPD pierde apoyo en los sondeos
Uno de los argumentos defendidos por los partidarios de revalidar una tercera gran coalición con la CDU/CSU se centraba en señalar la debilidad del SPD ante la repetición de unas nuevas elecciones generales. Este dato, que no está contrastado de ninguna forma, ignora que los sondeos sobre intención de voto publicados durante este mes de enero plantea precisamente el escenario contrario. El SPD cae en intención de voto respecto a su resultado electoral y los estudios publicados durante las semanas en las que se negociaba la coalición Jamaika, que planteaba una situación estable.
De acuerdo con los datos publicados estos días, el SPD obtendría el 19.4% de los votos de media, -1 punto respecto a las elecciones y -1.35 puntos si lo comparamos con la media de la anterior oleada que analizamos en este blog, con sondeos, como el último de Forsa, que le otorga el 17% de la representación. Los anuncios de negociar con la CDU por responsabilidad, por lo tanto, no parecen beneficiar las aspiraciones electorales, algo que sí ocurre en el centroderecha. A pesar de la situación de debilidad evidente que atraviesa el liderazgo de Angela Merkel, su partido se movería en torno al 32.5% de intención de voto de media, un resultado idéntico al que recogían los sondeos publicados anteriormente y levemente inferior al conseguido hace cuatro meses.
Como apuntábamos, AfD se perfila como el principal partido de la oposición parlamentaria con un 13.3% de intención de voto, +1.05 puntos respecto al mes anterior y, lo que es más importante, mejorando su resultado histórico obtenido en las urnas el pasado mes de septiembre. Además, la ultraderecha germana puede apuntarse el tanto de una restricción de la política migratoria negociada por el SPD y la CDU, lo que vuelve a demostrar que el gran mérito de estos partidos no es tanto el poder real que tienen hoy sino su capacidad para modular la agenda mediática y política de otras formaciones.
Los Verdes suben levemente respecto a los sondeos anteriores y se mueve ya en el 11.15% de intención de voto, +2.25 puntos respecto a su resultado oficial, confirmándose como el único partido de la negociación del Gobierno Jamaika que parece tener el favor del electorado. Los liberales, en cambio, señalados en su momento como los responsables de la ruptura del acuerdo siguen cayendo y estarían en el 8.7% de intención de voto de media, -2 puntos en comparación con las últimas elecciones.
Mención aparte merece la situación de Die Linke, que no se beneficia del descontento del votante de izquierdas. Según los datos publicados, conseguiría el 10.1% de los votos de media, apenas +0.3 puntos respecto al mes anterior. Queda claro, por lo tanto, que la alterantiva de izquierdas no aparece como una plataforma potente capaz de sustituir al SPD en dicho eje.
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